Editorial Alaire

La debilidad de la palabra que ahora lees, ahora expresas o quizás atento oigas, es la misma que la de un incipiente trazo en un lienzo o de las notas previas para afinar una guitarra o un violonchelo; pero qué potencial cuando un trazo se une a otro, una nota se sucede a otra y el oído, el ojo, todo nuestro ser intenta captar tal cantidad de información que desecho se desborda. ¿Dónde están esas palabras que nos derriben, dónde están esas palabras que nos arrollen como guijarros en un rompeolas? ¿Acaso no hay una matemática como en la música, acaso no hay como en la pintura una verdad descarnada que nos mire cara a cara? ¿Dónde está pues la magia que pueda trastocar tu mundo, romper tu urna y hacerte vibrar sin música ni reflejar desde una imagen tu alma? ¿Entiendes pues la debilidad de la palabra? ¡¿Entiendes pues la debilidad de la palabra?! ¿Entiendes algo de lo que desde aquí te digo? Reconócelo, no seas cobarde: ¿No es cierto que no entiendes nada? Pues ya que no entiendes siente al menos la debilidad de la palabra.

la debilidad del la palabra a veces es su fortalece. por caso, la pregunta poética en su duda nos acorrala. igual cobardes somos siempre y muchas veces nos traicionamos. saludos