Editorial Alaire

Me nombras infinito por ser pastor de estrellas,
por brillarme los ojos como espejos
si al mirarte el verso me resbala de la mano
con las notas ardientes
del afecto prendido entre los labios.

Y tal vez te acompañe la razón.

Jamás me sentí huésped del invierno
porque en el pecho me ardieron siempre primaveras,
porque entre anocheceres de calimas y besos
brotaron los asombros
sin que el tiempo abriese la carcoma,
porque en fin paseamos nuestro amor
bajo un techo de blancas claraboyas.

Por eso traducimos los pálpitos calientes
volando como rojas mariposas
ceñidas a sus retos,
por eso en el jardín de los acerbos
donde la existencia clarifica sus celajes
sólo nos crecen rosas sin espinas.

*Andros

Hermoso trabajo, amigo José Luis, que celebra tu primera aportación para nuestro libro. Y yo, con lo cara que se ha puesto tu presencia, celebro verte por aquí.
Falta poco para Cuenca, allí celebraremos nuestra amistad.
Ha sido un placer leerte. Felicidades.
Un cordial abrazo.

Mucho ha tardado tu presencia y te echaba en falta.
Hermoso poema que refleja tu pensamiento positivo y amoroso
Abrazos
Pilar

Llegué al L-I y me parece que pusiste mucha leña en el asador de este poema.
El poeta es siempre huésped de las circunstancias y de su propia osadía
Buena osadía y circustancia las que recogiste en el pálpito caliente del poema.

un abrazo

Guillermo

[quote="José Luis Preciados Galán"]

Muy hermosos versos, José Luis. Me transmiten serenidad en esta noche de luna. Abrazos.

Editorial Alaire

Razones de un amor (L-I)

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