Breve elegía para Vicente Martín
Publicado: Dom, 29 Jul 2012 0:52
"Muere un poeta y toda la creación
se siente herida y moribunda en las entrañas"
(Miguel Hernández)
Vicente Martín porque no quiero que el silencio quiebre
el pulso excelso de tu voz, no voy a despedirte, bien lo sabes,
aunque ahora a estos versos les tenga que vestir de luto
y destile el instante un perfume de malva y crisantemo
que el espacio huele a paisaje con cipreses.
Aún así, para siempre no te has ido, la palabra no podrá permitirlo,
ni el poema puede quedarse viudo.
Traspasando los límites del tiempo,
sólo emprendiste un viaje hacia la ausencia y llegar
a donde el olvido, sobre la inmortaldad, nunca ha logrado su victoria.
Y seguirá tu voz abierta a la esperanza,
respirando con el latir de los poetas
que en los surcos del parnaso irán sembrando
tus versos inconclusos para que vuelvas a vivir cuando te nombren.
Tu distancia ha de ser página en blanco, y tu memoria,
el vacío que dejas al partir y llevarte contigo algo nuestro.
Se que has enmudecido como un adagio triste,
pero callada tu palabra continuará sonando en melódicos arpegios,
para que con el áurea de tu luz dancen de nuevo los poemas.
Así puede que vengas a cantar un salmo con nosotros,
cuando la vida sea sólo un resumen que estrena su mortaja,
y finalmente, con la cadencia que marque tu epitafio,
desde la eternidad, contigo podamos entonar su última nota.
se siente herida y moribunda en las entrañas"
(Miguel Hernández)
Vicente Martín porque no quiero que el silencio quiebre
el pulso excelso de tu voz, no voy a despedirte, bien lo sabes,
aunque ahora a estos versos les tenga que vestir de luto
y destile el instante un perfume de malva y crisantemo
que el espacio huele a paisaje con cipreses.
Aún así, para siempre no te has ido, la palabra no podrá permitirlo,
ni el poema puede quedarse viudo.
Traspasando los límites del tiempo,
sólo emprendiste un viaje hacia la ausencia y llegar
a donde el olvido, sobre la inmortaldad, nunca ha logrado su victoria.
Y seguirá tu voz abierta a la esperanza,
respirando con el latir de los poetas
que en los surcos del parnaso irán sembrando
tus versos inconclusos para que vuelvas a vivir cuando te nombren.
Tu distancia ha de ser página en blanco, y tu memoria,
el vacío que dejas al partir y llevarte contigo algo nuestro.
Se que has enmudecido como un adagio triste,
pero callada tu palabra continuará sonando en melódicos arpegios,
para que con el áurea de tu luz dancen de nuevo los poemas.
Así puede que vengas a cantar un salmo con nosotros,
cuando la vida sea sólo un resumen que estrena su mortaja,
y finalmente, con la cadencia que marque tu epitafio,
desde la eternidad, contigo podamos entonar su última nota.