A los juglares...
Publicado: Lun, 15 Oct 2012 7:57
¡Qué cosas con los juglares
que ya por falta de cuerda,
persisten con lengua lerda
recalentando cantares!
Y no es que falten lugares
para el asomo del canto,
es sólo, que, mientras tanto
se queme incienso a la vaca,
se deja la mano flaca
sin sensación, sin encanto.
La búsqueda imprescindible,
voraz como la piraña,
pierde presencia en la entraña,
por libertad imposible.
Porque se torna invencible
el negro libertinaje,
que al novio lo vuelve paje
y a la Mujer, concubina,
por situación que culmina,
en despoblado ramaje.
¡Pero ay de aquellos cantores
que inventan el hilo oscuro!
Después vislumbran futuro
y son resucitadores
o genio y talento puro.
Lo digo con gentileza
-pues no se tome a pereza-
que aquellos al ver el techo,
advierten peso en su pecho
con singular ligereza.
Neoclásicos inventores...
Le ponen silva al soneto
y con afán indiscreto
se hacen llamar: "los mentores".
Mas no se entienda señores
que el bardo busca la gloria
entre en un palmar que la euforia
bautiza con tono vano;
el premio no está en la mano,
sino en la eterna memoria.
Y ya para no extenderme,
ni hacer del cedro la leña,
un verso se me despeña
de pronto a bien sucederme.
Si es propio que quede inerme
esta canción afanosa
no espero por tanto cosa
mayor a la fiel lectura;
no soy Juglar sin factura
o con escarcha lodosa.
Alberto
Madariaga
(2012)
que ya por falta de cuerda,
persisten con lengua lerda
recalentando cantares!
Y no es que falten lugares
para el asomo del canto,
es sólo, que, mientras tanto
se queme incienso a la vaca,
se deja la mano flaca
sin sensación, sin encanto.
La búsqueda imprescindible,
voraz como la piraña,
pierde presencia en la entraña,
por libertad imposible.
Porque se torna invencible
el negro libertinaje,
que al novio lo vuelve paje
y a la Mujer, concubina,
por situación que culmina,
en despoblado ramaje.
¡Pero ay de aquellos cantores
que inventan el hilo oscuro!
Después vislumbran futuro
y son resucitadores
o genio y talento puro.
Lo digo con gentileza
-pues no se tome a pereza-
que aquellos al ver el techo,
advierten peso en su pecho
con singular ligereza.
Neoclásicos inventores...
Le ponen silva al soneto
y con afán indiscreto
se hacen llamar: "los mentores".
Mas no se entienda señores
que el bardo busca la gloria
entre en un palmar que la euforia
bautiza con tono vano;
el premio no está en la mano,
sino en la eterna memoria.
Y ya para no extenderme,
ni hacer del cedro la leña,
un verso se me despeña
de pronto a bien sucederme.
Si es propio que quede inerme
esta canción afanosa
no espero por tanto cosa
mayor a la fiel lectura;
no soy Juglar sin factura
o con escarcha lodosa.
Alberto
Madariaga
(2012)