Editorial Alaire

No hay estrellas y la luna ya no las espera.
Manuel Valero, Seis sonetos para Samia.

Ya no hay velas, ni remos,
ni áncoras de plata,
ni navíos que surquen las olas del océano
más profundo en tus labios.
Tampoco brillan luces en los valles,
ni en tus pechos de oro
se recoge la mano más amiga,
que pudiera llevarte por el camino
de la felicidad.

Estás callada, al otro lado
de las grandes lagunas; con tus piernas perfectas
que realzas con tacones como abismos.

Pero vives en ti, aunque estás muy sola
y no lo sepas todavía.
Cuando despiertes, también el templo
habrá sido pasto de las llamas
y los sacerdotes habrán prohibido
sacrificios y ofrendas a las diosas:

por obra de este viento huracanado,
por obra y gracias de estos locos ascensores
que buscan siempre su suicidio.

Hermosos versos en un poema que refleja un tiempo que pasa sin horizonte. Un gusto pasar por tus letras
Abrazos
Pilar

PILAR MORTE: Gracias, Pilar, por pasarte por mi poema. Ya ves que apenas puedo mandar algo para el foro. Un abrazo.

Magníficas imágenes en un poema bello en el que el amor o desamor se mueve en forma de parábola.

Un abrazo

Guillermo

Ha sido un gusto venir a estos hermosos versos. Un placer de lectura.
Un abrazo.
Pepa

Encantado de leer este poema tan hermoso, Juan. Con un saludo cordial.

Juan Vicedo escribió:No hay estrellas y la luna ya no las espera.
Manuel Valero, Seis sonetos para Samia.

Ya no hay velas, ni remos,
ni áncoras de plata,
ni navíos que surquen las olas del océano
más profundo en tus labios.
Tampoco brillan luces en los valles,
ni en tus pechos de oro
se recoge la mano más amiga,
que pudiera llevarte por el camino
de la felicidad.

Estás callada, al otro lado
de las grandes lagunas; con tus piernas perfectas
que realzas con tacones como abismos.

Pero vives en ti, aunque estás muy sola
y no lo sepas todavía.
Cuando despiertes, también el templo
habrá sido pasto de las llamas
y los sacerdotes habrán prohibido
sacrificios y ofrendas a las diosas:

por obra de este viento huracanado,
por obra y gracias de estos locos ascensores
que buscan siempre su suicidio.

Grandes versos en este suicidio que es la vida.

Saludos

Guillermo Cuesta: Te quedo muy agradecido por tus palabras. Es así como dices: se une la belleza del momento con la amenaza de un tiempo futuro que puede hacernos daño. Un abrazo.

JOSEFA SÁNCHEZ: Te agradezco mucho tus palabras en relación con el poema. Un saludo afectuoso.

JOAN PORT: Gracias, compañero, por tus palabras. Sí, la vida podía ser un río en la Edad Media, pero ahora las cosas van mucho más rápido. Un saludo.

Juan Vicedo escribió:No hay estrellas y la luna ya no las espera.
Manuel Valero, Seis sonetos para Samia.

Ya no hay velas, ni remos,
ni áncoras de plata,
ni navíos que surquen las olas del océano
más profundo en tus labios.
Tampoco brillan luces en los valles,
ni en tus pechos de oro
se recoge la mano más amiga,
que pudiera llevarte por el camino
de la felicidad.

Estás callada, al otro lado
de las grandes lagunas; con tus piernas perfectas
que realzas con tacones como abismos.

Pero vives en ti, aunque estás muy sola
y no lo sepas todavía.
Cuando despiertes, también el templo
habrá sido pasto de las llamas
y los sacerdotes habrán prohibido
sacrificios y ofrendas a las diosas:

por obra de este viento huracanado,
por obra y gracias de estos locos ascensores
que buscan siempre su suicidio.

Bellísimas imágenes nos dejas Juan.
Ha sido un placer de lectura que hace reflexionar sobre el abismo al que nos vemos expuestos.

Un abrazo grande.

RUBÉN FERNÁNDEZ: Gracias por dejar tu opinión sobre el poema. Un saludo muy cordial.

María Pilar Gonzalo: Te doy las gracias por tus palabras sobre el poema y porque me alegra que te haya gustado. (No estoy del todo de acuerdo con la famosa frase de Plauto: con mucha frecuencia somos mucho peores que lobos: los ejemplos de crueldad aparecen continuamente.) Un abrazo.

Editorial Alaire

PORQUE YA NO LLEGAN LAS ÁGUILAS.

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