Contigo
Publicado: Vie, 13 Jul 2012 23:33
Sólo tú llenas mi espacio de memoria,
espectro libertario que deambulas como adolescente en celo
desnudando la apetencia disoluta del pasado.
Mírame , hacedor de palabras y utopías,
ahora mientras la muerte nos cita en su liturgia
y por la vertiente de mis manos se despeñan
los últimos versos que te escribo,
quiero ofrecerte la patria de mi piel
para que pueda encontrar tu nombre exilio,
antes de que a tu funeral el alba me convoque
y desde el olvido de tu voz, el silencio
se convierta en verdugo que a la libertad lleve al cadalso.
Nada espero de ti, lo sabes bien.
No importa que tu vacío convierta en huérfanos de luz los días,
ni que a la penumbra de mis sueños te asomes
y a través ellos cabalgues a lomos del fracaso.
Hoy estoy aquí con un grito de abstinencia arañándome el deseo
y un pulso de fiebre que me incendia la carne
mientras con jirones de soledad voy zurciendo mis heridas
Pero sólo queda la decandencia que deja el tiempo en nuestros ojos
y el tibio despertar de una añoranza
para que se llenen los aljibes del futuro
de esa nostalgia lacerante que por los espejos transita
y a su paso nos va dejando una estela de cadáveres.
A quererte me enseñó quien nunca le han amado,
por eso desde la embriaguez y el llanto he aprendido a vivir,
y a caminar por el filo de la duda porque en cada pregunta,
como respuesta, sólo encuentro presagios de ceniza.
Aún así, jamás he renunciado a ti,
ni a ver crecer en los surcos del mañana
las espigas que puedan amasar el pan de la justicia
y quiero que el corazón de la tierra se agite
cuando sienta una leve sacudida de paz en mi costado
y que el exhausto latir de la esperanza
sobre el frío de la sinrazón nunca se apague.
espectro libertario que deambulas como adolescente en celo
desnudando la apetencia disoluta del pasado.
Mírame , hacedor de palabras y utopías,
ahora mientras la muerte nos cita en su liturgia
y por la vertiente de mis manos se despeñan
los últimos versos que te escribo,
quiero ofrecerte la patria de mi piel
para que pueda encontrar tu nombre exilio,
antes de que a tu funeral el alba me convoque
y desde el olvido de tu voz, el silencio
se convierta en verdugo que a la libertad lleve al cadalso.
Nada espero de ti, lo sabes bien.
No importa que tu vacío convierta en huérfanos de luz los días,
ni que a la penumbra de mis sueños te asomes
y a través ellos cabalgues a lomos del fracaso.
Hoy estoy aquí con un grito de abstinencia arañándome el deseo
y un pulso de fiebre que me incendia la carne
mientras con jirones de soledad voy zurciendo mis heridas
Pero sólo queda la decandencia que deja el tiempo en nuestros ojos
y el tibio despertar de una añoranza
para que se llenen los aljibes del futuro
de esa nostalgia lacerante que por los espejos transita
y a su paso nos va dejando una estela de cadáveres.
A quererte me enseñó quien nunca le han amado,
por eso desde la embriaguez y el llanto he aprendido a vivir,
y a caminar por el filo de la duda porque en cada pregunta,
como respuesta, sólo encuentro presagios de ceniza.
Aún así, jamás he renunciado a ti,
ni a ver crecer en los surcos del mañana
las espigas que puedan amasar el pan de la justicia
y quiero que el corazón de la tierra se agite
cuando sienta una leve sacudida de paz en mi costado
y que el exhausto latir de la esperanza
sobre el frío de la sinrazón nunca se apague.