A TI QUE HAS SENTIDO
Publicado: Lun, 20 May 2013 9:25
En tus manos he dejado
las flores que nunca hicieron
las túnicas de su boca,
y amanecieron el día inmaculadas.
Entre tus tiempos he puesto
los caminos por hacer,
y, otra vez he vuelto a preguntarte
por la luna arrogante de su memoria,
por la historia sin vivir de su paisaje,
por el aire escrito que he dejado
en los tejados umbríos
de tus paredes de sal inexpugnables,
sobre las blancas palabras de cristales rotos,
sobre los campos remotos de tu inocencia.
Entre tus labios he hablado
cada día para herirte de nostalgia,
y abrazarte con las sedas
de los poemas que rasgaron
los velos de tus sentidos,
para llorar contigo los olvidos del pasado
y acariciarte el alma,
para romperte las penas una a una
y demostrarte vivo,
desatado.
Ante tus ojos he muerto cada día,
y en la noche de tus tiempos
he vuelto a recogerte vestido de esperanza,
resucitado,
dispuesto a sepultarme de nuevo en la dulzura de tu pena,
y quedarme hasta los restos,
navegando en los torrentes intemporales
de tus venas afluentes
de los mares de mi poesía.
Sobre tus días,
he dejado mi vida intermitente,
y mi muerte,
abonando las marismas de tu alegría.
las flores que nunca hicieron
las túnicas de su boca,
y amanecieron el día inmaculadas.
Entre tus tiempos he puesto
los caminos por hacer,
y, otra vez he vuelto a preguntarte
por la luna arrogante de su memoria,
por la historia sin vivir de su paisaje,
por el aire escrito que he dejado
en los tejados umbríos
de tus paredes de sal inexpugnables,
sobre las blancas palabras de cristales rotos,
sobre los campos remotos de tu inocencia.
Entre tus labios he hablado
cada día para herirte de nostalgia,
y abrazarte con las sedas
de los poemas que rasgaron
los velos de tus sentidos,
para llorar contigo los olvidos del pasado
y acariciarte el alma,
para romperte las penas una a una
y demostrarte vivo,
desatado.
Ante tus ojos he muerto cada día,
y en la noche de tus tiempos
he vuelto a recogerte vestido de esperanza,
resucitado,
dispuesto a sepultarme de nuevo en la dulzura de tu pena,
y quedarme hasta los restos,
navegando en los torrentes intemporales
de tus venas afluentes
de los mares de mi poesía.
Sobre tus días,
he dejado mi vida intermitente,
y mi muerte,
abonando las marismas de tu alegría.