Décimas de la impotencia.
Publicado: Vie, 26 Abr 2013 10:48
Más álgida la carencia
entre más tosco el sentido,
porque si bien he podido
ya no llorarle a tu ausencia
no tiene a bien mi conciencia
la sensación de dejarte,
amor que fuiste estandarte
y lucidez y reclamo.
Ya no te busco, ni llamo,
mas no consigo borrarte.
Te fugas en los espejos,
en un espiral labrado
por mi desnudo altercado
con tus amores añejos.
Y hasta resultan pendejos
estos intentos vulgares,
de suscitar mil lugares
donde no exista tu sombra;
es mi dolor quien te nombra
y son mis manos sus mares.
Si a tanto pesar fortuito
no le bastara cadena,
habrá que decir sin pena
que va importándote un pito
si yo descanso o levito
en esta entraña agitada.
Si es cierto aquello, pues nada
ampara mi desazón,
lo malo es que la razón,
naufraga y muere sesgada.
"Te rasgas las vestiduras"
"¿Es que tan poco te quieres?"
Júzgame a mal si prefieres
si al entonar mis venturas
se aflojan las dentaduras
de tus influjos de Diosa.
¡Y al no esperar mayor cosa
que tu retorno imperfecto
no tengo mayor defecto,
que aquesta sed impetuosa!
Sed de tus manos, tus ojos
tu pelo, tu voz, tu encanto,
que va derramando tanto
suspiro, pena y abrojos.
Y en ratos se quedan cojos
cuantos sentidos poseo
en procesión de deseo
que entre mi boca se encona;
si este dolor desentona,
no importa, pues no lo veo.
Y porque nada me alcanza,
sino es la pena más bruta
mi desespero se enjuta,
en manos de la balanza
que a mi cercana esperanza
le pone sierpes y herida.
Y si es que yace perdida
toda coherente razón,
no juzgo a mi corazón,
si ha de llorar tu partida.
Alberto Madariaga
Enero de 2011
entre más tosco el sentido,
porque si bien he podido
ya no llorarle a tu ausencia
no tiene a bien mi conciencia
la sensación de dejarte,
amor que fuiste estandarte
y lucidez y reclamo.
Ya no te busco, ni llamo,
mas no consigo borrarte.
Te fugas en los espejos,
en un espiral labrado
por mi desnudo altercado
con tus amores añejos.
Y hasta resultan pendejos
estos intentos vulgares,
de suscitar mil lugares
donde no exista tu sombra;
es mi dolor quien te nombra
y son mis manos sus mares.
Si a tanto pesar fortuito
no le bastara cadena,
habrá que decir sin pena
que va importándote un pito
si yo descanso o levito
en esta entraña agitada.
Si es cierto aquello, pues nada
ampara mi desazón,
lo malo es que la razón,
naufraga y muere sesgada.
"Te rasgas las vestiduras"
"¿Es que tan poco te quieres?"
Júzgame a mal si prefieres
si al entonar mis venturas
se aflojan las dentaduras
de tus influjos de Diosa.
¡Y al no esperar mayor cosa
que tu retorno imperfecto
no tengo mayor defecto,
que aquesta sed impetuosa!
Sed de tus manos, tus ojos
tu pelo, tu voz, tu encanto,
que va derramando tanto
suspiro, pena y abrojos.
Y en ratos se quedan cojos
cuantos sentidos poseo
en procesión de deseo
que entre mi boca se encona;
si este dolor desentona,
no importa, pues no lo veo.
Y porque nada me alcanza,
sino es la pena más bruta
mi desespero se enjuta,
en manos de la balanza
que a mi cercana esperanza
le pone sierpes y herida.
Y si es que yace perdida
toda coherente razón,
no juzgo a mi corazón,
si ha de llorar tu partida.
Alberto Madariaga
Enero de 2011