De niño a hombre, de hombre a niño
Publicado: Mar, 21 Ago 2012 8:00
¿Quién decide el oscuro designio de la orilla?
Los pasos iniciales siguen el itinerario de unos padres
viajeros hasta que el arlequín insigne del tiempo
les muestre una ciudad hospitalaria. Vivir en la doblez
de una burbuja sin color, sentir el diluvio de la alegría,
el corazón de los juegos, el ansia amarilla del océano.
Pero un día la hermosura se aja y en el cuerpo del niño
una vieja culebra ensombrece su canción. Nadie sabe
cómo es el ácido del temblor ni en qué oscuridad
los ojos no logran encender su marchita luz. Más allá,
en el laberinto del futuro, ese mismo niño
encontrará el umbral de los días blancos,
entonces la vida le enseñará su maquillaje y él
descubrirá el deseo, la inquietud y la belleza
en la pasión dormida de las horas. Y vendrá el amor
con el guiño exacto de la desventura, y también el lenguaje
con sus flores ambarinas construirá ecos donde las grandes
palabras mueran de hastío y desengaño. Hoy es un hombre
el que escribe mientras siente el peso de la deriva en sus
músculos fláccidos, en su cansado eje de sueños heridos,
en su razón maltratada. Cuando mira los surcos que el agua
dibuja en una ventana gris, otro niño- ese niño tan parecido
a su padre-se acerca y le arropa con su pequeña voz
y su gran abrazo de esperanza.
Los pasos iniciales siguen el itinerario de unos padres
viajeros hasta que el arlequín insigne del tiempo
les muestre una ciudad hospitalaria. Vivir en la doblez
de una burbuja sin color, sentir el diluvio de la alegría,
el corazón de los juegos, el ansia amarilla del océano.
Pero un día la hermosura se aja y en el cuerpo del niño
una vieja culebra ensombrece su canción. Nadie sabe
cómo es el ácido del temblor ni en qué oscuridad
los ojos no logran encender su marchita luz. Más allá,
en el laberinto del futuro, ese mismo niño
encontrará el umbral de los días blancos,
entonces la vida le enseñará su maquillaje y él
descubrirá el deseo, la inquietud y la belleza
en la pasión dormida de las horas. Y vendrá el amor
con el guiño exacto de la desventura, y también el lenguaje
con sus flores ambarinas construirá ecos donde las grandes
palabras mueran de hastío y desengaño. Hoy es un hombre
el que escribe mientras siente el peso de la deriva en sus
músculos fláccidos, en su cansado eje de sueños heridos,
en su razón maltratada. Cuando mira los surcos que el agua
dibuja en una ventana gris, otro niño- ese niño tan parecido
a su padre-se acerca y le arropa con su pequeña voz
y su gran abrazo de esperanza.