EL DIA QUE CREIMOS
Publicado: Lun, 03 Dic 2012 9:58
A veces, las palabras acuden a las orillas del alma
en las mañanas vacías de los pasos incansables
de los sentidos dolorosos del recuerdo,
y me encuentran solitariamente unido
a la pena interminable del tiempo detenido en los altos
de tu cuerpo dulce,
amargamente roto,
moribundo en los deseos ausentes de la vida,
con la carne justa
y el vacío a borbotones de tu distancia
oculta en las palabras huecas de la memoria inútil,
en la monotonía marchita
de las voces solitarias del olvido.
A veces cuando te miro en los momentos
lánguidos del hastío cotidiano,
revivo los sentidos del dolor oculto
y el llanto sabe a campo herido
por el tiempo dormido en los desiertos del alma,
y te recuerdo alguna vez entre los días sepultados
en las tumbas ingrávidas de las horas perdidas,
en las bocas tibias que amaron impacientes,
en las manos temblorosas
y en los llantos dulces de las miradas vivas,
en las pieles esparcidas y los cabellos ardientes
en los espacios ocultos de las sedas
con el sabor a sal de los mares de la alcoba,
en los pasados dolorosos que alguna vez vivimos
cuando fuimos las piedras del muro inexpugnable,
cuando éramos leyendas de dioses y de hadas
cuando aun eran los tiempos de creer
que el amor era un camino al infinito.
en las mañanas vacías de los pasos incansables
de los sentidos dolorosos del recuerdo,
y me encuentran solitariamente unido
a la pena interminable del tiempo detenido en los altos
de tu cuerpo dulce,
amargamente roto,
moribundo en los deseos ausentes de la vida,
con la carne justa
y el vacío a borbotones de tu distancia
oculta en las palabras huecas de la memoria inútil,
en la monotonía marchita
de las voces solitarias del olvido.
A veces cuando te miro en los momentos
lánguidos del hastío cotidiano,
revivo los sentidos del dolor oculto
y el llanto sabe a campo herido
por el tiempo dormido en los desiertos del alma,
y te recuerdo alguna vez entre los días sepultados
en las tumbas ingrávidas de las horas perdidas,
en las bocas tibias que amaron impacientes,
en las manos temblorosas
y en los llantos dulces de las miradas vivas,
en las pieles esparcidas y los cabellos ardientes
en los espacios ocultos de las sedas
con el sabor a sal de los mares de la alcoba,
en los pasados dolorosos que alguna vez vivimos
cuando fuimos las piedras del muro inexpugnable,
cuando éramos leyendas de dioses y de hadas
cuando aun eran los tiempos de creer
que el amor era un camino al infinito.