Editorial Alaire

En el parque zanganeaban los pequeños lanzándose arena,
tirando piedras,
las mamás jóvenes les reprendían
y el sol lúbrico de Mayo, recorría sus agradables contornos.

Los pájaros observaban desde sus atalayas arbóreas,
impasibles,
pendientes de los charcos,
pendientes de los gusanos.

A media mañana aparecían los viejos con sus temblores,
periódico en mano,
con sus aburridas vidas sostenidas por años de compromiso,
de sacrificio.
Examinaban los bancos,
sombra si hacía calor, solecito si frío,
y acurrucaban las horas observando al jardinero,
ocasionalmente un pecho generoso de grueso pezón se exhibía,
y la imagen de ternura maternal emitía pequeñas descargas testiculares,
como caricias en un miembro anestesiado.

Ese parque aún existe,
sus columpios oxidados son el recuerdo,
-su memoria-
lo ciñen rios de asfalto y las madres, los niños, los ancianos
lo atraviesan sin detenerse.
En su lugar,
generaciones vecinas de hombres vencidos
- válidos y sanos-
matan las horas, escapando de la humillación del desahucio,
escapando de las miradas de sus hijos que preguntan,
que se preguntan, ¿a qué se dedica mi padre?,
escapan de si mismos, de la frustración, del desconsuelo,
de las preguntas sin respuestas
que golpean
cada madrugada
contra las ventanas.

"...
En su lugar,
generaciones vecinas de hombres vencidos
- válidos y sanos-
matan las horas, escapando de la humillación del desahucio,
escapando de las miradas de sus hijos que preguntan,
que se preguntan, ¿a qué se dedica mi padre?,
escapan de si mismos, de la frustración, del desconsuelo,
de las preguntas sin respuestas
que golpean
cada madrugada
contra las ventanas...."




Estremecedor, pero desgraciadamente real, Israel, demasiado real.


Abrazos mediterráneos y me uno a tu palabra.

Israel Liñán escribió:En el parque zanganeaban los pequeños lanzándose arena,
tirando piedras,
las mamás jóvenes les reprendían
y el sol lúbrico de Mayo, recorría sus agradables contornos.

Los pájaros observaban desde sus atalayas arbóreas,
impasibles,
pendientes de los charcos,
pendientes de los gusanos.

A media mañana aparecían los viejos con sus temblores,
periódico en mano,
con sus aburridas vidas sostenidas por años de compromiso,
de sacrificio.
Examinaban los bancos,
sombra si hacía calor, solecito si frío,
y acurrucaban las horas observando al jardinero,
ocasionalmente un pecho generoso de grueso pezón se exhibía,
y la imagen de ternura maternal emitía pequeñas descargas testiculares,
como caricias en un miembro anestesiado.

Ese parque aún existe,
sus columpios oxidados son el recuerdo,
-su memoria-
lo ciñen rios de asfalto y las madres, los niños, los ancianos
lo atraviesan sin detenerse.
En su lugar,
generaciones vecinas de hombres vencidos
- válidos y sanos-
matan las horas, escapando de la humillación del desahucio,
escapando de las miradas de sus hijos que preguntan,
que se preguntan, ¿a qué se dedica mi padre?,
escapan de si mismos, de la frustración, del desconsuelo,
de las preguntas sin respuestas
que golpean
cada madrugada
contra las ventanas.

Auch, crudo y genial poema, asertivo y directo. Siempre es una gran fortuna leerte, Israel y es mi privilegio hacerlo.
Aplausos y abrazos con un beso

Con tu mirada de total clarividencia, plasmas el paisaje urbano y humano, tal cual es, descarnado y cruel. Real como la misma vida. Un lujo leerte.
Un abrazo.
Pepa

Magnífica descripción amigo, par aque los intríngulis del parque
den vida y ejercicio a los pequeños, coquetería y lubricancia
a las madres y consuelo con nostalgia a los mayores.
Disfruté de tu poema como si me hubiera subido a la atalaya de los pájaros que cuidan sus nidos.

un abrazo

Qué bien describes este paisaje que la memoria retiene sin misericordia. Un gusto seguirte
Besos
Pilar

Preferiría que esta historia fuera ficción pero, por desgracia, es demasiado real. Me gusta como el poema se "ensombrece" poco a poco para darle ese tono final tan realista. Se siente muy cercano. Enhorabuena y un abrazo.

[quote="Israel Liñán"]

En ese parque de las preguntas sin respuestas algún día brotarán las verdades sin condicionamientos. Ese día el parque reverdecerá, estoy seguro. Un abrazo.

Concha Vidal escribió:"...
En su lugar,
generaciones vecinas de hombres vencidos
- válidos y sanos-
matan las horas, escapando de la humillación del desahucio,
escapando de las miradas de sus hijos que preguntan,
que se preguntan, ¿a qué se dedica mi padre?,
escapan de si mismos, de la frustración, del desconsuelo,
de las preguntas sin respuestas
que golpean
cada madrugada
contra las ventanas...."




Estremecedor, pero desgraciadamente real, Israel, demasiado real.


Abrazos mediterráneos y me uno a tu palabra.

Gracias por tus palabras Concha.

Un abrazo pasado por agua.

Es impresionante el salto de calidad que ha dado tu poética, amigo Israel. Me alegro mucho por ello.
Habré de entrar con más tiempo para empaparme de los muchos matices de tu hermoso trabajo.
Un cordial abrazo.

Un exquisito poema descriptivo que poco a poco se vuelve reflexivo. Excelente y profundo. Estamos ante una naturaleza que es testigo de las caídas predecibles del ser



Los pájaros observaban desde sus atalayas arbóreas,
impasibles,
pendientes de los charcos,
pendientes de los gusanos.

Mis abrazos y felicitaciones sinceras.

Israel, simplemente, un poema impresionante en todos los sentidos de la palabra. Denuncia, quizá, realismo, también, pero también y sobre todo literatura de la buena, porque si no lo fuera no sería un poema tan estremecedor, ni tan efectivo en su denuncia.

Me gusta tu estilo, siempre me ha gustado, pero desde luego vas a más y encima, en este caso, lo haces para contar algo que tiene que ser continuamente contado.

Un abrazo.

Elizabeth Barrio Paredes escribió:

Israel Liñán escribió:En el parque zanganeaban los pequeños lanzándose arena,
tirando piedras,
las mamás jóvenes les reprendían
y el sol lúbrico de Mayo, recorría sus agradables contornos.

Los pájaros observaban desde sus atalayas arbóreas,
impasibles,
pendientes de los charcos,
pendientes de los gusanos.

A media mañana aparecían los viejos con sus temblores,
periódico en mano,
con sus aburridas vidas sostenidas por años de compromiso,
de sacrificio.
Examinaban los bancos,
sombra si hacía calor, solecito si frío,
y acurrucaban las horas observando al jardinero,
ocasionalmente un pecho generoso de grueso pezón se exhibía,
y la imagen de ternura maternal emitía pequeñas descargas testiculares,
como caricias en un miembro anestesiado.

Ese parque aún existe,
sus columpios oxidados son el recuerdo,
-su memoria-
lo ciñen rios de asfalto y las madres, los niños, los ancianos
lo atraviesan sin detenerse.
En su lugar,
generaciones vecinas de hombres vencidos
- válidos y sanos-
matan las horas, escapando de la humillación del desahucio,
escapando de las miradas de sus hijos que preguntan,
que se preguntan, ¿a qué se dedica mi padre?,
escapan de si mismos, de la frustración, del desconsuelo,
de las preguntas sin respuestas
que golpean
cada madrugada
contra las ventanas.

Auch, crudo y genial poema, asertivo y directo. Siempre es una gran fortuna leerte, Israel y es mi privilegio hacerlo.
Aplausos y abrazos con un beso

La fortuna es mía por contar con tus lecturas Liz.

Un abrazo con beso, of course.

Josefa A. Sánchez escribió:Con tu mirada de total clarividencia, plasmas el paisaje urbano y humano, tal cual es, descarnado y cruel. Real como la misma vida. Un lujo leerte.
Un abrazo.
Pepa

Muchas gracias por tus generosas palabras Pepa.

Un abrazo.

Guillermo Cuesta escribió:Magnífica descripción amigo, par aque los intríngulis del parque
den vida y ejercicio a los pequeños, coquetería y lubricancia
a las madres y consuelo con nostalgia a los mayores.
Disfruté de tu poema como si me hubiera subido a la atalaya de los pájaros que cuidan sus nidos.

un abrazo

Me alegro de ello Guillermo.

Muchas gracias por tus palabras.

Un abrazo.