Editorial Alaire

Siempre era de aguasy estrellas,
de libélulas y de pajarillos,siempre de aguas/y cuando estas secaban

se multiplicaban desde los ojos,
como si temieran que dejaran
de beber los bichos del aire.

Salían desde las grietas
y las viejas heridas
que siempre tenía el rostro de ella...
Mi madre,
y luego fue mi burbuja
de los campos verdes,
para que sintiera el reflejo del sol
vigilando las ausencias de mi padre.

Y luego fueron mis manos
Arcoíris
un cuello que se brindaba
por un beso
y recibía los dientes del vampiro,
como si, la crueldad de la vida
no le bastara con la sangre de mis rodillas.

A veces, pinte mi mundo
de negro entero,
para que no reflejara la luz de los muertos
que caminaban sin cadenas
por todas las aceras
los que reían en el retrovisor
vendiendo un caramelo,

el flaco sin carnes
ya puras costillas
la abuela senil,
que cantaba una canción en la ventana.
Por eso cerré mis ojos
y tapé con odio mis oídos,
en mi pequeño mundito
a veces de puro gris.



Cenia Castro

Sentido, conmovedor y muy bello poema, Cenia. ...Hay mucho dolor pasado en tus versos, pero tu poesía es muy hermosa. Mis felicitaciones sinceras. Un abrazo.

Un poema con mucho que decir y una forma hermosa de decirlo.
Un abrazo.
Pepa

Un poema fuerte, con pulso y dirección. Me ha gustado leerte.
Abrazos, poeta,

[quote="Cenia Castro"]

De esas grietas que tenemos en la piel, y en el alma, brotan los versos como aguas que pueden arrastrar el dolor. Un abrazo.

Un poema que me ha gustado leer.

Saludos.

Sobrecoge cuando se acumula mucho dolor en una vida. Un placer leerte
Abrazos
Pilar

Cenia Castro escribió:Siempre era de aguasy estrellas,
de libélulas y de pajarillos,siempre de aguas/y cuando estas secaban

se multiplicaban desde los ojos,
como si temieran que dejaran
de beber los bichos del aire.

Salían desde las grietas
y las viejas heridas
que siempre tenía el rostro de ella...
Mi madre,
y luego fue mi burbuja
de los campos verdes,
para que sintiera el reflejo del sol
vigilando las ausencias de mi padre.

Y luego fueron mis manos
Arcoíris
un cuello que se brindaba
por un beso
y recibía los dientes del vampiro,
como si, la crueldad de la vida
no le bastara con la sangre de mis rodillas.

A veces, pinte mi mundo
de negro entero,
para que no reflejara la luz de los muertos
que caminaban sin cadenas
por todas las aceras
los que reían en el retrovisor
vendiendo un caramelo,

el flaco sin carnes
ya puras costillas
la abuela senil,
que cantaba una canción en la ventana.
Por eso cerré mis ojos
y tapé con odio mis oídos,
en mi pequeño mundito
a veces de puro gris.



Cenia Castro

Bello trabajo querida pintor y poeta Cenia, poetisa que sabe pintar con los versos. Que este trabajo sea un pilar más para superar tus inquietudes querida. Tony_Drüms.