Estaba todo oscuro
Publicado: Sab, 28 Abr 2012 11:34
Estaba todo oscuro.
Como salida de la noche negra
no encontraba camino la extrañeza.
La luz huía sin destino fijo.
La disconformidad del viento a ráfagas
pasaba del oeste al sur,
del norte al este. Sin control alguno
vagaba intermitente
desde el desequilibrio a la emoción
del miedo intempestivo.
Ahora me doy cuenta que estaba desalmado,
que tenía retardo en la espoleta
y que siempre volvía el tiro a la culata
por culpa de las indecisiones.
Resquebrajar el círculo vicioso
se me hace necesario
para encauzar la cuadratura.
Nada me imposibilita, definitivamente,
el buen adiestramiento
si soy capaz de ver
la última salida hacia la luz.
Evito comprender al enemigo que me busca
sin atenerse a mis razones,
porque hacer una guerra cada día
me merma la paciencia.
La ley de la naturaleza
a nadie legitima
para el abuso cruel,
aunque se abuse de ella impunemente.
Me sirvo de la realidad
para atrasar la hora
y conseguir que el tiempo
me regurgite un último minuto
para que yo y mis circunstancias
dispongamos de gracia suficiente
para pensar que somos uno
y que nos interdependemos.
Porque la oscuridad
vuelve a ser intrincada
como la noche misma,
la razón se me pone enferma y tengo
que interpretar la impertinencia
para librar a la verdad de la ignominia.
Quiero testimoniar
que el pacto entre el concepto
y la definición descubren
que los poderes de la química
no sirven para que la simple confusión
corrija el pensamiento.
Esmérate, me dije entonces,
y esa fue mi penúltima palabra.
(Continuará)
Como salida de la noche negra
no encontraba camino la extrañeza.
La luz huía sin destino fijo.
La disconformidad del viento a ráfagas
pasaba del oeste al sur,
del norte al este. Sin control alguno
vagaba intermitente
desde el desequilibrio a la emoción
del miedo intempestivo.
Ahora me doy cuenta que estaba desalmado,
que tenía retardo en la espoleta
y que siempre volvía el tiro a la culata
por culpa de las indecisiones.
Resquebrajar el círculo vicioso
se me hace necesario
para encauzar la cuadratura.
Nada me imposibilita, definitivamente,
el buen adiestramiento
si soy capaz de ver
la última salida hacia la luz.
Evito comprender al enemigo que me busca
sin atenerse a mis razones,
porque hacer una guerra cada día
me merma la paciencia.
La ley de la naturaleza
a nadie legitima
para el abuso cruel,
aunque se abuse de ella impunemente.
Me sirvo de la realidad
para atrasar la hora
y conseguir que el tiempo
me regurgite un último minuto
para que yo y mis circunstancias
dispongamos de gracia suficiente
para pensar que somos uno
y que nos interdependemos.
Porque la oscuridad
vuelve a ser intrincada
como la noche misma,
la razón se me pone enferma y tengo
que interpretar la impertinencia
para librar a la verdad de la ignominia.
Quiero testimoniar
que el pacto entre el concepto
y la definición descubren
que los poderes de la química
no sirven para que la simple confusión
corrija el pensamiento.
Esmérate, me dije entonces,
y esa fue mi penúltima palabra.
(Continuará)