Vida (a mi padre, in memoriam)
Publicado: Mar, 22 Ene 2013 18:57
Hace unos días, el compañero J.J.M. Ferreiro, cuando me daba el pésame telefónicamente por el fallecimiento de mi padre, me decía, que seguro que escribía alguna cosa recordándolo.
Yo creía que no, pero al final, a veces en poesía, las cosas ruedan solas y aquí queda esto en homenaje a su recuerdo...y algo más...
Vida
Te fuiste con la noche y en silencio,
como se va la tarde,
como se marcha el viento cuando la calma llega
y deja sobre el campo y sobre el cuerpo
la gélida razón de un cielo límpido,
el llanto de la escarcha.
Te fuiste de repente, sin esperarlo apenas.
Cruzaste la frontera del mañana,
la oscuridad sin fin,
esa que alumbra con su gracia la fe,
cuando posees
del más allá divino la esperanza.
Te fuiste sin querer, nunca quisiste
aceptar que el final no es cosa nuestra,
y que no por obviarla,
deja nunca la muerte de contarnos los años,
de perseguir achaques,
de sentenciar ausencias.
Te aferraste a la vida con una voluntad
inquebrantable,
con una fortaleza que forjaron,
la guerra fraticida,
lo duro del cultivo de la tierra,
el peso existencial de un mundo árido
que silenciaba bocas, cortaba libertades,
y hacía de los miedos
un lazo de opresión e intransigencia.
Te fuiste sin adiós. Ahora ya sabes,
que el tiempo es un rincón de piel marchita
que mata los instantes, y conserva
intactos los recuerdos,
y que donde te encuentres, permaneces
eternamente vivo en la memoria
de aquellos que dejaste y te quisieron.
Lo que ignoras quizá, es que los días
no paran su reloj porque faltemos,
y la vida, esa vida que tanto codiciabas,
prosigue su camino y se renueva,
se renueva.
...Mi padre se marchó sin llegar a saber que iba a ser bisabuelo de nuevo.
Mario.
Yo creía que no, pero al final, a veces en poesía, las cosas ruedan solas y aquí queda esto en homenaje a su recuerdo...y algo más...
Vida
Te fuiste con la noche y en silencio,
como se va la tarde,
como se marcha el viento cuando la calma llega
y deja sobre el campo y sobre el cuerpo
la gélida razón de un cielo límpido,
el llanto de la escarcha.
Te fuiste de repente, sin esperarlo apenas.
Cruzaste la frontera del mañana,
la oscuridad sin fin,
esa que alumbra con su gracia la fe,
cuando posees
del más allá divino la esperanza.
Te fuiste sin querer, nunca quisiste
aceptar que el final no es cosa nuestra,
y que no por obviarla,
deja nunca la muerte de contarnos los años,
de perseguir achaques,
de sentenciar ausencias.
Te aferraste a la vida con una voluntad
inquebrantable,
con una fortaleza que forjaron,
la guerra fraticida,
lo duro del cultivo de la tierra,
el peso existencial de un mundo árido
que silenciaba bocas, cortaba libertades,
y hacía de los miedos
un lazo de opresión e intransigencia.
Te fuiste sin adiós. Ahora ya sabes,
que el tiempo es un rincón de piel marchita
que mata los instantes, y conserva
intactos los recuerdos,
y que donde te encuentres, permaneces
eternamente vivo en la memoria
de aquellos que dejaste y te quisieron.
Lo que ignoras quizá, es que los días
no paran su reloj porque faltemos,
y la vida, esa vida que tanto codiciabas,
prosigue su camino y se renueva,
se renueva.
...Mi padre se marchó sin llegar a saber que iba a ser bisabuelo de nuevo.
Mario.