Trenes
Publicado: Dom, 14 Abr 2013 1:24
Aquella mujer dueña de la luna
llegó a la estación de los ensueños.
Un andén muy antiguo
tenía preparado un tren para el derrumbe.
Su destino era especial:
Al lugar donde todo es otra cosa.
El tren de los poetas...
La mujer se subió
al último vagón.
Allí encontró que muchos pasajeros
llevaban varias máscaras
en sus bolsos de mano.
Portátiles con fundas muy modernas
y mascotas dormidas en sus brazos.
El tren se puso en marcha
viajaba velozmente,
pero no se movía de la estación perdida.
El tren estaba inmóvil
su movimiento era
una simulación...
La mujer se bajó
y montó en otro tren.
Otro destino:
Al lugar donde todo es lo que es...
El tren de los pragmáticos.
Al subir al vagón
encontró que la gente no era gente.
Parecían lagartos de otro mundo.
Consultaban los índices bursátiles,
compraban a través de sus PCs
vehículos, aviones, portaviones,
viviendas y veleros.
En vez de sonreír
exhibían escamas animales.
La mujer se sintió un poco extraña,
pero pensó que pronto
se adaptaría...
El tren comenzó a andar.
Su gran velocidad no permitía
llegar a parte alguna.
En tan sólo un segundo
daba la vuelta al mundo
y regresaba al andén de la estación.
Un movimiento raro
que parecía inmóvil...
La mujer abandonó
y quiso probar suerte en otros trenes.
Encontró un tren de bruma.
Su destino:
Al lugar donde todos terminamos.
Ataúd o cenizas.
De este tren tan negro
quiso escapar, sin duda.
Y no subió al vagón de los horrores.
Pero un revisor, vestido de uniforme
le obligó a subir contra su voluntad.
Y vió a mucha gente conocida
con máscaras de óxigeno
y suero intravenoso.
Gente en otro futuro
con la radioterapia y luego nada...
Sepulturas y tumbas...
De este tren oscuro
bajó en pocos minutos.
Por último encontró un tren de juguete.
Su destino:
Al lugar del amor y del placer. Donde el tiempo no existe.
Dentro de los vagones
la gente iba jugando a diferentes juegos.
Consolas, videojuegos, ajedrez y ruleta,
los juegos del amor y el desamor,
las posturas eróticas diversas,
las partidas de póker.
Y decidió partir
jugando al ajedrez con su clon cinco...
Ana Muela Sopeña
llegó a la estación de los ensueños.
Un andén muy antiguo
tenía preparado un tren para el derrumbe.
Su destino era especial:
Al lugar donde todo es otra cosa.
El tren de los poetas...
La mujer se subió
al último vagón.
Allí encontró que muchos pasajeros
llevaban varias máscaras
en sus bolsos de mano.
Portátiles con fundas muy modernas
y mascotas dormidas en sus brazos.
El tren se puso en marcha
viajaba velozmente,
pero no se movía de la estación perdida.
El tren estaba inmóvil
su movimiento era
una simulación...
La mujer se bajó
y montó en otro tren.
Otro destino:
Al lugar donde todo es lo que es...
El tren de los pragmáticos.
Al subir al vagón
encontró que la gente no era gente.
Parecían lagartos de otro mundo.
Consultaban los índices bursátiles,
compraban a través de sus PCs
vehículos, aviones, portaviones,
viviendas y veleros.
En vez de sonreír
exhibían escamas animales.
La mujer se sintió un poco extraña,
pero pensó que pronto
se adaptaría...
El tren comenzó a andar.
Su gran velocidad no permitía
llegar a parte alguna.
En tan sólo un segundo
daba la vuelta al mundo
y regresaba al andén de la estación.
Un movimiento raro
que parecía inmóvil...
La mujer abandonó
y quiso probar suerte en otros trenes.
Encontró un tren de bruma.
Su destino:
Al lugar donde todos terminamos.
Ataúd o cenizas.
De este tren tan negro
quiso escapar, sin duda.
Y no subió al vagón de los horrores.
Pero un revisor, vestido de uniforme
le obligó a subir contra su voluntad.
Y vió a mucha gente conocida
con máscaras de óxigeno
y suero intravenoso.
Gente en otro futuro
con la radioterapia y luego nada...
Sepulturas y tumbas...
De este tren oscuro
bajó en pocos minutos.
Por último encontró un tren de juguete.
Su destino:
Al lugar del amor y del placer. Donde el tiempo no existe.
Dentro de los vagones
la gente iba jugando a diferentes juegos.
Consolas, videojuegos, ajedrez y ruleta,
los juegos del amor y el desamor,
las posturas eróticas diversas,
las partidas de póker.
Y decidió partir
jugando al ajedrez con su clon cinco...
Ana Muela Sopeña