Ni mas ni menos palabras.
Publicado: Dom, 02 Dic 2012 4:53
Nuestras risas se acarician lentamente,
pues el tiempo se ha esfumado por la ventana.
No hay nada más bello bajo el humo de
nuestros cigarrillos, que ese amor titubeante
que consume nuestras vidas.
El tiempo no existe ya, sólo tu y yo bajo este amor
que tiñe mi piel de un púrpura exquisito.
Mis pezones proclaman tus besos y caricias.
Y mi lengua implora la tuya dentro de mi boca.
Y yo río porque no conozco el llanto; y tú hablas
porque la noche se ha posado en tus manos.
Tal vez mis dedos te hubieran escuchado; tal vez
mis poros te hubieran amado, pero el tiempo
fue nuestro y, bajo la noche, nos lo fumamos.
Entonces sacié mi sed con tu saliva porque,
como el tiempo y la vida, el alcohol también
se había esfumado por la ventana.
Y al despertar, después de lo ya esfumado,
tu cuerpo me fue nada salvo olvido.
Temblaba de frío, esclava de lo que penetraban missentidos.
Y me querías sin reproches porque
tus brazos se apareaban con los míos.
Hablábamos sin vernos porque el amor
se nos había quedado en el ayer, en la botella vacía al borde de la mesa.
Entonces mis ojos comenzaron a llorar, puesto que
ayer no conocía el llanto, pero hoy sí.
Porque el calor de la cama nos tejía los recuerdos del futuro.
Un futuro donde él estaría ahí, junto la botella de la vida vacía, esfumada.
Sin más ni menos. Sin palabras ni ilusiones.
Amando y odiando la silueta de la ventana sin regreso.
“Ni más ni menos palabras”, él diría mientras los ojos se evitan.
Y la triste silla se mecería en las patas de una nueva realidad
donde los amores no existen, solo el dolor de lo ya vivido.
pues el tiempo se ha esfumado por la ventana.
No hay nada más bello bajo el humo de
nuestros cigarrillos, que ese amor titubeante
que consume nuestras vidas.
El tiempo no existe ya, sólo tu y yo bajo este amor
que tiñe mi piel de un púrpura exquisito.
Mis pezones proclaman tus besos y caricias.
Y mi lengua implora la tuya dentro de mi boca.
Y yo río porque no conozco el llanto; y tú hablas
porque la noche se ha posado en tus manos.
Tal vez mis dedos te hubieran escuchado; tal vez
mis poros te hubieran amado, pero el tiempo
fue nuestro y, bajo la noche, nos lo fumamos.
Entonces sacié mi sed con tu saliva porque,
como el tiempo y la vida, el alcohol también
se había esfumado por la ventana.
Y al despertar, después de lo ya esfumado,
tu cuerpo me fue nada salvo olvido.
Temblaba de frío, esclava de lo que penetraban missentidos.
Y me querías sin reproches porque
tus brazos se apareaban con los míos.
Hablábamos sin vernos porque el amor
se nos había quedado en el ayer, en la botella vacía al borde de la mesa.
Entonces mis ojos comenzaron a llorar, puesto que
ayer no conocía el llanto, pero hoy sí.
Porque el calor de la cama nos tejía los recuerdos del futuro.
Un futuro donde él estaría ahí, junto la botella de la vida vacía, esfumada.
Sin más ni menos. Sin palabras ni ilusiones.
Amando y odiando la silueta de la ventana sin regreso.
“Ni más ni menos palabras”, él diría mientras los ojos se evitan.
Y la triste silla se mecería en las patas de una nueva realidad
donde los amores no existen, solo el dolor de lo ya vivido.