Editorial Alaire

Tu cintura de cera y el rimmel de tus ojos
pasean por la playa de la vieja avenida.
Miras las carreteras y los acantilados
curvos de Punta Almina.

Cruzas por las arenas y sigues alentando
las voces de otro tiempo, la luz que yo sentía.
El viento me acorrala y arropa mi silencio
por no tener salida .

Puedo morir de amor y romper los espejos,
abrigar con las manos la sombra de tu herida,
entregarme a este mar nuestro que nos aguarda,
desterrar la amargura que se agolpa en la orilla.
Mas no puedo arrancar con el rumor que llega
el calor de tus manos, la luz de tu sonrisa.

Tu cintura de cera y el rimmel de tus ojos
pasean por la playa de la vieja avenida,
miras el horizonte buscando una respuesta
del cielo a tu desdicha.

Azul para mis ojos será siempre tu alma,
velero que navega sïempre hacia la mía,
¡ay, perfume de rosa, corazón de poeta,
delirio que arrincona, ternura de una rima!

Cruzas por las arenas como una colegiala,
en el pecho una pena, la voz en la deriva,
y Cabo Negro al fondo que llega hasta tus manos
con el poniente undoso de los más claros días.

Me gustó el poema Enrique, la mezcla de versos descriptivos y versos de amor sincero y apasionado resulta muy atractiva.

Un abrazo.

Bonito poema de amor, amigo
Tiene una bella entrada, un buen desarrollo y un cierre logrado:

F. Enrique escribió:Tu cintura de cera y el rimmel de tus ojos
pasean por la playa de la vieja avenida.
...

Puedo morir de amor y romper los espejos,
abrigar con las manos la sombra de tu herida,
...
pasean por la playa de la vieja avenida,
miras el horizonte buscando una respuesta
del cielo a tu desdicha.

...
Cruzas por las arenas como una colegiala,
en el pecho una pena, la voz en la deriva,
y Cabo Negro al fondo que llega hasta tus manos
con el poniente undoso de los más claros días.

Enhorabuena,

Víctor

¡wow! Enrique, soberbio poema, he disfrutado enormemente de esos paisajes que destilan amor y ternura.

Un abrazo.

Un poema de entrega a más no poder...
Éste verso me ha parecido sublime:
El viento me acorrala y arropa mi silencio
por no tener salida.

Un verdadero placer pasar por tus versos.
Un abrazo.

Singulares coplas -al menos así las siento por sus rimas asonantes- donde más que la forma lo que sale a relucir estimado Enrique es el buen uso de la idea poética. Tu poesía si algo he notado en este tiempo que llevo leyéndote es que no es definitivamente plana, sino que tiene una serie de altos y bajos relieves que la hacen muy atractiva para el ojo lector. Te dejo un aplauso Enrique y estaremos leyéndonos.

Gracias, Israel, por tus palabras tan halagadoras. Como tú sabes, siempre intentamos buscar caminos para sentirnos a gusto con nuestra forma de escribir.

Un saludo.

Versos destinados a permanecer, por su vasta calidad y el sentimiento intenso que cantan.
Un placer.
Saludos, poeta

Definitivamente, Víctor, voy a suscribirme a ti para que me hables de mis poemas; acabas viendo todo bien. Gracias por tu amabilidad y simpatía.

Un abrazo.

Un hermoso paseo por las orillas del amor, de la mano de tus versos. Un placer acompañarte.
Un abrazo.
Pepa

Un placer, amigo, recitar en la lectura de tu magnífico poema.

Un abrazo

Guilelrmo

Me parece que me vas a sonrojar, Isabel, bueno, muchas gracias, estoy encantado de que te haya gustado el poema.

Un abrazo.

Ya sabes, Quinteño, que cuando exponemos un poema, en cierta forma, ya no nos pertenece, y es muy bueno que cada persona extraiga los versos que mejor le lleguen. No había acaparado en los versos que me resaltas y es cierto, a pesar de su sencillez extrema, quizás aprovechando el cambio de ritmo, están entre los más destacados del poema, no me toca a mí decir si eso significa mucho.

Gracias, Quinteño, un abrazo.

Cada comentario tuyo, Alberto es un reto, y creo que eso es muy bueno para que nos dejes un poco del sentido crítico que te desborda. Haces pensar en detalles que se nos escapan y que reflexionemos en algo tan difícil como es analizar lo que nosostros mismos hemos escrito, como además, en mi caso, al menos, me sueles dar unas valoraciones positivas, no solo no me enfandaré con ese enfant terrible tan necesario que llevas dentro, sino que le doy un abrazo.

Gracias, Alberto, ya sabes que valoro mucho tu opinión.

Gracias, Elizabeth, ¡cuánto me gustaría que lo que dices fuera una premonición! Siempre nos queda la realidad que nos mira con una sonrisa sospechosa, pero he de sentirme muy satisfecho con que a ti te haya gustado.

Un abrazo.