Editorial Alaire

Encontré unas copas que atesora mi madre infinitamente
más delicadas que las que yo he usado en todos estos años.
Le quedan 2, las demás se han roto y no me atrevo a tocarlas.
Están en el bargueño, en un amontonamiento siempre transparente
acorde con sus huesos, la carne se ha ido y brillan como una
tarde tibia de lluvia y numerosa. Puedo ver finales en todas estas
cosas bien guardadas, en los sillones, los platos. Mis articulaciones
también están doloridas. La pantalla de la lámpara desde siempre
me pareció un sudario. Redunda y sé que hay también una bolsa
con lavanda que los años no llegarán a esconder. Mi madre ya no baila,
nunca bailó, se inventa unas filigranas con sus bolsas de plástico con
blisters de remedios. Como un ave nocturna hurga en la penumbra
de su decantación. Mientras más escribo, más me cuesta respirar.
Una trompeta me sostiene en esta cadencia hasta que un piano se
atreve a aparecer. La gente de la lámpara aceptó rozarse entre
una luz de manteca. La grabación mantiene el estilo desde una fritura
constante y la persuasión que habita en los discos de 33. Mi madre
baila lo que nunca bailó. Es una pregunta quieta y liviana.
Ha despejado los huesos, los gestos,
las vergüenzas.

Bellas letras, conmovedoras, muy bonitas. Un abrazo fuerte. Ricardo.

Macedonio Tracel escribió:Encontré unas copas que atesora mi madre infinitamente
más delicadas que las que yo he usado en todos estos años.
Le quedan 2, las demás se han roto y no me atrevo a tocarlas.
Están en el bargueño, en un amontonamiento siempre transparente
acorde con sus huesos, la carne se ha ido y brillan como una
tarde tibia de lluvia y numerosa. Puedo ver finales en todas estas
cosas bien guardadas, en los sillones, los platos. Mis articulaciones
también están doloridas. La pantalla de la lámpara desde siempre
me pareció un sudario. Redunda y sé que hay también una bolsa
con lavanda que los años no llegarán a esconder. Mi madre ya no baila,
nunca bailó, se inventa unas filigranas con sus bolsas de plástico con
blisters de remedios. Como un ave nocturna hurga en la penumbra
de su decantación. Mientras más escribo, más me cuesta respirar.
Una trompeta me sostiene en esta cadencia hasta que un piano se
atreve a aparecer. La gente de la lámpara aceptó rozarse entre
una luz de manteca. La grabación mantiene el estilo desde una fritura
constante y la persuasión que habita en los discos de 33. Mi madre
baila lo que nunca bailó. Es una pregunta quieta y liviana.
Ha despejado los huesos, los gestos,
las vergüenzas.

Sólo me atrevo a caminar en puntillas por la vida metafórica creada. Y rozar con respeto, la magia de las copas en el tiempo. El baile de las madres es un verso tocado por ángeles, Macedonio.

He de volver; mientras tanto, no dejo de celebrar tus letras.

Macedonio este poema, me ha llegado muy hondo. Nunca he visto a mi madre bailar.
La he visto rezar cuando había tormentas, a un icono ahumado, a un santo cubierto por el humo que emanaba la estufa antigua de hierro oxidado. Mi madre tiene la piel de sus manos tan fina y sin embargo nunca el fuego supo penetrar esa membrana de caricias blindadas. Tu mundo metafórico se hace sentir plenamente, me absorbe desde los recuerdos. Mi admiración total.

Qué hermoso brilla el recuerdo entre tus versos. Un placer pasar por tus letras
Besos
Pilar

Volví; maravilloso y esencial. Tiene vocación de posteridad, que los sepas.

Abrazo enorme.

Hola, Macedonio:
entonces es como el cristal, como esas copas, una transparencia apilada pero en un sola forma, ya a salvo. La atmósfera del poema no está construida, está incardinada, sopla, va creándose a instancias de una figura hialina, como danzar a solas, mirándose todo. Me ha gustado mucho, mucho, ha sido un grato gozo su lectura.
Un saludo afectuoso.

Magnífico decir y estar entre los utensilios de coina, como metáfora
abierta a hacer poesía ilustre desde la sencillez y la rutina.

un abrazo

Muy hermoso trabajo, amigo Macedonio, y un poema para recordar, digno de un autor importante.
Esa mezcla de artilugios mundanos con una profundísima conceptualidad del tránsito, memorial del amor maternal, vertebra un lenguaje inteligente, poderoso, seductor, bellísimo...
Quizá podríamos hablar de la profusión de encabalgamientos en los que hallo más de una genialidad, si bien, en algunos casos creo que se les puede sacar más partido.
Ha sido un placer leerte. Felicidades por el poema. Buen poema, aunque eso ya no es novedad.
Un cordial abrazo.

Interesante poema por su concepción formal y por el tono intimista tan acertadamente plasmado. Mi felicitación y un saludo cordial.

Ricardo José Lascano escribió:Bellas letras, conmovedoras, muy bonitas. Un abrazo fuerte. Ricardo.

muchas gracias Ricardo por tu comentario. un abrazo fuerte también

Esa curva del cristal refleja desde su palco antiguo toda la belleza y ternura del hijo. Un placer inmenso venir a esta música tuya.
Un abrazo.
Pepa

hallie, gracias.
espero siempre tu devolución porque vuelve en forma de poesía, de otra cosa, de reflejo nuevo que toma algo de lo propuesto para marcar que existe.
saludos

Marius Gabureanu escribió:Macedonio este poema, me ha llegado muy hondo. Nunca he visto a mi madre bailar.
La he visto rezar cuando había tormentas, a un icono ahumado, a un santo cubierto por el humo que emanaba la estufa antigua de hierro oxidado. Mi madre tiene la piel de sus manos tan fina y sin embargo nunca el fuego supo penetrar esa membrana de caricias blindadas. Tu mundo metafórico se hace sentir plenamente, me absorbe desde los recuerdos. Mi admiración total.

es muy completa la imagen de tu madre rezando.
sobre los comentarios tan bien predispuestos creo que todos estamos muy contentos de conocernos, de compartir y de irnos ayudando a desarrollar lo que por ahí sólos no estaríamos haciendo. un gusto siempre.
saludos