Cosas que debí contarte Aimar
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
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- Registrado: Mar, 26 Mar 2013 10:38
Cosas que debí contarte Aimar
y ya ensayo en el espejo el modo mejor,
de que veas en mí quien soy
aun cuando no conozcas mi manera de respirar.
Pidiendo estoy a mi corazón con sutileza
que atempere su palpitar,
y a mi ronca voz que aprenda a susurrar,
para cuando estés cerca y te meza.
Sin conocer mi rostro ni yo el tuyo
ya remiendo de mis ásperas manos la piel,
mis gestos cenizos baño en agua de miel,
mientras que de los desiertos con prisa huyo.
Y, fíjate, que le digo a mi cabeza que dispare los temores,
que espante los imaginados sinsabores,
que no tema una escaramuza.
Que ahora viene un tiempo de borbotones,
que ahuyentará a la gazuza.
El vientre de tu madre que al nacer desgajas
te bañará del mismo amor del que ya bebíamos,
el que nos hace amasar febriles los lodos,
modelar la arcilla de otros modos,
para hacer más grandes las tinajas.
A tejer más canastos.
Más grandes, más recios, más redondos.
Mejor atados, más hermosos.
Y a guardar la mies y también los fardos.
Seguro que te lo debí contar.
Seguro que te lo debí cantar.
Abrazadito, despacito y al oído,
cuando ya estuvieras dormido.
Cuando llegues, Aimar, del verano llegará el ocaso.
Pero la tierra reseca se humedecerá,
y las púas de los rosales se esconderán por si acaso.
Y llegarás a tiempo aun para oler la hierbabuena y la albahaca
el romero, la lavanda y la genista.
Los cielos mandarán lejos sus nubarrones.
Los pájaros aguardaran tu despertar,
para alborotados y dichosos trinar.
Y en coro te maullarán los gatos remolones.
Y los olmos a las encinas se lo contarán,
porque se lo habrán contado los robles
que son viejos y chismosos.
Y todos hasta la reverencia se bambolearán,
con disimulo porque son también orgullosos.
Y será una fiesta. Y me pondré mi mejor camisa.
Y luciremos el mantel de algodón blanco al sol secado.
Y los mayores se preguntarán donde tenían alojado,
este estallido de vida, esta lluvia de globos que cae sin prisa.
Seguro que te lo debí contar.
Seguro que te lo debí cantar.
Abrazadito, despacito y al oído,
cuando ya estuvieras dormido.
Te diré que en invierno bajo la lluvia te buscamos.
Por encima del designio y la distancia.
Lejos de la tierra que pisamos.
Esquivando el destino y la inconstancia.
Aterrados, temblando y rogando.
Tomados de la mano y escrutando,
el confín que se pierde en las montañas,
por si hubiera algún mensaje que seguir descifrando.
Confiados en que hasta aquí te trajeran,
después de algunas mañas,
nuestras estrellas que desde el cielo,
también te estaban llamando.
Y una poderosa mezcla de amor fundido redujo el hielo.
Y nos trajo esta carcajada, este diluvio de esperanza.
Este fogonazo que espantará a la oscuridad.
Esta congoja que ya es añoranza. Y que será a perpetuidad.
Seguro que te lo debí contar.
Seguro que te lo debí cantar.
Despacito y al oído,
cuando ya estuvieras dormido.
Cuantas zozobras sin embargo, Aimar, ya me atenazan.
Alguna quizá contigo.
Muchas de ellas conmigo.
Pero todas se entrelazan.
¿Bastarán nuestras mantas en Enero?
¿nuestras ilusiones tantas veces postergadas?
¿nuestras convicciones tan profundamente arraigadas?
¿nuestro vivir austero?
¿Como hacerlo, Aimar, para protegerte siempre con las hadas?
¿para que no conozcas la guerra?
¿para que esquives a la injusticia y a la vileza?
¿Para tener a estas señoras de tu tierra
apartadas con mandobles de pureza?
Llorarás, eso si, por las tormentas.
Y te asustaran los rostros enjutos y los malos gestos.
Te aturdirán los ignorantes y los funestos.
Las palabras oscuras, las manos calenturientas.
Pero nuestros gestos y nuestras palabras hallarás.
Y agitadas con las tuyas nos haremos fuertes.
Y nuestras manos tendrás,
que te arroparan hasta que tú nos sujetes.
Y cuando te encuentres con las zarzas del camino
y veas tu sangre, Aimar, tendrás la nuestra.
Más densa quizás, mas diestra,
para ponerte en pie y cabalgar tu sino.
Seguro que te lo debí contar.
Seguro que te lo debí cantar.
Despacito y al oído,
cuando ya estuvieras dormido.
Del arco iris sobre tu cuna conocerás los colores,
del jardín el olor del mandarino,
del día y la noche, la risa de tu madre que escucharemos,
de la tarde mis lágrimas de felicidad que esconderemos.
¡Cuanta vida, Aimar, esperaremos!
¡Cuanto apetito de flores!
¡Cuantos mundos sin explorar allanaremos!
¡Cuanta fuerza, Aimar, cuantos dolores!
Cuanto de mi espero darte,
para serte sincero y desnudarme.
Cuanto de mi ocultarte,
para recompensarme.
Seguro que te lo debí contar.
Seguro que te debí cantar.
Despacito y al oído,
cuando ya estuvieras dormido.
- J. J. Martínez Ferreiro
- Mensajes: 14979
- Registrado: Lun, 19 Nov 2007 13:27
- Ubicación: Santiago de Compostela
re: Cosas que debí contarte Aimar
Ante todo, amigo ulyses, bienvenido al foro.
Tu poema me parece una maravilla de ternura y sensibilidad poética... y sobre todo, rebosante de una esperanza sin límites, amorosamente humana (pero de la auténtica). De verdad, me parece un poema buenísimo.
Será obligado seguirte los pasos o los versos que nos regales para estos foros
Un abrazo.
- Luna de Nos
- Mensajes: 4114
- Registrado: Vie, 18 Ene 2008 2:00
Re: Cosas que debí contarte Aimar
ulyses escribió:No conozco tu rostro ni tú el mío y ya reparo mis toscas manos para ti.
Y mi voz, siempre gritando entre los humedales, quiere ser susurro.
Mi gesto severo por el gris del invierno lo baño en miel para cuando
llegues.
Y pido a mi corazón que atempere su latir para cuando lo tengas cerca
y te meza.
Ni conozco tu manera de mirar y ya ensayo en el espejo el modo mejor
de que reconozcas en mí quien soy.
Y quien seré.
Aun cuando tú no me conozcas.
Cuando llegues el verano se encaminará hacia su final.
Y será una fiesta.
Y luciremos la mejor vajilla y los manteles de lino secados al sol.
Y me pondré mi mejor camisa.
Cuando llegues la tierra reseca se cerrará y florecerá.
Las espinas de los rosales se esconderán.
Los gatos en coro maullarán bajito para que duermas.
Los pájaros esperaran tu despertar para trinar alborotados y contentos.
Y el viento convertido en brisa te traerá aroma de musgo y de violeta.
Llegarás todavía para sentir el jazmín y la hierbabuena, la rosa y el
romero, la albahaca y la genista.
Y los cielos esconderán sus nubarrones en tus primeras noches.
Los olmos se lo contaran a los robles porque se lo habrán contado las
encinas que son viejas y chismosas.
Y con disimulo todos se bambolearan hasta la reverencia.
Conocerás el arco iris sobre tu cuna,
el olor de las mandarinas,
la risa de tu madre,
mis lágrimas primerizas de felicidad.
Cuando vengas, nuestros amigos se mostraran nerviosos.
Nuestro perro, que te esperaba, querrá darte el amor que ya nos dio.
Y los mayores no sabrán donde alojar este estallido de vida,
esta lluvia de globos.
¿Te gustará el calor de nuestras mantas?
¿El olor de nuestra piel?
¿Nuestro vivir austero?
¿Nuestro austero querernos?
Te contaré que te buscamos lejos entre la lluvia.
Entre la duda y el desaliento.
Por encima de la indiferencia y de la distancia.
Por encima de la tierra que pisábamos te fuimos a buscar.
Y nuestra mezcla de cariños se fundió en una explosión de esperanza.
En una carcajada.
En un fogonazo que ahuyentó la oscuridad.
En una congoja que ya nunca nos abandonará.
E impávidos temblamos y rogamos.
Y acechamos el confín que se pierde entre las montañas por si dibujara
algún mensaje.
Y tomados de la mano atravesamos un lago helado,
sin que una estrella que vive en el cielo nos perdiera de vista.
Y tuvimos que amasar la arcilla de otro modo y tejer de nuevo los
canastos.
Más grandes, más redondos.
Y el vientre de tu madre,
que atesora el amor del que beberemos tú y yo,
se desgajará para ti. Para nosotros.
Cuánta vida Aimar nos espera.
Cuánta fuerza Aimar necesitaremos.
Cuánto apetito de flores espero compartir contigo.
Cuántos mundos sin explorar allanaremos.
Cuando llegues Aimar, no conocerás la guerra
ni la injusticia ni la vileza conocerás.
Y el único llanto será el tuyo de infante
que mantendrá a estas señoras en nuestra puerta
hasta que puedas echarlas tú.
Llorarás también por las tormentas y el viento
hasta que sepas leerlos.
Y nuestras manos te arroparan hasta que las tuyas nos arropen.
Y te asustaran los rostros enjutos y los malos gestos.
Las palabras oscuras.
Las intenciones amenazadoras que sabrás revelar.
Pero tendrás nuestros gestos para mezclarlos con los tuyos y hacernos
fuerte.
Y cuando sufras algún rasguño de las zarzas del camino
y veas tu sangre tendrás la nuestra,
más roja, más densa, más sabia
para ponerte en pie y continuar.
La ternura y la dulzura de este poema, cautivan. Un gusto leerte Ulyses, saludos, Luna de Nos.-
José Chapa
http://www.karikanfibolia.blogspot.com
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Re: Cosas que debí contarte Aimar
Muy bello este poema, Ulyses. Bienvenido al foro. Saludos.
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Y sé bienvenido tú también, un abrazo.
Ya está callada la Luna y quieta sobre el lago, clara en todos los caminos. Tú, eres el verso, amado mío, yo, sólo palabra.
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Salud, felicidad y bienvenido seas.
No fueron, los ojos, hechos para durar, los corazones explotan si se les demanda en exceso, se forman andenes translúcidos en el borde de cuanto ama por ese océano con que Amor nos lleva en su inagotable exhaución....
Raum und zeit, Julio Bonal
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- Natalia Pérez
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Re: Cosas que debí contarte Aimar
ulyses escribió:No conozco tu rostro ni tú el mío y ya reparo mis toscas manos para ti.
Y mi voz, siempre gritando entre los humedales, quiere ser susurro.
Mi gesto severo por el gris del invierno lo baño en miel para cuando
llegues.
Y pido a mi corazón que atempere su latir para cuando lo tengas cerca
y te meza.
Ni conozco tu manera de mirar y ya ensayo en el espejo el modo mejor
de que reconozcas en mí quien soy.
Y quien seré.
Aun cuando tú no me conozcas.
Cuando llegues el verano se encaminará hacia su final.
Y será una fiesta.
Y luciremos la mejor vajilla y los manteles de lino secados al sol.
Y me pondré mi mejor camisa.
Cuando llegues la tierra reseca se cerrará y florecerá.
Las espinas de los rosales se esconderán.
Los gatos en coro maullarán bajito para que duermas.
Los pájaros esperaran tu despertar para trinar alborotados y contentos.
Y el viento convertido en brisa te traerá aroma de musgo y de violeta.
Llegarás todavía para sentir el jazmín y la hierbabuena, la rosa y el
romero, la albahaca y la genista.
Y los cielos esconderán sus nubarrones en tus primeras noches.
Los olmos se lo contaran a los robles porque se lo habrán contado las
encinas que son viejas y chismosas.
Y con disimulo todos se bambolearan hasta la reverencia.
Conocerás el arco iris sobre tu cuna,
el olor de las mandarinas,
la risa de tu madre,
mis lágrimas primerizas de felicidad.
Cuando vengas, nuestros amigos se mostraran nerviosos.
Nuestro perro, que te esperaba, querrá darte el amor que ya nos dio.
Y los mayores no sabrán donde alojar este estallido de vida,
esta lluvia de globos.
¿Te gustará el calor de nuestras mantas?
¿El olor de nuestra piel?
¿Nuestro vivir austero?
¿Nuestro austero querernos?
Te contaré que te buscamos lejos entre la lluvia.
Entre la duda y el desaliento.
Por encima de la indiferencia y de la distancia.
Por encima de la tierra que pisábamos te fuimos a buscar.
Y nuestra mezcla de cariños se fundió en una explosión de esperanza.
En una carcajada.
En un fogonazo que ahuyentó la oscuridad.
En una congoja que ya nunca nos abandonará.
E impávidos temblamos y rogamos.
Y acechamos el confín que se pierde entre las montañas por si dibujara
algún mensaje.
Y tomados de la mano atravesamos un lago helado,
sin que una estrella que vive en el cielo nos perdiera de vista.
Y tuvimos que amasar la arcilla de otro modo y tejer de nuevo los
canastos.
Más grandes, más redondos.
Y el vientre de tu madre,
que atesora el amor del que beberemos tú y yo,
se desgajará para ti. Para nosotros.
Cuánta vida Aimar nos espera.
Cuánta fuerza Aimar necesitaremos.
Cuánto apetito de flores espero compartir contigo.
Cuántos mundos sin explorar allanaremos.
Cuando llegues Aimar, no conocerás la guerra
ni la injusticia ni la vileza conocerás.
Y el único llanto será el tuyo de infante
que mantendrá a estas señoras en nuestra puerta
hasta que puedas echarlas tú.
Llorarás también por las tormentas y el viento
hasta que sepas leerlos.
Y nuestras manos te arroparan hasta que las tuyas nos arropen.
Y te asustaran los rostros enjutos y los malos gestos.
Las palabras oscuras.
Las intenciones amenazadoras que sabrás revelar.
Pero tendrás nuestros gestos para mezclarlos con los tuyos y hacernos
fuerte.
Y cuando sufras algún rasguño de las zarzas del camino
y veas tu sangre tendrás la nuestra,
más roja, más densa, más sabia
para ponerte en pie y continuar.
Ulyses, felicidades, plumas como esta no me había topado, qué gran poeta que eres, bendita sea tu pluma inspirada, que sensibilidad cotidiana que despierta cada uno de mis sentidos, poesía del día a día muy contemporánea y magistral, alucinante haber llegado hasta tus letras, un verdadero regalo de viernes, gracias por compartirlas.
un abrazo desde mi rincón de mar insular.
- Marius Gabureanu
- Mensajes: 3501
- Registrado: Jue, 29 Nov 2012 4:09
- Ubicación: Reino Unido
- Ricardo José Lascano
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- Registrado: Dom, 24 Feb 2013 1:23
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re: Cosas que debí contarte Aimar
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- Mensajes: 3
- Registrado: Mar, 26 Mar 2013 10:38
re: Cosas que debí contarte Aimar
- Rafel Calle
- Mensajes: 25034
- Registrado: Dom, 18 Nov 2007 18:27
- Ubicación: Palma de Mallorca
A juzgar por el trabajo que te presenta -a ver si encuentro tiempo para comentártelo-, será un placer intercambiar poesía contigo.
Cuando quieras pegar un texto de word, antes tienes que desactivar el botón "Editor visual" que aparece en el margen superior derecho de la página, cuando queremos editar un mensaje o publicar uno nuevo. Una vez pegado el texto, puedes reactivar el editor visual.
Un cordial abrazo.