Editorial Alaire

Ahora, aquí,
en esta soledad que soy yo mismo,
instalado en la inercia de un viento que me mueve,
pienso que he esperado creyendo que merezco,
que el sino que me marca desde mi nacimiento,
soledad y tristeza,
abandono y repudio,
preludio y señal eran de una especial herencia.

No hay raíz en tus dedos,
ni estructura en tus pasos.

Burlonas carcajadas aturden mis oídos.

No hay nada para ti,
te has engañado solo.
Cerraste tus ojos a la verdad desnuda,
cambiaste sus harapos por vestidos de gala.
Pero no has hecho más que bailar con la muerte.


Juan Marcos

Hermosa pero muy dura aproximación a la soledad, amigo Juan.
Ay, los solitarios, somos una especie que baila con sus consecuencias.
Ha sido un placer leerte. Felicidades por el poema.
Un cordia abrazo.

Tu poema es durísimo y muestra una soledad cerrada donde no cabe esperanza. A pesar de ello el poema tiene versos hermosos y los he disfrutado.
Abrazos
Pilar

Un introspectivo poema que se entrega a la soledad con la cercanía
magnífica de reflexivas metáforas.

un abrazo

Guillermo

Desolador poema, la decepción y el desengaño se palpan en cada uno de los versos. Ha sido interesante leerlo. Saludos cordiales.

Creo que es la primera vez que te leo, Juan, y francamente me llevo una gran impresión, ese diálogo con uno mismo, esas dos voces, tienen una gran fuerza poética para expresar un sentimiento tan triste como auténtico.

Un saludo cordial.

Cada uno se enfrenta a la idea de la soledad a su modo y uno es escribir versos tan buenos como estos. Un placer.
Un abrazo.
Pepa

Rafel, Pilar, Guillermo, Ramón, Juan Fionello y Josefa, estimados todos.

He leído de cada uno de ustedes algo de lo que han publicado en este sitio y en todos los caso reconozco méritos poéticos en originalidad y profundidad, razón por la que me siento muy complacido por el hecho de que, al leerlos, mis versos les hayan motivado a escribir sus generosos comentarios.

A todos: Gracias.

Juan Marcos

No puedo sino reconocer que este poema me gusta, me gusta mucho, en su desesperado mensaje, en su constatación crudísima y cruel. Saludos, Juan.

Juan Marcos escribió:Ahora, aquí,
en esta soledad que soy yo mismo,
instalado en la inercia de un viento que me mueve,
pienso que he esperado creyendo que merezco,
que el sino que me marca desde mi nacimiento,
soledad y tristeza,
abandono y repudio,
preludio y señal eran de una especial herencia.

No hay raíz en tus dedos,
ni estructura en tus pasos.

Burlonas carcajadas aturden mis oídos.

No hay nada para ti,
te has engañado solo.
Cerraste tus ojos a la verdad desnuda,
cambiaste sus harapos por vestidos de gala.
Pero no has hecho más que bailar con la muerte.


Juan Marcos

Se nada entre lo que nos dicen que somos y lo que somos realmente.
A veces apenas se logra flotar, otras se llega a la orilla, y se descubre esa isla que somos cada uno, efìmera y eterna mientras dura.
Probablemente hayas querido decir otra cosa, esto fue lo que el poema me dijo a mi.
Saludos Juan Marcos, Luna.-

Juan, un gusto leer este hermoso poema, muy bien plasmada la soledad.
Un saludo.

Admirable Juan Marcos:
No tenía el gusto de conocerte, y a través de este bellísimo poema, pareciera descubro las primeras facetas de un hombre diferente.
En efecto, la soledad es madre de todos los prejuicios, de todos los temores e injusticias, si ésta no es comprendida con serenidad y esperanza.
Tendemos a ser injustos con nosotros mismos; tendemos a confundir al amigo del adulador y al mentiroso del hombre seguro de sí mismo.
Magnífica oportunidad para la reflexión, pero sobre todo, para la introspección justa y razonada.
Un placer:
Arturo

La soledad afila cuchillos sobre nuestras propias llagas, Juan Marcos, un poema que asola y que se debería leer (al menos yo) con mucha luz. Y si me permites, no bailes con esa dama, da unos pisotones horribles.

Un fuerte abrazo.