Padeces
Publicado: Vie, 12 Abr 2013 21:05
Padeces
Inspirado en las cosas de Borges
Padeces el ocaso y el tiempo dentro de un violín
también la rosa en murmurante de estrellas,
Borges durmiendo junto a un gato
las pequeñas flores de ese jardín.
Padeces el vago recuerdo de un lugar
con las palmas de un lucero enorme
la gota de sangre en un niño dormido.
Padeces
la lágrima que juzgó al carcelero
poder matar un ratón de juguete
que se quejó del frío del invierno
al amonestar una mosca del rincón.
Padeces ese tango lloviendo sobre Buenos aires
el gris tapado de una mujer en el silencio
cayendo como el violín en aventura.
Padeces las miradas cómplices de un adiós
adioses de venturas que mienten en tus ojos
quejidos de ruiseñores en el pétalo azul.
Padeces un otoño que nunca esperabas
las cosas que se tiñeron de blanco
para hacer feliz a una mariposa transparente.
Y la gloria fue un padecimiento ajeno a tus manos
a tu tiempo
a tus amores
a tus cosas cotidianas.
Porque al padecer la agonía de la vida
renunciaste a tu padecer
al canto de los gorriones
al mediodía que te saluda en el amanecer
que te entregó el padecimiento del tiempo.
Porque padeces tu hidalguía remota
cada vez que tomas una flor
cada vez que tomas un café
cada vez que lees un poema
cada vez que te animas a rezar
cada vez que lloras sobre un libro.
Las cosas de cada día
las cosas de una latente luz
padeces lo que eres en la memoria
padeces las cosas que dijo un hombre
las que no dijo nadie
las que el futuro te apremia
Pero
Pero somos el polvo del viento
Que nunca padecerá el retorno
Ni el pájaro
Ni la memoria
Ni la eternidad
Inspirado en las cosas de Borges
Padeces el ocaso y el tiempo dentro de un violín
también la rosa en murmurante de estrellas,
Borges durmiendo junto a un gato
las pequeñas flores de ese jardín.
Padeces el vago recuerdo de un lugar
con las palmas de un lucero enorme
la gota de sangre en un niño dormido.
Padeces
la lágrima que juzgó al carcelero
poder matar un ratón de juguete
que se quejó del frío del invierno
al amonestar una mosca del rincón.
Padeces ese tango lloviendo sobre Buenos aires
el gris tapado de una mujer en el silencio
cayendo como el violín en aventura.
Padeces las miradas cómplices de un adiós
adioses de venturas que mienten en tus ojos
quejidos de ruiseñores en el pétalo azul.
Padeces un otoño que nunca esperabas
las cosas que se tiñeron de blanco
para hacer feliz a una mariposa transparente.
Y la gloria fue un padecimiento ajeno a tus manos
a tu tiempo
a tus amores
a tus cosas cotidianas.
Porque al padecer la agonía de la vida
renunciaste a tu padecer
al canto de los gorriones
al mediodía que te saluda en el amanecer
que te entregó el padecimiento del tiempo.
Porque padeces tu hidalguía remota
cada vez que tomas una flor
cada vez que tomas un café
cada vez que lees un poema
cada vez que te animas a rezar
cada vez que lloras sobre un libro.
Las cosas de cada día
las cosas de una latente luz
padeces lo que eres en la memoria
padeces las cosas que dijo un hombre
las que no dijo nadie
las que el futuro te apremia
Pero
Pero somos el polvo del viento
Que nunca padecerá el retorno
Ni el pájaro
Ni la memoria
Ni la eternidad