EL RECUERDO DE LAS HORAS
Publicado: Mar, 26 Mar 2013 11:22
Adormece la tarde y me pregunto
si recuerdas aún que fuimos carne
cuando apenas las olas despertaban.
Se cubrieron las bocas de sedas e infortunios
y nos dijimos presente en la ternura,
y acariciamos temor y plenilunios
y bebimos la noche lentamente entre tinieblas.
Te silencian las horas olvidadas
las pieles gastadas y las sombras,
los abrazos fallidos y los destinos,
los caminos distantes y los sueños separados,
los deseos ahogados y las palabras vacías,
y la tierra yerma de los campos
de lujurias y quebrantos,
de cantos sin nombre y estaciones sin parada,
de besos sin labios y lascivias azotadas
por la renuncia sutil del miedo pasajero.
Adormece la tarde y me pregunto
dónde fueron la palabras que pensamos,
los besos que olvidamos y las caricias,
dónde murieron las voces que nunca nos dijimos,
los versos que escribimos en el aire
y el viento regaló a la lejanía…
y, sin embargo,
vivido en el recuerdo de las horas que fuimos madrugada,
enjugaré mi llanto con el manto eterno de la palabra
y mi canto, volverá a llenar de soles tu mirada
y moriré si quieres de abrazarte,
y arrancaré mi corazón de entre tus manos
si por un miedo fugaz, por un instante,
mi alma cede a la agonía
del intento mortal de renunciarte.
si recuerdas aún que fuimos carne
cuando apenas las olas despertaban.
Se cubrieron las bocas de sedas e infortunios
y nos dijimos presente en la ternura,
y acariciamos temor y plenilunios
y bebimos la noche lentamente entre tinieblas.
Te silencian las horas olvidadas
las pieles gastadas y las sombras,
los abrazos fallidos y los destinos,
los caminos distantes y los sueños separados,
los deseos ahogados y las palabras vacías,
y la tierra yerma de los campos
de lujurias y quebrantos,
de cantos sin nombre y estaciones sin parada,
de besos sin labios y lascivias azotadas
por la renuncia sutil del miedo pasajero.
Adormece la tarde y me pregunto
dónde fueron la palabras que pensamos,
los besos que olvidamos y las caricias,
dónde murieron las voces que nunca nos dijimos,
los versos que escribimos en el aire
y el viento regaló a la lejanía…
y, sin embargo,
vivido en el recuerdo de las horas que fuimos madrugada,
enjugaré mi llanto con el manto eterno de la palabra
y mi canto, volverá a llenar de soles tu mirada
y moriré si quieres de abrazarte,
y arrancaré mi corazón de entre tus manos
si por un miedo fugaz, por un instante,
mi alma cede a la agonía
del intento mortal de renunciarte.