Natalia
Publicado: Vie, 27 Jul 2012 14:22
I
Me desperté dormido y mientras tanto,
sobre la eslora gris de tu figura,
tallo la mansedumbre que fulgura
sobre el recuerdo pérfido y su manto.
Ya no te endoso dósis de un encanto
que a claras luces fue la calentura.
Hoy tiendo a deshilarte sin premura,
total que sobra vida y desencanto.
En el rencor te llevo, te desvisto...
¿Cuántas callejas negras mi andamiento
por escuchar tu imagen no conquisto?
Y en esta sed primera te presiento,
contradiciendo todo lo previsto
y dándole función al sentimiento.
Alberto Madariaga
(2011)
II
Tengo razón y suelo pronunciarme
a las armas que buscan tu coartada,
porque la noche vio desesperada,
cómo busqué tu voz sin derrumbarme.
Pero la opción correcta fue dejarme
y lo sostiene a ratos tu mirada,
llena de la violenta dentellada,
que hoy tiendes milagrosa a regalarme.
Eras mi amante ayer, pero la suerte
o ya la terquedad o el desatino
o el inconsciente pérfido de verte,
cuajaron en el hampa y lo cretino.
Es esa la premisa de perderte;
tu adiós, es sólo un gesto del destino.
III
Perdóname la falsa cantaleta
-necesidad de ser ante el olvido-
si vuelvo a sujetar lo sucedido ,
con ínfulas de aplomo y de cometa.
No espero que me aclares la faceta
que me brindó tu pecho en su latido,
sino ese molde sólido y nacido,
de la primera luz en tono asceta.
A falta de proverbios, los tenores
que rigen a mi verso son de mimbre,
buscando candidez en tus temblores.
O puede ser que no, si dicha escala
no alcanza el estallido de tu timbre
y mi dolor a ti se te resbala.
IV
No me pienses sin ti desvanecido,
aunque aclaro con gran convencimiento:
no tener tu tibieza es vil tormento
que soporto risueño y redimido.
Si pretendes oír: "Estoy jodido
y merezco por tanto tu escarmiento"
no te asombre mujer que lleve el viento,
sólo luz inefable en su silbido.
Pero cierto es también -en desenfado-
me produce profundo desagrado,
el saberte lejana de mi acera.
Y es que extraño tu verbo, tu cadera,
tu perfume, tu pelo enmarañado,
tu nocturna quietud, ¡tu primavera!
Alberto Madariaga
(2011)
Me desperté dormido y mientras tanto,
sobre la eslora gris de tu figura,
tallo la mansedumbre que fulgura
sobre el recuerdo pérfido y su manto.
Ya no te endoso dósis de un encanto
que a claras luces fue la calentura.
Hoy tiendo a deshilarte sin premura,
total que sobra vida y desencanto.
En el rencor te llevo, te desvisto...
¿Cuántas callejas negras mi andamiento
por escuchar tu imagen no conquisto?
Y en esta sed primera te presiento,
contradiciendo todo lo previsto
y dándole función al sentimiento.
Alberto Madariaga
(2011)
II
Tengo razón y suelo pronunciarme
a las armas que buscan tu coartada,
porque la noche vio desesperada,
cómo busqué tu voz sin derrumbarme.
Pero la opción correcta fue dejarme
y lo sostiene a ratos tu mirada,
llena de la violenta dentellada,
que hoy tiendes milagrosa a regalarme.
Eras mi amante ayer, pero la suerte
o ya la terquedad o el desatino
o el inconsciente pérfido de verte,
cuajaron en el hampa y lo cretino.
Es esa la premisa de perderte;
tu adiós, es sólo un gesto del destino.
III
Perdóname la falsa cantaleta
-necesidad de ser ante el olvido-
si vuelvo a sujetar lo sucedido ,
con ínfulas de aplomo y de cometa.
No espero que me aclares la faceta
que me brindó tu pecho en su latido,
sino ese molde sólido y nacido,
de la primera luz en tono asceta.
A falta de proverbios, los tenores
que rigen a mi verso son de mimbre,
buscando candidez en tus temblores.
O puede ser que no, si dicha escala
no alcanza el estallido de tu timbre
y mi dolor a ti se te resbala.
IV
No me pienses sin ti desvanecido,
aunque aclaro con gran convencimiento:
no tener tu tibieza es vil tormento
que soporto risueño y redimido.
Si pretendes oír: "Estoy jodido
y merezco por tanto tu escarmiento"
no te asombre mujer que lleve el viento,
sólo luz inefable en su silbido.
Pero cierto es también -en desenfado-
me produce profundo desagrado,
el saberte lejana de mi acera.
Y es que extraño tu verbo, tu cadera,
tu perfume, tu pelo enmarañado,
tu nocturna quietud, ¡tu primavera!
Alberto Madariaga
(2011)