La dama de los ojos de arco iris
Publicado: Jue, 27 Mar 2008 2:05
La dama de los ojos de arco iris
I-
Dama, dama de los ojos de arco iris,
reluciente templo brillando al alba,
eres como la imagen del gran Osiris:
brilla en el tiempo de las mañanas de lluvia.
Sobre las playas, los crustáceos bailaban
en la sombra de navíos olvidados,
y en lo alto, siempre los mares de azur
sobre tus senos brillaban, mi Venus del sur.
Tengo a Marte, hablándome de arroyos
y mares que suben las celosías,
son vientos rojos, vientos de aurora,
que me recuerdan al rostro de los lirios.
Rostro perfumado de astros verdosos
que son como piélagos en el cielo,
y al son de violines en la bruma azulada
como torres erguidas a la mirada de ninfas.
II-
Mirada violeta
Y, como el atardecer en las sierras,
se oye el eco de bandadas de aves,
ruiseñores, señores del campo
que sueñan el frágil viento en las ramas.
Mirada verde
También bosques en el lejano poniente
y murmullos de grillos y luciérnagas,
adueñándose de la brumosa tarde
donde el sol lastima a la luna naciente.
Mirada roja
Y el lucero que cae al horizonte
manchando de amatista el paisaje,
y las luces desvaneciéndose en lontananza
sobre arroyos y lagos de crisolito.
Mirada azul
Y si las mareas impasibles duermen
la noche imanta los sueños en estío;
desciende, desciende la noche azulada
y el guijarro de recuesta en la hierba.
III-
Miraba mi Venus los colores del pintor,
alciones posados en el busto de quimeras,
y el ruido del céfiro en sus cabellos
parecía el frágil danzar de las mareas.
Miraba a Marte, el dios de la guerra,
plantando en campos de Jerusalén
lirios, muchos lirios perfumados de astros
para adornar el paisaje de su vientre.
Ella me miraba, y yo a ella,
y luego paseábamos montados en nubes,
viendo desfilar a los heliotropos
boca abajo, sobre muelles de almizcle.
Y ella tenía el arco iris en la mirada.
21/01/2008
I-
Dama, dama de los ojos de arco iris,
reluciente templo brillando al alba,
eres como la imagen del gran Osiris:
brilla en el tiempo de las mañanas de lluvia.
Sobre las playas, los crustáceos bailaban
en la sombra de navíos olvidados,
y en lo alto, siempre los mares de azur
sobre tus senos brillaban, mi Venus del sur.
Tengo a Marte, hablándome de arroyos
y mares que suben las celosías,
son vientos rojos, vientos de aurora,
que me recuerdan al rostro de los lirios.
Rostro perfumado de astros verdosos
que son como piélagos en el cielo,
y al son de violines en la bruma azulada
como torres erguidas a la mirada de ninfas.
II-
Mirada violeta
Y, como el atardecer en las sierras,
se oye el eco de bandadas de aves,
ruiseñores, señores del campo
que sueñan el frágil viento en las ramas.
Mirada verde
También bosques en el lejano poniente
y murmullos de grillos y luciérnagas,
adueñándose de la brumosa tarde
donde el sol lastima a la luna naciente.
Mirada roja
Y el lucero que cae al horizonte
manchando de amatista el paisaje,
y las luces desvaneciéndose en lontananza
sobre arroyos y lagos de crisolito.
Mirada azul
Y si las mareas impasibles duermen
la noche imanta los sueños en estío;
desciende, desciende la noche azulada
y el guijarro de recuesta en la hierba.
III-
Miraba mi Venus los colores del pintor,
alciones posados en el busto de quimeras,
y el ruido del céfiro en sus cabellos
parecía el frágil danzar de las mareas.
Miraba a Marte, el dios de la guerra,
plantando en campos de Jerusalén
lirios, muchos lirios perfumados de astros
para adornar el paisaje de su vientre.
Ella me miraba, y yo a ella,
y luego paseábamos montados en nubes,
viendo desfilar a los heliotropos
boca abajo, sobre muelles de almizcle.
Y ella tenía el arco iris en la mirada.
21/01/2008