Club de Jazz

Cuentos, historias, relatos, novelas, reportajes y artículos de opinión que no tengan que ver con la poesía, todo dentro de una amplia libertad de expresión y, sobre todo, siempre observando un escrupuloso respeto hacia los intervinientes.

Moderador: Hallie Hernández Alfaro

Marcel Bolsky
Mensajes: 76
Registrado: Mar, 07 Feb 2012 17:09

Club de Jazz

Mensaje sin leer por Marcel Bolsky »

El borde afilado de su nombre me cortaba los labios. Un denso ritmo de jazz acomodaba mis ojos al contoneo de sus caderas. La más sinuosa y lábil de las tentaciones se había vaciado completamente en aquel moldeado corpóreo. Tras ella mi voz cabalgó sobre el procaz tempo que sostenían los pizzicatos, tratando de alcanzarla en forma de la más lasciva de las caricias. Las notas sugirieron obscenos placeres: recuerdos cercanos de una piel, aromas que asaltaban alguno de mis sentidos castigado por la más atroz de las ausencias. El murmullo seco del hi hat me arrastraba... Cuando ella se volvió adiviné que no estaba sola. Intuí su cama ajena a mi amargo y lúbrico deseo. Sabía que su otrora abandono a mi lujuria, no se haría eco esta vez en el gemido que rae la noche cuando la locura se desata. Colgué mi desesperación en la sima caliente de su escote y cuando superé el vértigo de luces y sombras alcancé a ver su triunfo en el reflejo de mi triste derrota. Con su mirada me negó, sonriendo, el sabor de su carne. Hablamos, sí, aunque las palabras nacieran muertas. Propusimos, también, aunque el futuro no admitiera ya promesa alguna. Cuando se marchó, el denso ritmo de jazz acomodó mis ojos una vez más al contoneo de sus caderas. El saxo rió improvisando su burla de negrísimas cadencias. Desde la barra, la humedad de un bourbon me llamaba a un concierto de horas perdidas, a un deprimido y jodido solo sin ella...

Entonces me desperté. La boca pastosa. El acre sabor, consecuencia de la sucesión de los malos y peores tragos de horas anteriores, dominaba mi atenazado sentido del gusto. Utilicé el pulgar derecho para alzar levemente el ala del borsalino por encima de la mirada y comprobar que estaba en mi destartalado despacho, con los pies plantados sobre la revuelta mesa de trabajo.
Afuera, en la negritud de la noche, sonaban las sirenas de los coches policiales; confirmándome que el delito nunca descansa.
Al otro lado del cuchitril que me servía de oficina —la mayoría de las noches también de improvisado dormitorio— una puerta traslúcida me permitía adivinar, con difusa precisión al contraste de la tenue luz que llegaba del corredor exterior, el texto rotulado sobre el cristal:

Imagen
Mis enturbiados y somnolientos ojos aún se balanceaban en la primera curva de la o final, cuando el maldito teléfono comenzó a sonar estridentemente...
¡Coño! En ese momento sí que me despabilé de verdad: clamaba el puñetero despertador... las seis de la mañana. ¡Hala! a levantarse y a currar, como un verdadero campeón... Por los mocos de Djaggawul, que estoy hasta los mismísimos de ser un jodido currante.
Hernán Correa
Mensajes: 92
Registrado: Vie, 15 Jul 2011 12:01

Mensaje sin leer por Hernán Correa »

Me ha gustado mucho este relato, siempre es bueno tener sueños de jazz, a pesar de que no se haya podido caer en la sima de algún escote.
Mi felicitación y un saludo.
Marcel Bolsky
Mensajes: 76
Registrado: Mar, 07 Feb 2012 17:09

re: Club de Jazz

Mensaje sin leer por Marcel Bolsky »

Mucahs gracias, amigo Hernán. Efectivamente, cuán lejos puden llevarnos los sueños.
Un abrazo.
Hallie Hernández Alfaro
Mensajes: 19647
Registrado: Mié, 16 Ene 2008 23:20

Mensaje sin leer por Hallie Hernández Alfaro »

"El borde afilado de su nombre me cortaba los labios. Un denso ritmo de jazz acomodaba mis ojos al contoneo de sus caderas. La más sinuosa y lábil de las tentaciones se había vaciado completamente en aquel moldeado corpóreo. Tras ella mi voz cabalgó sobre el procaz tempo que sostenían los pizzicatos, tratando de alcanzarla en forma de la más lasciva de las caricias. Las notas sugirieron obscenos placeres: recuerdos cercanos de una piel, aromas que asaltaban alguno de mis sentidos castigado por la más atroz de las ausencias. El murmullo seco del hi hat me arrastraba... Cuando ella se volvió adiviné que no estaba sola. Intuí su cama ajena a mi amargo y lúbrico deseo. Sabía que su otrora abandono a mi lujuria, no se haría eco esta vez en el gemido que rae la noche cuando la locura se desata. Colgué mi desesperación en la sima caliente de su escote y cuando superé el vértigo de luces y sombras alcancé a ver su triunfo en el reflejo de mi triste derrota.
Con su mirada me negó, sonriendo, el sabor de su carne.
Hablamos, sí, aunque las palabras nacieran muertas.
Propusimos, también, aunque el futuro no admitiera ya promesa alguna.
Cuando se marchó, el denso ritmo de jazz acomodó mis ojos una vez más al contoneo de sus caderas. El saxo rió improvisando su burla de negrísimas cadencias. Desde la barra, la humedad de un bourbon me llamaba a un concierto de horas perdidas, a un deprimido y jodido solo sin ella... "


Sueño hermoso, espejos y realidades que no pueden superar los rastros del subconsciente. Me han gustado mucho las dos voces, la bidimensionadidad en el escritor que despierta.

Salud y felicidad, Marcel.
.
"He guardado la Luna en los cajones
por si vuelves de noche que te alumbre;
no te tardes, papá, que sin la lumbre
de tu amor no se encienden los fogones.'"

Esta cárcel sin ti, Ramón Olivares
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