Desde mi azotea
Publicado: Mar, 08 Nov 2011 16:58
Desde mi azotea se gestan batallas por la paz,
y se observan todos los tipos de guerras.
Hasta las más silenciosas, esas que enloquecen
a solapa a cualquier citadino común.
Desde mi azotea
pueden verse los niños de Somalia
guindados como pichones de una teta seca.
Madres que hambrientas continúan, quién sabe
¡ Hasta cuándo ¡
un recorrido con un quién
sabe hasta dónde y para qué…
Desde ese punto, donde no habita mi sombrero,
si la conciencia, y en todos los pensamientos
se vislumbran nubes grises de otros puntos,
más cargadas que en el mío.
Latitudes y longitudes
donde huele a pólvora y a huída, con la ropa del día
para todos los días de todos los años
de todas las existencias…
Y huele a muerte, y a muerte, y a muerte…
Es desde aquí, un poquito más allá de mis narices,
donde transitan los muchachos con perfume de heroína
y sueños de algodón pestilente a desenlace prematuro,
en viajes por los suburbios de la nada y de todas las contradicciones
y adicciones.
Serían hombres de mañana, si las piedras y otras hierbas que matan
no formaran parte de su ritmo cotidiano.
Desde la altura donde me ubico,
ver, oír, oler y saborear tanto lamento urbano,
tanta desidia y egoísmo, tanta indolencia y mucha más avaricia,
se colapsan mis sentidos y a golpe de piel,
se marchita hasta la propia vida, y,
en mis pensamientos se encapsula la melancolía.
Desde el niño que quiere nacer y no lo dejan,
hasta la mujer que quiere engendrar y por no tener
con quien, decide que su hijo tendrá como padre
a un donador de semen, porque ella puede hacer
de padre y madre…cuando en tantos rincones
hay los niños de nadie, esperando a alguien.
Veo, oigo, siento y saboreo, el turbio, estruendoso,
triste y amargo caos que tiene al mundo arrodillado.
Desde mi azotea, se ponen al sol trapos curtidos
y algunos sueños, de algunos tantos que aún soñamos
con quitarnos cualquier cosa que nos sobre o,
sacrificar algún bien, para dar a quien le faltan
todos los bienes y le sobran males.
Es desde aquí, precisamente, donde a veces
el silencio retumba y la conciencia mi juez
y de todos los que en silencio vemos girar al mundo
despedazado y no movemos ni un dedo de la mano.
Antonieta Valentina
2011
y se observan todos los tipos de guerras.
Hasta las más silenciosas, esas que enloquecen
a solapa a cualquier citadino común.
Desde mi azotea
pueden verse los niños de Somalia
guindados como pichones de una teta seca.
Madres que hambrientas continúan, quién sabe
¡ Hasta cuándo ¡
un recorrido con un quién
sabe hasta dónde y para qué…
Desde ese punto, donde no habita mi sombrero,
si la conciencia, y en todos los pensamientos
se vislumbran nubes grises de otros puntos,
más cargadas que en el mío.
Latitudes y longitudes
donde huele a pólvora y a huída, con la ropa del día
para todos los días de todos los años
de todas las existencias…
Y huele a muerte, y a muerte, y a muerte…
Es desde aquí, un poquito más allá de mis narices,
donde transitan los muchachos con perfume de heroína
y sueños de algodón pestilente a desenlace prematuro,
en viajes por los suburbios de la nada y de todas las contradicciones
y adicciones.
Serían hombres de mañana, si las piedras y otras hierbas que matan
no formaran parte de su ritmo cotidiano.
Desde la altura donde me ubico,
ver, oír, oler y saborear tanto lamento urbano,
tanta desidia y egoísmo, tanta indolencia y mucha más avaricia,
se colapsan mis sentidos y a golpe de piel,
se marchita hasta la propia vida, y,
en mis pensamientos se encapsula la melancolía.
Desde el niño que quiere nacer y no lo dejan,
hasta la mujer que quiere engendrar y por no tener
con quien, decide que su hijo tendrá como padre
a un donador de semen, porque ella puede hacer
de padre y madre…cuando en tantos rincones
hay los niños de nadie, esperando a alguien.
Veo, oigo, siento y saboreo, el turbio, estruendoso,
triste y amargo caos que tiene al mundo arrodillado.
Desde mi azotea, se ponen al sol trapos curtidos
y algunos sueños, de algunos tantos que aún soñamos
con quitarnos cualquier cosa que nos sobre o,
sacrificar algún bien, para dar a quien le faltan
todos los bienes y le sobran males.
Es desde aquí, precisamente, donde a veces
el silencio retumba y la conciencia mi juez
y de todos los que en silencio vemos girar al mundo
despedazado y no movemos ni un dedo de la mano.
Antonieta Valentina
2011