La llegada
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- Ramón Carballal
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La llegada
Después el hierro y sus ventanas anfibias
o el sonido metálico de los centinelas
que huyen con el presagio y la aurora
como topos emboscados.
El taxi nos arropa, su seno es blanco como
la premura -no olvides madre las cenefas del miedo
o el corazón como alguacil de mi fe-.
Hay fiebre aquí en los ojos amarillos del tráfico
y canciones sin párpado tan azules como un noviembre
herido.
Pero a mi me gusta este ronroneo de hélices, las palabras
sin idioma o los semáforos que huelen a sal y a estertor.
La ciudad se agita como un tiovivo, de sus venas subterráneas
surge la luz y la conciencia. Yo me refugio entre caobas y sol,
como un príncipe que añora el color de la música, el verbo cuya
imaginación es astucia.
Mi hastío nunca se arrodilló y en los lúgubres carteles,
en los bares amorfos, en las terrazas de un solo hemisferio
yo anuncié mis pasos de sinsabor y cicuta.
¿Queda, quizá, la siniestra finitud de un cuerpo que ya es lejanía?
Como un cruce de caminos el horizonte se agranda, se agranda.
- Víctor F. Mallada
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Re: La llegada
Ramón Carballal escribió:
...
Mi hastío nunca se arrodilló y en los lúgubres carteles,
en los bares amorfos, en las terrazas de un solo hemisferio
yo anuncié mis pasos de sinsabor y cicuta.
...
Poema muy existencial el que aquí nos presentas, Ramón.
Muy bien estructurado, muy bonito, a pesar del "ambiente" que dejas entrever.
Cito la estrofa anterior como un buen ejemplo de ritmo explícito, cosa que otras veces no haces en tus poemas.
Un abrazo,
Víctor
- lazaro Habana
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Re: La llegada
Siempre encuentro versos exquisitos en tus poemas, además de las imágenesRamón Carballal escribió:El tren es una oruga de magnolias y azahar.
Después el hierro y sus ventanas anfibias
o el sonido metálico de los centinelas
que huyen con el presagio y la aurora
como topos emboscados.
El taxi nos arropa, su seno es blanco como
la premura-no olvides madre las cenefas del miedo
o el corazón como alguacil de mi fe-.
Hay fiebre aquí en los ojos amarillos del tráfico
y canciones sin párpado tan azules como un noviembre
herido.
Pero a mi me gusta este ronroneo de hélices, las palabras
sin idioma o los semáforos que huelen a sal y a estertor.
La ciudad se agita como un tiovivo, de sus venas subterráneas
surge la luz y la conciencia. Yo me refugio entre caobas y sol,
como un príncipe que añora el color de la música, el verbo cuya
imaginación es astucia.
Mi hastío nunca se arrodilló y en los lúgubres carteles,
en los bares amorfos, en las terrazas de un solo hemisferio
yo anuncié mis pasos de sinsabor y cicuta.
¿Queda, quizá, la siniestra finitud de un cuerpo que ya es lejanía?
Como un cruce de caminos el horizonte se agranda, se agranda.
que brindan. Tratas los temas con tu originalidad. El trabajo de colocar los adjetivos
con el cuidado propio de quien cincela una estatua de cristal, es grandioso.
Muy bueno como siempre Ramón
Abrazos
lázaro
Hay que estar loco.
A la literatura, al amor y a los animales
no se les puede hacer trampas.
- Marisa Peral
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Re: La llegada
---Ramón Carballal escribió:
El tren es una oruga de magnolias y azahar.
Después el hierro y sus ventanas anfibias
o el sonido metálico de los centinelas
que huyen con el presagio y la aurora
como topos emboscados.
El taxi nos arropa, su seno es blanco como
la premura-no olvides madre las cenefas del miedo
o el corazón como alguacil de mi fe-.
Hay fiebre aquí en los ojos amarillos del tráfico
y canciones sin párpado tan azules como un noviembre
herido.
Pero a mi me gusta este ronroneo de hélices, las palabras
sin idioma o los semáforos que huelen a sal y a estertor.
La ciudad se agita como un tiovivo, de sus venas subterráneas
surge la luz y la conciencia. Yo me refugio entre caobas y sol,
como un príncipe que añora el color de la música, el verbo cuya
imaginación es astucia.
Mi hastío nunca se arrodilló y en los lúgubres carteles,
en los bares amorfos, en las terrazas de un solo hemisferio
yo anuncié mis pasos de sinsabor y cicuta.
¿Queda, quizá, la siniestra finitud de un cuerpo que ya es lejanía?
Como un cruce de caminos el horizonte se agranda, se agranda.
Todo el poema es magnífico pero me han encantado el primero y el último verso y ese "ronroneo de hélices" un contraste estupendo con la tristeza que se adivina en los demás.
Estupendo, maestro, un placer aprender contigo.
Un abrazo.
Marisa Peral Sánchez
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re: La llegada
Abrazos
Pilar
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- Ramón Carballal
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Re: La llegada
Gracias, Víctor, por tu lectura y comentario. Un abrazo.Víctor Mallada Bayón. escribió:Ramón Carballal escribió:
...
Mi hastío nunca se arrodilló y en los lúgubres carteles,
en los bares amorfos, en las terrazas de un solo hemisferio
yo anuncié mis pasos de sinsabor y cicuta.
...
Poema muy existencial el que aquí nos presentas, Ramón.
Muy bien estructurado, muy bonito, a pesar del "ambiente" que dejas entrever.
Cito la estrofa anterior como un buen ejemplo de ritmo explícito, cosa que otras veces no haces en tus poemas.
Un abrazo,
Víctor
-
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Re: La llegada
Ramón Carballal escribió:El tren es una oruga de magnolias y azahar.
Después el hierro y sus ventanas anfibias
o el sonido metálico de los centinelas
que huyen con el presagio y la aurora
como topos emboscados.
El taxi nos arropa, su seno es blanco como
la premura-no olvides madre las cenefas del miedo
o el corazón como alguacil de mi fe-.
Hay fiebre aquí en los ojos amarillos del tráfico
y canciones sin párpado tan azules como un noviembre
herido.
Pero a mi me gusta este ronroneo de hélices, las palabras
sin idioma o los semáforos que huelen a sal y a estertor.
La ciudad se agita como un tiovivo, de sus venas subterráneas
surge la luz y la conciencia. Yo me refugio entre caobas y sol,
como un príncipe que añora el color de la música, el verbo cuya
imaginación es astucia.
Mi hastío nunca se arrodilló y en los lúgubres carteles,
en los bares amorfos, en las terrazas de un solo hemisferio
yo anuncié mis pasos de sinsabor y cicuta.
¿Queda, quizá, la siniestra finitud de un cuerpo que ya es lejanía?
Como un cruce de caminos el horizonte se agranda, se agranda.
Siempre es una aventura sinigual leerte.
Abrazos,
ERA
¿y si en tu sueño, soñaras?
¿y si soñaras que ibas al cielo y allí recogias una extraña y hermosa flor?
¿y si cuando despertaras tuvieras la flor en tu mano?
¿Ah?
¿entonces qué?
Samuel Taylor Coleridge
translation by E.R.A.
- Josefa A. Sánchez
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- Ramón Carballal
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Re: La llegada
Gracias, Lázaro, por la amabilidad de tus palabras. Un abrazo.lazaro Habana escribió:Siempre encuentro versos exquisitos en tus poemas, además de las imágenesRamón Carballal escribió:El tren es una oruga de magnolias y azahar.
Después el hierro y sus ventanas anfibias
o el sonido metálico de los centinelas
que huyen con el presagio y la aurora
como topos emboscados.
El taxi nos arropa, su seno es blanco como
la premura-no olvides madre las cenefas del miedo
o el corazón como alguacil de mi fe-.
Hay fiebre aquí en los ojos amarillos del tráfico
y canciones sin párpado tan azules como un noviembre
herido.
Pero a mi me gusta este ronroneo de hélices, las palabras
sin idioma o los semáforos que huelen a sal y a estertor.
La ciudad se agita como un tiovivo, de sus venas subterráneas
surge la luz y la conciencia. Yo me refugio entre caobas y sol,
como un príncipe que añora el color de la música, el verbo cuya
imaginación es astucia.
Mi hastío nunca se arrodilló y en los lúgubres carteles,
en los bares amorfos, en las terrazas de un solo hemisferio
yo anuncié mis pasos de sinsabor y cicuta.
¿Queda, quizá, la siniestra finitud de un cuerpo que ya es lejanía?
Como un cruce de caminos el horizonte se agranda, se agranda.
que brindan. Tratas los temas con tu originalidad. El trabajo de colocar los adjetivos
con el cuidado propio de quien cincela una estatua de cristal, es grandioso.
Muy bueno como siempre Ramón
Abrazos
lázaro
- Ramón Carballal
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Re: La llegada
Eres muy generosa, Marisa. Un abrazo y gracias por comentar.Marisa Peral escribió:---Ramón Carballal escribió:
El tren es una oruga de magnolias y azahar.
Después el hierro y sus ventanas anfibias
o el sonido metálico de los centinelas
que huyen con el presagio y la aurora
como topos emboscados.
El taxi nos arropa, su seno es blanco como
la premura-no olvides madre las cenefas del miedo
o el corazón como alguacil de mi fe-.
Hay fiebre aquí en los ojos amarillos del tráfico
y canciones sin párpado tan azules como un noviembre
herido.
Pero a mi me gusta este ronroneo de hélices, las palabras
sin idioma o los semáforos que huelen a sal y a estertor.
La ciudad se agita como un tiovivo, de sus venas subterráneas
surge la luz y la conciencia. Yo me refugio entre caobas y sol,
como un príncipe que añora el color de la música, el verbo cuya
imaginación es astucia.
Mi hastío nunca se arrodilló y en los lúgubres carteles,
en los bares amorfos, en las terrazas de un solo hemisferio
yo anuncié mis pasos de sinsabor y cicuta.
¿Queda, quizá, la siniestra finitud de un cuerpo que ya es lejanía?
Como un cruce de caminos el horizonte se agranda, se agranda.
Todo el poema es magnífico pero me han encantado el primero y el último verso y ese "ronroneo de hélices" un contraste estupendo con la tristeza que se adivina en los demás.
Estupendo, maestro, un placer aprender contigo.
Un abrazo.
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re: La llegada
Siempre excelentes imágenes y buenos versos en tus poemas, amigo mío. Un abrazo.
Mario.
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