TE PIENSO DE LEJOS
Publicado: Lun, 30 Ene 2012 22:51
Tú, diamante dormido, niña cíclope que duerme entre ruinas
y hallas longevas eras de canas discrepantes dialogando con tu cerebro.
La cobardía optimista enciende tu lecho y no duermes,
porque te distraen los remanentes de las horas inactivas
y sueñas todavía bajo la caricia del pánico
que el tiempo no es oro pulido,
que la llaga no es el invierno del último ósculo dedicado a tu vientre.
En tu garganta hay pasillos de sinuosa efervescencia,
en tu lengua anida el canto que nunca renunció al miedo.
Fueron los labios tus acordes disonantes, tus enérgicas negativas,
suicidios en el acantilado donde la saliva, espesa, engendró el nombre solitario.
Tú, cobarde, improbable promesa, invidente de necias ínfulas.
En tu privado extravío
cierras sin arbitrio los jeroglíficos indescifrables grabados en tus manos,
y en tus hombros cohabitan el lastre eficaz de fatiga perdurable
y los sacrificios sin relevancia.
En el índice de tu memoria
aún suena el amén disuelto sobre el glosario empolvado
y un dejo de humanidad permanece al borde de tu pupila
tras las nubes delgadas que te enfriaron el alma.
No me obligues a quererte, no me muestres tus sinapsis seniles,
porque ahíto tengo el aullido y desdentado está mi amparo.
Hay trances apurados en tu memoria, hay saldos de antigua sombra,
estrechez en mi talento, holgura en mi óbito.
Niégame, desatiéndeme,
que te pienso de lejos, en el sombrío recuerdo sin apelativo.
y hallas longevas eras de canas discrepantes dialogando con tu cerebro.
La cobardía optimista enciende tu lecho y no duermes,
porque te distraen los remanentes de las horas inactivas
y sueñas todavía bajo la caricia del pánico
que el tiempo no es oro pulido,
que la llaga no es el invierno del último ósculo dedicado a tu vientre.
En tu garganta hay pasillos de sinuosa efervescencia,
en tu lengua anida el canto que nunca renunció al miedo.
Fueron los labios tus acordes disonantes, tus enérgicas negativas,
suicidios en el acantilado donde la saliva, espesa, engendró el nombre solitario.
Tú, cobarde, improbable promesa, invidente de necias ínfulas.
En tu privado extravío
cierras sin arbitrio los jeroglíficos indescifrables grabados en tus manos,
y en tus hombros cohabitan el lastre eficaz de fatiga perdurable
y los sacrificios sin relevancia.
En el índice de tu memoria
aún suena el amén disuelto sobre el glosario empolvado
y un dejo de humanidad permanece al borde de tu pupila
tras las nubes delgadas que te enfriaron el alma.
No me obligues a quererte, no me muestres tus sinapsis seniles,
porque ahíto tengo el aullido y desdentado está mi amparo.
Hay trances apurados en tu memoria, hay saldos de antigua sombra,
estrechez en mi talento, holgura en mi óbito.
Niégame, desatiéndeme,
que te pienso de lejos, en el sombrío recuerdo sin apelativo.