Editorial Alaire

Si los dioses no anduvieran
siempre en sus galanteos y simulaciones,
disfrazados y metamorfoseados en cualquier cosa,
deseando la posesión y penetración del otro;
inquietos y celosos por la oración y el rezo
y anhelando siempre el culto de latría,
habría trigo en las era y el agua se nos daría abundante.

Si los dioses y diosas
se olvidaran por siempre de sus espejos
y no robasen el nácar de las perlas,
la mujer que acarrea leña desde el amanecer
podría dedicarse a las bellas arte
y pintar la cerámica de barro.
La tinaja de aceite brillaría en el sótano
y el vino y la cerveza no faltarían nunca
en los convites y celebraciones nupciales.

Pero los dioses siguen en sus columpios,
o cazan mariposas,
o malgastan su eternidad
contando los guijarrros áureos y argentinos,
porque desprecian el cobre y la pirita.

Y aunque se caiga al suelo la bóveda celeste,
los dioses se emparejan con los dioses
y las diosas se besan en la boca
o se acarician senos que no saben de amor.

Es muy fuerte tu poema, pero es que la vida es tan dura para muchos que la desolación y el dolor hacen escribir versos como estos. Creo que el poema está escrito desde un segundo límite.
Abrazos
Pilar

Si los seres humanos, en lugar de los dioses, contravinieran todo lo reflejado en tu poema...otro gallo cantaría Juan. Saludos compañero.

Pilar Morte: Gracias, amiga, por tus palabras. A veces el hombre se encuentra solo, inventa sus dioses, que luego, inevitablemente, lo dejan abandonado. Poca ayuda puede esprarse de un ser ficticio. Gracias de nuevo y felices navidades. Un abrazo.

Juan Vicedo escribió:Si los dioses no anduvieran
siempre en sus galanteos y simulaciones,
disfrazados y metamorfoseados en cualquier cosa,
deseando la posesión y penetración del otro;
inquietos y celosos por la oración y el rezo
y anhelando siempre el culto de latría,
habría trigo en las era y el agua se nos daría abundante.

Si los dioses y diosas
se olvidaran por siempre de sus espejos
y no robasen el nácar de las perlas,
la mujer que acarrea leña desde el amanecer
podría dedicarse a las bellas arte
y pintar la cerámica de barro.
La tinaja de aceite brillaría en el sótano
y el vino y la cerveza no faltarían nunca
en los convites y celebraciones nupciales.

Pero los dioses siguen en sus columpios,
o cazan mariposas,
o malgastan su eternidad
contando los guijarrros áureos y argentinos,
porque desprecian el cobre y la pirita.

Y aunque se caiga al suelo la bóveda celeste,
los dioses se emparejan con los dioses
y las diosas se besan en la boca
o se acarician senos que no saben de amor.

Dioses en nosotros. Habitamos sensaciones en cada gesto.
Muy sentido Juan.

saludos

lázaro

LÁZARO HABANA: Gracias por tus letras. Será un poco duro lo de "ser poeta"; pero hay que intentarlo. Un saludo.

JAVIER CAÑAS: Como teníamos que justificar nuestras debilidades inventamos a los dioses, para que nos echaran una mano. Gracias por tus palabras. Felicidades.

Juan Vicedo escribió:LÁZARO HABANA: Gracias por tus letras. Será un poco duro lo de "ser poeta"; pero hay que intentarlo. Un saludo.

Basta con la intención del intento
para cambiar la visión del sentimiento Juan,
luego te montas en la carroza
de los dioses y no desciendes porque el sabor del dolor se hace dulce.

Abrazos

lázaro