Resaca

[Rafel Calle]

Hermoso trabajo, amigo Enrique, que abres con una estrofa deliciosa, compacta y altamente evocadora para introducirte, bajo los efluvios de los espirituosos de turno, en un cántico de alborada donde haces mella en la problemática de tu ciudad. Ceuta clama. Ceuta, amor y melancolía de tu alma.

El lenguaje, sin aspavientos, con sencillez, cumple su función con una buena carga de hermosura entregada a la pasión transmisora.
El ritmo, con abundancia de dodecas, se aleja del clásico polirrítmico imparisílabo, lo cual le confiere una cadencia reseñable por estar menos trillada.

Ha sido un placer leerte. Felicidades por el poema; me recuerda a ciertas melancólicas alboradas que también un servidor solía transitar (ahora ya no, el cuerpo no da para eso ni para otros asuntos relacionados con la evasión de yo) en un intento de obstruir realidades que no por objetivas resultan menos dolorosas.

Un cordial abrazo.

[F. Enrique]

Gracias, Juan, es una auténtica gozada poder disfrutar de tus siempre sopesados comentarios. También yo he pensado muchas veces en la tendencia a escribir impregnados de tristeza que tenemos algunos y en el mérito de aquellos que exaltaron la alegría y salieron airosos. Pero, quizás porque mis primeros poetas fueron tristes, o porque la vida haya hecho que intente disfrutar las alegrías y no reflexionar sobre ellas, lo cierto es que mis poemas suelen ser tristes.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Gracias, Roberto, a veces quisiéramos no ver las cosas, asentarnos en la satisfacción de que todo va bien, vender un modelo con palabras hermosas que no quieren saber de una realidad difícil, aunque no compleja, desgraciadamente nada compleja. Es cierto lo que dices, existen resacas físicas y resacas emocionales, de las primeras uno mismo tiene la culpa, de las segunda creo que no.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Gracias, Rafel, no me resulta fácil hablar sobre este poema, sobre todo de su parte más delicada. Es verdad que las resacas producidas por las ingesta excesiva de alcohol pasan, aunque, a veces, te martillean durante un tiempo por las indiscreciones o estupideces que puedas llegar a decir, la otra yo la veo cada vez más agitada, me temo que a esto podemos llamarlo ya temporal.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Este poema, Juan, es de aquellos que me hace ver algo positivo en la constatación de que en mi ciudad se expulsara a la poesía hace ya mucho tiempo, necesitaban todo el espacio para colgar medallas. Ya se lo dije a alguien anteriormente pero me parece significativo; casi nadie sabe que Camoens es un poeta con una presencia importante en la historia de la ciudad, aparte de una calle, casi nadie sabría recitar un solo verso de su autoría.

Es duro el poema, sí, muy duro, no me había dado cuenta hasta qu´é punto. Gracias, Juan, por tus observaciones tan interesantes y tan bien expuestas..

Un abrazo.

[F. Enrique]

I Las resacas (físicas y emocionales) nos hacen naufragar en piélagos oscuros. La realidad acompaña en ese triste viaje y, ocasionalmente, algún labio de esperanza nos hace emerger de nuevo. Saludos.

Esta voz que llevo a oscuras, esta tristeza que ahora se arrastra en una calma aparente, esta falta de piedad tienen una responsable muy claro; la política cínica y escapista del rey de Marruecos. Ha logrado, entre otras cosas, que las niñas se escolaricen y ser aclamado en el Norte del país, pobre y desprotegido y con un poso amargo de su rebeldía ancestral. Pero permite como si no existieran el abuso y la humillación que sufren los subsaharianos por parte de los traficantes de personas.

Muchas gracias, Roberto, un abrazo.

[Ana Muela Sopeña]

En ti, incluso los pensamientos deslavazados son poesía... y además de la buena.

Me ha gustado mucho este poema de claroscuros, Enrique...

Felicidades
Un abrazo
Ana

[F. Enrique]

Este poema no es el tuyo e inmortal "Trenes en la niebla", ni siquiera se acerca al justamente celebrado "Guiones inacabados", pero cumple su función de transmitir la muerte de los inmigrantes en el mar, la injusticia que inconscientemente los europeos ceutíes cometíamos con los musulmanes ceutíes, era tal que muchos de ellos fueron apátridas hasta 1987 y escaparon al reparto de viviendas sociales. Parecíamos, por la convicción asumida de la superioridad de nuestra civilización, haber salido del muslo de Júpiter o de la pluma de Rudyard Kipling. Y para terminar el desconcierto de una resaca empapada en alcohol; aún recuerdo a Alberto Sordi, vestido de mujer y gimiendo en la acera cuando la fiesta hubo acabado, preguntándose quién era y qué perseguía en el momento que le dolía la cabeza y no se veía en la responsabilidad del día a día.

Me quedo muy satisfecho con tu rico y didáctico comentario, Rafel.

Un abrazo.

[E. R. Aristy]

I

Nubes y gaviotas gritan
bajo el oscuro sol de la mañana.
Tengo que cambiar este signo,
ahora que Dios mira para otro lado,
pensar que no todo se ha perdido
con el último tren de madrugada,
que en algún labio hay una sonrisa
para darme fuerzas,
para volver a algún sitio
después de la marejada.

II

En la lengua el sabor amargo que persiste
y en la cabeza las voces que no acaban,
los reflejos de los vasos que se rompen,
el alcohol derramado por los suelos.

Las farolas encendidas aunque sin luz,
en la primera hora de resaca,
en estas peñas que incitan al suicida,
este mar que recoge los cuerpos que soñaron.

En la falda del Hacho, el cementerio
sigue abriendo oquedades
que serán ocupadas por esquelas,
por nombres y jarrones, por pétalos marchitos.

Y los barcos cruzando el Estrecho,
y las almas vagando en la deriva
de una ciudad que muere en el perfume
que ayer la embadurnaba,
que se abre a un rumbo cierto
de plegaria en otra lengua que no entiende.

Esta ciudad, que fue refugio de Camoens,
en el ocaso de su sangre se debate,
ebria en su fracaso, confundida
por no haber compartido la miel en el pasado,
por no querer escuchar la voz de los que sufren
cuando sólo pedían caricias con los ojos.

Hermoso y evocador poema escrito con lucidez y encanto de melancólicas resonancias, Enrique. Me place encontrar su lectura hoy. Abrazos.

[F. Enrique]

Escribí este poema en uno de los períodos creativos más exuberante de mi vida. No medía los poemas, los dejaba tal como habían sonado en mi mente. Iba de aquí a allá sin saber lo que buscaba, pero sí lo que me dolía. Ahora todos somos unos muchachos correctos, pero aún hervía un poso de racismo que se reflejaba hiriente en los chistes y comentarios. En pocos años la comunidad musulmana será la más numerosa de Ceuta, y tendremos que luchar por el mantenimiento del Estado laico.

Muchas gracias, Ana. Un abrazo.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Magnífico, Enrique!! tanto en ritmo como en forma y fondo. Un lenguaje poético que desprende emoción, nostalgia y homenaje.

Todo un placer de lectura, querido amigo.

Abrazos.

[F. Enrique]

Me reconcilio con los musulmanes cada día, Roxane, ahora buscan el mejor colegio para sus hijos y hablan en andaluz costero occidentental casi constantemente. Me gusta esa proyección que tienen hacia el futuro. Recuerdo que alguna vez fui racista y participé sin saberlo en la idea de superioridad del hombre blanco. Esta actitud me dolerá siempre.

Gracias, Roxane, espero que te vaya bien con esta prueba a la que te enfrenta el azar.

Un abrazo.

[F. Enrique]

Mis poemas malditos no se parecen a los de Bukowski, intentan flirtear con la eufonía, insistir en el aroma romántico de los versos que me enseñaron y aún resuenan en mi oído, destrozado uno de ellos por mi manía de poner el volumen más alto en mis auriculares; soy un pequeño burgués que no imito a los míos. No soporto, hasta cierto punto el lenguaje soez del poeta americano que, quizás, bebió hasta la borrachera y sin pestañear, las enseñanzas del novelista del sexo crudo y sin adornos. La decadencia que nos enseñaron no se parece mucho a la genuina de los modernistas o parnasianos; Margarita Gautier ya no tiene un lugar en este mundo que devora a Billie Holiday cuando el cuerpo nos pide el drama eterno del martirio de una contralto.

Dejo, en este poema, unas pinceladas, apenas, de la tragedia de la inmigración y del horror del racismo, no estoy a la altura de Goya para interpretar la catarsis de un pueblo llano en un fusilamiento, cuando los ejecutores son mortales títeres que, en muchos casos, acabarían muriendo a hierro. Eso es todo en la desesperación de haber bebido más de la cuenta y tener que pagar un alto tributo que hace que nos duelan hasta las pestañas . Pienso que bebemos para olvidarnos de nosotros mismos y, sin embargo, se nos agolpan en la frente nuestros recuerdos más amargos y persistentes, el reconociento de que, por ese errático camino, no podemos ser útiles a la comunidad.

Muchas gracias, Ferreiro. Un abrazo.

[Julio Gonzalez Alonso]

Un poema de hace diez años, ¡y tan bueno! Me ha encantado este hallazgo como la sorpresa de un regalo. Felicitaciones, F. Enrique.
Salud.

[Antonio Justel]

... sólo decir, Francisco, poeta, que entre mil hubiese deslindado como tuyo este poema, pues que tal eres, tal y tan bien se te reconoce ¿ no es cierto ...??? SE te extrañaba por aquí; abur, amigo, con abrazo. a. justel/Orión