Tatuajes de mi alma
Publicado: Lun, 24 Dic 2012 0:41
Ahora que veo esas cavidades
hechas con el cemento de mi vida por una perforadora de sueños,
me acuerdo de los gritos de mi padre
especialmente diseñados para que los halcones suelten nuestras gallinas
desde el aire,
como un hechizo que aniquilaba al poder de sus garras
... Y en ese día
cuando el cielo olía a plumas arrancadas,
tuve que cazar mariposas descalzo
y esconder mi rostro entre ortigas
para anestesiar la operación en vivo de una sonrisa,
la iban a extirpar como a un tumor
y esconderla en el pecho abierto de ese ave
y recoser su carne
sonando entre sus costillas la última canción
para que corriera por los orificios del silencio, hasta el dolor...
Ahora que veo esos aceitosos cables
y no puedo creer que sean venas de la tierra,
que su sangre esté acumulada en las farolas
para luego explotar en las ventanas,
ahora recuerdo a mi padre buscando piedras en mis ojos
... eres un río, niño, me decía
y tal vez tenga que prestar tu agua
a los que tienen animales en el alma.
Y ahora tú , pobre cerezo,...¡creciste tan alto!,
... que nadie llega a recoger tus frutos;
nadie comprende que en tu corteza
no hay olvido para aquella mañana
cuando colgaron en tus ramas heladas
a los conejos que iban a degollar
para que sus vidas se escurrieran más rápido
y dejaron que fueran sus ojos
testigos de la amputación de mi infancia.
Tú sabes que no quise
soplar por ese caño de bambú
(introducido entre la piel y sus músculos inertes);
... soplar y soplar
hasta que se hincharon como balones;
pero me dijeron que mis pulmones
guardaban la respiración de un ángel
y que podía regalarles vida.
Nos miraban las hormigas, ¿te acuerdas?,
nos mordían con ensañamiento y no sentíamos nada,
éramos demasiado jóvenes para impedir la masacre,
... tan jóvenes que el vapor de los ladridos de los perros
nos envolvió en una nube devoradora de silencios.
¡Ay, pobre cerezo!.
No me preguntes a qué sabe la muerte,
he vuelto para ver si mi alma
es todavía un pájaro escondido en tu corona.
hechas con el cemento de mi vida por una perforadora de sueños,
me acuerdo de los gritos de mi padre
especialmente diseñados para que los halcones suelten nuestras gallinas
desde el aire,
como un hechizo que aniquilaba al poder de sus garras
... Y en ese día
cuando el cielo olía a plumas arrancadas,
tuve que cazar mariposas descalzo
y esconder mi rostro entre ortigas
para anestesiar la operación en vivo de una sonrisa,
la iban a extirpar como a un tumor
y esconderla en el pecho abierto de ese ave
y recoser su carne
sonando entre sus costillas la última canción
para que corriera por los orificios del silencio, hasta el dolor...
Ahora que veo esos aceitosos cables
y no puedo creer que sean venas de la tierra,
que su sangre esté acumulada en las farolas
para luego explotar en las ventanas,
ahora recuerdo a mi padre buscando piedras en mis ojos
... eres un río, niño, me decía
y tal vez tenga que prestar tu agua
a los que tienen animales en el alma.
Y ahora tú , pobre cerezo,...¡creciste tan alto!,
... que nadie llega a recoger tus frutos;
nadie comprende que en tu corteza
no hay olvido para aquella mañana
cuando colgaron en tus ramas heladas
a los conejos que iban a degollar
para que sus vidas se escurrieran más rápido
y dejaron que fueran sus ojos
testigos de la amputación de mi infancia.
Tú sabes que no quise
soplar por ese caño de bambú
(introducido entre la piel y sus músculos inertes);
... soplar y soplar
hasta que se hincharon como balones;
pero me dijeron que mis pulmones
guardaban la respiración de un ángel
y que podía regalarles vida.
Nos miraban las hormigas, ¿te acuerdas?,
nos mordían con ensañamiento y no sentíamos nada,
éramos demasiado jóvenes para impedir la masacre,
... tan jóvenes que el vapor de los ladridos de los perros
nos envolvió en una nube devoradora de silencios.
¡Ay, pobre cerezo!.
No me preguntes a qué sabe la muerte,
he vuelto para ver si mi alma
es todavía un pájaro escondido en tu corona.