Editorial Alaire

Marchitas las persas flores de anochecer,
cansinas las moles,
de no caer.

Mientras un enorme buitre observa,
mira que el ánimo muere,
y la carroña de su sombra llama a la caída,
mira y no deja de esperar,
de reír,
de tejer...

Un pastor sensación,
dibuja en sus ovejas
pensamientos,
divaga alimentando de pasto
su persona segunda,
su canción hecha vieja mesura,
sus pies tararean la forma,
la manera,
la desgracia de la lana,
la profunda herida de caminar terrestre,
de caminar sin erguir sus deseos...

El lobo aúlla deprisa,
como queriendo adelantar la antorcha de la satisfacción,
ladra y no muerde,
sueña con el ardor sanguíneo,
duerme sin poder beber...

Ya no son horas de ver el ocaso,
no es el tiempo aún de reír en luna,
es tiempo de perseguir las hojas del último árbol,
de la última era de la uña que ya no rasca,
que no pertenece más a las manos...

Un cuadro ha sido vendido,
el precio no lo sé.

Un hombre dormido,
tal vez despierte,
camine, y se siente al final del capítulo...


Sí, justo al final...

Un poema que no merece el cero.
Un placer leerlo y dejar mis saludos
y bendiciones, feliz 2013.

Magistral tu poema, ha sido un placer leerte, amigo
Sigue así que vas muy bien por los caminos del verso.

Feliz año 2013

Enigmático y pleno de poderosas imágenes, David. Es como si asistieramos a vidas superpuestas, a un collage de emociones revoltosas. Me ha encantado.

Salud y bienvenido seas a esta aula de poesía.

Hallie

Blanca N. García González,

Muchas gracias por leerme, un abrazo eterno digna dama, gracias también por la bienvenida...

Mariluz Reyes,


M;uchas gracias que bueno es verla en este espacio humilde, un abrazo eterno,...

Hallie Hernández Alfaro,


Muchas gracias por la bienvenida, un abrazo eterno, gracias también por haber pasado y dejar su comentario...

Marchitas las persas flores de anochecer,
cansinas las moles,
de no caer.

Mientras un enorme buitre observa,
mira que el ánimo muere,
y la carroña de su sombra llama a la caída,
mira y no deja de esperar,
de reír,
de tejer...

Un pastor sensación,
dibuja en sus ovejas
pensamientos,
divaga alimentando de pasto
su persona segunda,
su canción hecha vieja mesura,
sus pies tararean la forma,
la manera,
la desgracia de la lana,
la profunda herida de caminar terrestre,
de caminar sin erguir sus deseos...

El lobo aúlla deprisa,
como queriendo adelantar la antorcha de la satisfacción,
ladra y no muerde,
sueña con el ardor sanguíneo,
duerme sin poder beber...

Ya no son horas de ver el ocaso,
no es el tiempo aún de reír en luna,
es tiempo de perseguir las hojas del último árbol,
de la última era de la uña que ya no rasca,
que no pertenece más a las manos...

Un cuadro ha sido vendido,
el precio no lo sé.

Un hombre dormido,
tal vez despierte,
camine, y se siente al final del capítulo...


Sí, justo al final...
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Hermoso trabajo, amigo David, donde veo un buen desarrollo y una reseñable familiaridad metafórica en cada una de las estrofas.
Ha sido un placer leerte. Felicidades por el poema, me ha gustado.
Un cordial abrazo.

Rafel Calle,

Muchas gracias por su comentario, un abrazo eterno, profundo, un abrazo más

Elizabeth Barrio Paredes,

Muchas gracias digna dama poeta, un abrazo eterno. le agradezco tan lindo comentario...

Interesante propuesta con imágenes potentes. Una experiencia leerte.
un abrazo.
Pepa

Josefa A. Sánchez,


Muchas gracias por su visita dulce y digna dama, un abrazo eterno...

Arriba con este hermoso poema de David.

Un poema donde brillan hermosas y fuertes imágenes. Un placer pasar
Abrazos
Pilar