No lo dudaría
Publicado: Sab, 26 Ene 2013 22:48
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Si pudiera traspasar esa atmósfera impenetrable,
ese oscuro y blindado cielo que son tus ojos,
quizá comprendiese ese mundo de híbrida fábula
del que hablan los callejones que te transitan
y sus insobornables duendes:
residentes laboriosos al servicio del insondable celaje
que cierra los escasos resquicios abiertos
-inusualmente desprotegidos-
en la trastienda de tu universo.
Si viviera en tus manos
podría tocar sin quemarme
ese fuego líquido que derrocha tu ser:
riada que abrasa todo aquello que te navega
las noches que la luna naufraga
en ese tu mar de estrellas torcidas
y cometas asesinos.
Si habitara tu pecho
podría escuchar la tormenta que inventa los rayos
que convierten en ceniza a todo aquel que acampa
sin invitación en la desnudez de tus orillas,
en las alas espinadas de tu silencio,
a todo aquel que piensa que puede guardar bajo llave
en su mediocre y hortera vitrina de luceros
un solo pedazo de alma tuya.
Y si pudiera no quererte,
si pudiera desandar el camino de tus ojos
tus manos y tu pecho,
y en algún oasis de extraordinaria lucidez,
tras la caótica disfunción sentimental
que habitualmente ha acompañado mis convulsos
e interminables otoños vividos junto a ti...
Creo poder afirmar -sin temor a equivocarme-
que no lo dudaría:
devolvería mi suerte
y regresaría al dulce incendio que me provoca
sentir de cerca tu mera presencia,
aun cuando hablamos sin escucharnos,
y nos tiramos los trastos a la cabeza,
y no nos soportamos
y nos odiamos
¡... y hasta nos fulminaríamos!,
y acabamos riendo,
(y reinventamos de nuevo la mañana)
Siempre tan lejanos,
siempre tan unidos;
como dos mitades de diferentes naranjas
pero del mismo árbol,
como un par de empecinados adolescentes
sacando la lengua
al amor
y a la vida.
__________
Si pudiera traspasar esa atmósfera impenetrable,
ese oscuro y blindado cielo que son tus ojos,
quizá comprendiese ese mundo de híbrida fábula
del que hablan los callejones que te transitan
y sus insobornables duendes:
residentes laboriosos al servicio del insondable celaje
que cierra los escasos resquicios abiertos
-inusualmente desprotegidos-
en la trastienda de tu universo.
Si viviera en tus manos
podría tocar sin quemarme
ese fuego líquido que derrocha tu ser:
riada que abrasa todo aquello que te navega
las noches que la luna naufraga
en ese tu mar de estrellas torcidas
y cometas asesinos.
Si habitara tu pecho
podría escuchar la tormenta que inventa los rayos
que convierten en ceniza a todo aquel que acampa
sin invitación en la desnudez de tus orillas,
en las alas espinadas de tu silencio,
a todo aquel que piensa que puede guardar bajo llave
en su mediocre y hortera vitrina de luceros
un solo pedazo de alma tuya.
Y si pudiera no quererte,
si pudiera desandar el camino de tus ojos
tus manos y tu pecho,
y en algún oasis de extraordinaria lucidez,
tras la caótica disfunción sentimental
que habitualmente ha acompañado mis convulsos
e interminables otoños vividos junto a ti...
Creo poder afirmar -sin temor a equivocarme-
que no lo dudaría:
devolvería mi suerte
y regresaría al dulce incendio que me provoca
sentir de cerca tu mera presencia,
aun cuando hablamos sin escucharnos,
y nos tiramos los trastos a la cabeza,
y no nos soportamos
y nos odiamos
¡... y hasta nos fulminaríamos!,
y acabamos riendo,
(y reinventamos de nuevo la mañana)
Siempre tan lejanos,
siempre tan unidos;
como dos mitades de diferentes naranjas
pero del mismo árbol,
como un par de empecinados adolescentes
sacando la lengua
al amor
y a la vida.
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