sabía
que aquella morbidez
de tus primeros besos
vendría conmigo,
la soledad de tu rostro
asustado
vendría conmigo
a prolongar el lamento
sórdido de mis ruinas.
Vendría conmigo
la blancura lechosa
de tus senos
a desnudar el dolor
de mi oscuridad sentida.
El arlequín que surge
triste por la mañana
persigue sin espejo
notas que me arrancaste.
No preguntes si vivo,
si canto o tal vez muero
en esta sinrazón
que sigue su camino.
Atravieso la lumbre
tenue que me dejaste.
No rompas el silencio
que vibra con la muerte;
la llama que se extingue
conserva sus pavesas
y siente tu latido.
El arlequín que pasa
triste y desangelado
va pintado de azul
porque el amor es triste.