ESPEJOS
Publicado: Mar, 29 May 2012 17:19
Buscó otros ojos profundos -el espejo de un sueño-
para ver las ansias por un nuevo lenguaje,
la transparencia del cristal para no equivocar la ruta,
aquella que cumplía su personal historia.
Necesitaba asirse al cambio generoso,
a ese camino que adornaba con el yo más hondo.
No eran muchas miradas pero estaba en ellas
en una alquimia pura de un horizonte sin fronteras.
Un corazón pequeño para tanta vida,
buscador incansable de retinas,
sintiendo la distancia entre los versos
si oía cantar las raíces y el fruto.
Allí la tierra y la esperanza, el mundo y sus veneros
donde el niño atrapaba las certezas
cuando aún no tenía heridas en el rostro
Hoy regresa con ojos limpios de utopía, de espirales sin vuelta
con las vísceras selladas de silencio.
Regresa sin hallar el gran sueño, la senda imbatible
cuando ensartaba cada madrugada las primeras orquídeas
en una hilatura de escasos reflejos.
Ya no le importa,
vuelve serena,
-mudos los equipajes del pasado
con los versos que no granaron-
No se queja del cántaro que no calmó su sed,
del grito que murió solo y sombrío.
Aunque sabe que también es lo que fue,
quiere miradas que acunen los sauces del río,
los cantos libres del vencejo, y los brotes
en mayos reventados de aroma y melodías.
Esa belleza
y el segundo de luz.
Ahora busca amor, un verso blanco
y su perro le lame las heridas
para ver las ansias por un nuevo lenguaje,
la transparencia del cristal para no equivocar la ruta,
aquella que cumplía su personal historia.
Necesitaba asirse al cambio generoso,
a ese camino que adornaba con el yo más hondo.
No eran muchas miradas pero estaba en ellas
en una alquimia pura de un horizonte sin fronteras.
Un corazón pequeño para tanta vida,
buscador incansable de retinas,
sintiendo la distancia entre los versos
si oía cantar las raíces y el fruto.
Allí la tierra y la esperanza, el mundo y sus veneros
donde el niño atrapaba las certezas
cuando aún no tenía heridas en el rostro
Hoy regresa con ojos limpios de utopía, de espirales sin vuelta
con las vísceras selladas de silencio.
Regresa sin hallar el gran sueño, la senda imbatible
cuando ensartaba cada madrugada las primeras orquídeas
en una hilatura de escasos reflejos.
Ya no le importa,
vuelve serena,
-mudos los equipajes del pasado
con los versos que no granaron-
No se queja del cántaro que no calmó su sed,
del grito que murió solo y sombrío.
Aunque sabe que también es lo que fue,
quiere miradas que acunen los sauces del río,
los cantos libres del vencejo, y los brotes
en mayos reventados de aroma y melodías.
Esa belleza
y el segundo de luz.
Ahora busca amor, un verso blanco
y su perro le lame las heridas