HUBO UN TIEMPO (en recuerdo de mi madre)
Publicado: Mar, 30 Abr 2013 17:46
Después de una larga y dolorosa enfermedad mi madre ha muerto, entendiendo yo la muerte como un paso a otro mundo más feliz para los que fueron puros de corazón.
Por eso mi tristeza es egoista. La echo de menos por lo que se va de mí. Pero si miro lejos, me sobreviene al punto una inmensa y existencial alegría.
Este poema es viejo. Lo he reescrito cuando ella permanecía postrada sin fuerzas en una cama de hospital. Uno de mis mejores recuerdos son ahora estas últimas noches durmiendo a su lado de la mano. Murió así, entre mis manos, insconsciente. En un umbral parecido en el que yo viví estando en su vientre, cuando me acariciaba a través de su piel sin yo saberlo... O quizá sí.
No es necesario que comenten este poema. Ya lo han hecho varias veces. Solo quiero dejarlo para su recuerdo.
HUBO UN TIEMPO
Hubo un tiempo en el que me amaban
sin saber que me amaban. En ese tiempo
la mano de mi madre buscaba en su vientre un latido
de mi corazón.
Madre,
ahora es otro tiempo, otro mundo y ya no puedo
sentir aquella mano al otro lado de ti misma (pero tú sabes
que un hijo es algo más que sus latidos y yo
que una madre es más, mucho más
que sus entrañas).
Hoy recuerdo tus brazos fatigados y me siento suspendido
en el abismo cálido de tu pecho, como un niño
pendiente de tu amparo.
Te prometí, que cuando tu vida dependiera de la fuerza
y el amor de mis brazos y no pudieras ver los rostros
de aquellos que te amaron
serían mis manos las que te acariciarían
los pliegues de la frente, para decirte que ser madre
es más que una caricia y ser hijo es mucho más
que estar en lo profundo.
Por eso, en ese mundo oscuro como el umbral
de un vientre sosegado, un día, madre,
te amarán sin que sepas que te aman.
El amor y el cariño son esferas
que giran y dan vueltas en el tiempo,
sin más afán, sin otro oficio, que encontrarse en un punto
inmerso en lo olvidado.
--oOo--
Por eso mi tristeza es egoista. La echo de menos por lo que se va de mí. Pero si miro lejos, me sobreviene al punto una inmensa y existencial alegría.
Este poema es viejo. Lo he reescrito cuando ella permanecía postrada sin fuerzas en una cama de hospital. Uno de mis mejores recuerdos son ahora estas últimas noches durmiendo a su lado de la mano. Murió así, entre mis manos, insconsciente. En un umbral parecido en el que yo viví estando en su vientre, cuando me acariciaba a través de su piel sin yo saberlo... O quizá sí.
No es necesario que comenten este poema. Ya lo han hecho varias veces. Solo quiero dejarlo para su recuerdo.
HUBO UN TIEMPO
Hubo un tiempo en el que me amaban
sin saber que me amaban. En ese tiempo
la mano de mi madre buscaba en su vientre un latido
de mi corazón.
Madre,
ahora es otro tiempo, otro mundo y ya no puedo
sentir aquella mano al otro lado de ti misma (pero tú sabes
que un hijo es algo más que sus latidos y yo
que una madre es más, mucho más
que sus entrañas).
Hoy recuerdo tus brazos fatigados y me siento suspendido
en el abismo cálido de tu pecho, como un niño
pendiente de tu amparo.
Te prometí, que cuando tu vida dependiera de la fuerza
y el amor de mis brazos y no pudieras ver los rostros
de aquellos que te amaron
serían mis manos las que te acariciarían
los pliegues de la frente, para decirte que ser madre
es más que una caricia y ser hijo es mucho más
que estar en lo profundo.
Por eso, en ese mundo oscuro como el umbral
de un vientre sosegado, un día, madre,
te amarán sin que sepas que te aman.
El amor y el cariño son esferas
que giran y dan vueltas en el tiempo,
sin más afán, sin otro oficio, que encontrarse en un punto
inmerso en lo olvidado.
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