AVATAR
Publicado: Lun, 25 Jun 2012 11:23
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AVATAR
(Del fr. avatar, y este del sánscr. avatâra 'descenso o encarnación de un dios'. DRAE)
(Apunte apresurado, sin sentido y a vuelapluma.Sin corrección -posible-)
No sé cómo hablarte de mi muerte
(del poema Pasajes bohemios. Helenacomite)
No sé cómo hablarte de mi muerte,
no recuerdo
con la exactitud que requiere la ocasión
cuando acaeció. Siquiera sé
-en realidad-
si alguna vez ejercí el verbo vivir
más allá de la apariencia
en el reflejo momentáneo de los otros.
Uno
-a fin
de cuentas, (porque esto es el final)- se sabe
un puro accidente( biológico,
claro está), un avatar
retorcido de ADN
que navega ciego, con los brazos extendidos,
dando( y recibiendo) tumbos en este légamo
absurdo de la existencia.
Helicoidal vacío, rarificado
gas de la risa
( la risa es una verdad
era arma letal).
Y uno
se sienta a separar
la paja
de las horas.
Estudia, con la determinación
del científico, los granos de la mies
que germinó en los calendarios:
los prueba, saborea el sabor acre de la nada
(¿ qúe otro sabor podría esperarse?).
No sabe a ciencia cierta
si la vida es un holograma
proyectado en las fachadas de los edificios
o una estúpida pérdida
de tiempo ( y tiempo no
me sobra).
Y meditar
si existe diferencia
entre estar muerto
o parecerlo es un juego cruel
(para juegos estamos
ahora, desangrándonos) con dados trucados.
No sé cómo hablarte de mi muerte.
Peor: no sé cómo
hablarte de mi vida(¿ qué vida?).
Tampoco vamos a rasgarnos
las vestiduras (a estas alturas
del vértigo hace frío),
ni el alma, si procede, por tan poco.
Al cabo
hay en ello
una ventaja: los muertos
no podemos morir.
2012
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AVATAR
(Del fr. avatar, y este del sánscr. avatâra 'descenso o encarnación de un dios'. DRAE)
(Apunte apresurado, sin sentido y a vuelapluma.Sin corrección -posible-)
No sé cómo hablarte de mi muerte
(del poema Pasajes bohemios. Helenacomite)
No sé cómo hablarte de mi muerte,
no recuerdo
con la exactitud que requiere la ocasión
cuando acaeció. Siquiera sé
-en realidad-
si alguna vez ejercí el verbo vivir
más allá de la apariencia
en el reflejo momentáneo de los otros.
Uno
-a fin
de cuentas, (porque esto es el final)- se sabe
un puro accidente( biológico,
claro está), un avatar
retorcido de ADN
que navega ciego, con los brazos extendidos,
dando( y recibiendo) tumbos en este légamo
absurdo de la existencia.
Helicoidal vacío, rarificado
gas de la risa
( la risa es una verdad
era arma letal).
Y uno
se sienta a separar
la paja
de las horas.
Estudia, con la determinación
del científico, los granos de la mies
que germinó en los calendarios:
los prueba, saborea el sabor acre de la nada
(¿ qúe otro sabor podría esperarse?).
No sabe a ciencia cierta
si la vida es un holograma
proyectado en las fachadas de los edificios
o una estúpida pérdida
de tiempo ( y tiempo no
me sobra).
Y meditar
si existe diferencia
entre estar muerto
o parecerlo es un juego cruel
(para juegos estamos
ahora, desangrándonos) con dados trucados.
No sé cómo hablarte de mi muerte.
Peor: no sé cómo
hablarte de mi vida(¿ qué vida?).
Tampoco vamos a rasgarnos
las vestiduras (a estas alturas
del vértigo hace frío),
ni el alma, si procede, por tan poco.
Al cabo
hay en ello
una ventaja: los muertos
no podemos morir.
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