Editorial Alaire

En la estación del metro
he visto un hombre extraño y melancólico.

Su soledad de niebla
inundaba el andén.

Su rostro era impasible
y teñía de miedo el aire de la tarde.

Me pregunto
si sólo era el reflejo
de todas las personas que allí estábamos
esperando subir a los vagones
para viajar a ningún sitio.


Ana Muela Sopeña

A veces son espejos donde mirarnos o mirar a los demás.
Hermosos versos para disfrutar
Abrazos
Pilar

Ana Muela Sopeña escribió:En la estación del metro
he visto un hombre extraño y melancólico.

Su soledad de niebla
inundaba el andén.

Su rostro era impasible
y teñía de miedo el aire de la tarde.

Me pregunto
si sólo era el reflejo
de todas las personas que allí estábamos
esperando subir a los vagones
para viajar a ningún sitio.


Ana Muela Sopeña

Muy buen flash poético. Miramos y sentimos; hologramas del personaje humano fluctuando entre los andenes.

Felicitaciones y un abrazo, querida poeta.

Las vidas perdidas en la marisma de una multitud, corazones y almas desconocidas e intrascendentes a nuestra percepción, si bien son rostros, todo es borroso, ¿cuanta gente vemos a diario de la cual simplemente nos olvidamos? y mucha de esa gente si el destino lo mandara, podría quizás ser el amor de nuestra vida, el asesino o aseina de la misma. Pero no, solo se trata de un billón de gente desconocida.

Un poema que destila misterio, incluso miedo de lo que podemos ver en el reflejo.
Pero hay algo más...

Un abrazo.

Gracias, Pilar, por detenerte en estos versos.

Un abrazo grande
Ana

Ana Muela Sopeña escribió:En la estación del metro
he visto un hombre extraño y melancólico.

Su soledad de niebla
inundaba el andén.

Su rostro era impasible
y teñía de miedo el aire de la tarde.

Me pregunto
si sólo era el reflejo
de todas las personas que allí estábamos
esperando subir a los vagones
para viajar a ningún sitio.


Ana Muela Sopeña

Me ha encantado leer y comentar este reflexivo poema. Felicidades.
Un abrazo.
BEGOÑA.

Excelente la imagen que proyecta la lectura. Un beso.

Reflexivo e inquietante. Un saludo

Las caras son los espejos de las almas
y las solitarias se detectan enseguida.

Muy sensible tu poema, Ana

un abrazo