Nómadas de piel despierta
Publicado: Sab, 10 Dic 2011 12:43
Con un mar por testigo,
dispersábamos los cantos de la nada inagotable.
En el delirio, en la condena,
contemplábamos sin su concha la carne de los hombres.
Y, súbitamente, como brotes de luz anidados en un sol demasiado blando,
comenzamos a desear desesperadamente,
el olor de la tierra amante, extraña… húmeda,
Corríamos los senderos que se escapan
donde el cielo se empaña de oro,
Explorábamos los términos más profundos del lago
donde la luna lo penetra con sus manos congestionadas.
Deseábamos, intentábamos buscar,
el repentino golpe de toda el agua al doblar de una esquina.
Está claro que la imaginación se averigua en el entusiasmo.
Pero a nosotros, el agua no nos llega.
No nos basta la vida ni sus ímpetus.
No sangra ese cuchillo que segrega a la madre
como una atmósfera recién llorada.
Los días, en nosotros,
se mueven como el sueño de un buque en alta mar.
Está claro que nuestras calles se enredan
persiguiendo el rastro de los ángeles.
esos que siempre se extravían en la niebla
arrastrando las horas por el fango.
Es la monotonía de la ceguera,
algo efectivamente muerto como un niño sin corazón.
Falta un pedazo de muro, una cruz en la puertas,
lo mucho de tantos.
Y nosotros queríamos ser el verano libidinoso
que se adensa sobre un puente desvanecido,
un abismo cavado en otro abismo silencioso;
el humo que se asienta en algún ángulo olvidado.
o la hoja de papel abandonada
sobre un tiempo que todavía no parezca un cementerio.
Nosotros queríamos ser nómadas de piel despierta.
dispersábamos los cantos de la nada inagotable.
En el delirio, en la condena,
contemplábamos sin su concha la carne de los hombres.
Y, súbitamente, como brotes de luz anidados en un sol demasiado blando,
comenzamos a desear desesperadamente,
el olor de la tierra amante, extraña… húmeda,
Corríamos los senderos que se escapan
donde el cielo se empaña de oro,
Explorábamos los términos más profundos del lago
donde la luna lo penetra con sus manos congestionadas.
Deseábamos, intentábamos buscar,
el repentino golpe de toda el agua al doblar de una esquina.
Está claro que la imaginación se averigua en el entusiasmo.
Pero a nosotros, el agua no nos llega.
No nos basta la vida ni sus ímpetus.
No sangra ese cuchillo que segrega a la madre
como una atmósfera recién llorada.
Los días, en nosotros,
se mueven como el sueño de un buque en alta mar.
Está claro que nuestras calles se enredan
persiguiendo el rastro de los ángeles.
esos que siempre se extravían en la niebla
arrastrando las horas por el fango.
Es la monotonía de la ceguera,
algo efectivamente muerto como un niño sin corazón.
Falta un pedazo de muro, una cruz en la puertas,
lo mucho de tantos.
Y nosotros queríamos ser el verano libidinoso
que se adensa sobre un puente desvanecido,
un abismo cavado en otro abismo silencioso;
el humo que se asienta en algún ángulo olvidado.
o la hoja de papel abandonada
sobre un tiempo que todavía no parezca un cementerio.
Nosotros queríamos ser nómadas de piel despierta.