CARMÍN AMARGO
Publicado: Sab, 15 Mar 2008 12:39
CARMÍN AMARGO
Sin tu carmín amargo mi corazón carece
del lúdico placebo del vino de tus labios,
racimos que circundan el cielo de tu boca
desde el recuerdo abstemio que guardo de tu nombre.
Apuraré en la espuma del mar que me prescindes
la sed que decantaron tus brazos por mi espalda,
mientras me muere el tiempo a sorbos de amargura
en un reloj de arena sin playa, sin orilla.
Un faro vespertino me arrumba la nostalgia,
hacia el tacón de aguja –difuso- de tus pasos
anclándome en el pecho hirientes parasoles,
miliarios en las huellas vacías que dejaste.
De noche te concito al filo de la luna
hasta que rompe el alba con soles mi quimera
y azota mi silencio una ecuación de trinos
que burlan insolentes el luto que te guardo.
Quizá no nos nacimos el uno para el otro
y fueran nuestras vidas los versos contrapuestos
de algún poema escrito por una pluma etérea
que quiso sin nosotros volarse a lo más alto.
Equivocó la noche mi brújula sedienta
o se perdió en estrellas -confuso- tu astrolabio
y nos guiaron –necios- al fondo de este abismo
que incumple coordenadas de amor y de deseo.
Me queda -siempre queda- vacío de tu aliento,
carencia de tu boca, lujuria de tu escote,
tu beso en negativo borrándose en mi almohada
y lluvia -siempre lluvia- llorándome los ojos.
Si no vuelven a verse mi rabia y tu silencio
antes de que descorche la bruma nuestro olvido,
que sepas que tu boca quizá fingió a la mía
pero de nuestros labios bebieron los océanos.
Santiago Redondo Vega 15/03/08
Sin tu carmín amargo mi corazón carece
del lúdico placebo del vino de tus labios,
racimos que circundan el cielo de tu boca
desde el recuerdo abstemio que guardo de tu nombre.
Apuraré en la espuma del mar que me prescindes
la sed que decantaron tus brazos por mi espalda,
mientras me muere el tiempo a sorbos de amargura
en un reloj de arena sin playa, sin orilla.
Un faro vespertino me arrumba la nostalgia,
hacia el tacón de aguja –difuso- de tus pasos
anclándome en el pecho hirientes parasoles,
miliarios en las huellas vacías que dejaste.
De noche te concito al filo de la luna
hasta que rompe el alba con soles mi quimera
y azota mi silencio una ecuación de trinos
que burlan insolentes el luto que te guardo.
Quizá no nos nacimos el uno para el otro
y fueran nuestras vidas los versos contrapuestos
de algún poema escrito por una pluma etérea
que quiso sin nosotros volarse a lo más alto.
Equivocó la noche mi brújula sedienta
o se perdió en estrellas -confuso- tu astrolabio
y nos guiaron –necios- al fondo de este abismo
que incumple coordenadas de amor y de deseo.
Me queda -siempre queda- vacío de tu aliento,
carencia de tu boca, lujuria de tu escote,
tu beso en negativo borrándose en mi almohada
y lluvia -siempre lluvia- llorándome los ojos.
Si no vuelven a verse mi rabia y tu silencio
antes de que descorche la bruma nuestro olvido,
que sepas que tu boca quizá fingió a la mía
pero de nuestros labios bebieron los océanos.
Santiago Redondo Vega 15/03/08