INALCANZABLE
Publicado: Lun, 17 Dic 2012 9:18
Inalcanzable has llegado a mis versos de agua
en las últimas horas del deseo,
con el sabor del mar inmenso en tus pupilas de niña,
cuando las palabras duermen
en el andén del último tren al infinito.
Y el insolente recorrido de tu piel
ha cubierto de miel los senderos
ocultos de la memoria olvidada.
Detenido en la calma de tus senos
he venido a vestir tu desnudez
con el imaginario deseo
de las palabras de fuego en las auroras ceniza
de mi cuerpo soñado entre tus dedos,
de mi furia dormida entre tus piernas,
de tu boca enredada en la hiedra
de mi boca,
de mi locura al galope de la llanura
inmensa de tu cuerpo altivo,
de mis manos atadas al remolino sentimiento
de un tango para dos
en la dulce soledad de tu almohada,
con la mirada clavada entre el cielo incombustible
de tus piernas infinitas
y mis manos de pecado.
Inalcanzable, has llegado demasiado tarde
a los ocasos dorados de mi memoria,
cuando apenas sienten las palabras
y los sueños duermen las horas impacientes
y los olvidos,
cuando los nidos vacios se llenan de ausencia,
cuando los relojes muerden
y los llantos reclaman los tiempos del deseo incontrolado,
y, sin embargo,
el infierno de tu cuerpo me ha devuelto
a los cielos del delirio entre tus pasos…
Llévame contigo al verde infinito
de tu mirada,
que nada es más amargo
que un alma en soledad,
ni sentir la verdad del sueño inalcanzable.
en las últimas horas del deseo,
con el sabor del mar inmenso en tus pupilas de niña,
cuando las palabras duermen
en el andén del último tren al infinito.
Y el insolente recorrido de tu piel
ha cubierto de miel los senderos
ocultos de la memoria olvidada.
Detenido en la calma de tus senos
he venido a vestir tu desnudez
con el imaginario deseo
de las palabras de fuego en las auroras ceniza
de mi cuerpo soñado entre tus dedos,
de mi furia dormida entre tus piernas,
de tu boca enredada en la hiedra
de mi boca,
de mi locura al galope de la llanura
inmensa de tu cuerpo altivo,
de mis manos atadas al remolino sentimiento
de un tango para dos
en la dulce soledad de tu almohada,
con la mirada clavada entre el cielo incombustible
de tus piernas infinitas
y mis manos de pecado.
Inalcanzable, has llegado demasiado tarde
a los ocasos dorados de mi memoria,
cuando apenas sienten las palabras
y los sueños duermen las horas impacientes
y los olvidos,
cuando los nidos vacios se llenan de ausencia,
cuando los relojes muerden
y los llantos reclaman los tiempos del deseo incontrolado,
y, sin embargo,
el infierno de tu cuerpo me ha devuelto
a los cielos del delirio entre tus pasos…
Llévame contigo al verde infinito
de tu mirada,
que nada es más amargo
que un alma en soledad,
ni sentir la verdad del sueño inalcanzable.