En vela
Publicado: Lun, 31 Oct 2011 20:44
En vela
Estar allí contemplando
con una mezcla de apatía bastarda
y furia solapada el fin de una ilusión.
Tratar de discernir como si fuera un tópico corriente
el porqué de las cosas sin que me enturbie la voz
si me preguntan: “desde cuando conociste a la muerta”.
Recrear en los milésimos segundos de la espera
la respuesta cabal que no me comprometa,
visualizar por medio de imágenes que sólo yo comprendo:
su cara,
su físico,
el entorno de luz
en los momentos de deliciosa entrega.
Dibujar en mi mente:
su cuerpo perfilado
los picos de sus senos
en los momentos del coito interminable.
Responder a los ojos maliciosos
que manejan mi inmediata respuesta
con las viperinas lenguas pueblerinas
para explicar a su antojo el suicidio.
Estar allí, contemplando en la difunta:
el frío de sus manos, el rictus de su rostro
tratando yo,
de asimilar lo sucedido.
Mirar por fin la horda impertinencia:
con los ojos saltones de Calígula
con el ansia demoniaca de Nerón;
darles el portazo merecido
acompañado del puta madre
sin el mínimo rubor en mi mirada.
Estar allí contemplando
con una mezcla de apatía bastarda
y furia solapada el fin de una ilusión.
Tratar de discernir como si fuera un tópico corriente
el porqué de las cosas sin que me enturbie la voz
si me preguntan: “desde cuando conociste a la muerta”.
Recrear en los milésimos segundos de la espera
la respuesta cabal que no me comprometa,
visualizar por medio de imágenes que sólo yo comprendo:
su cara,
su físico,
el entorno de luz
en los momentos de deliciosa entrega.
Dibujar en mi mente:
su cuerpo perfilado
los picos de sus senos
en los momentos del coito interminable.
Responder a los ojos maliciosos
que manejan mi inmediata respuesta
con las viperinas lenguas pueblerinas
para explicar a su antojo el suicidio.
Estar allí, contemplando en la difunta:
el frío de sus manos, el rictus de su rostro
tratando yo,
de asimilar lo sucedido.
Mirar por fin la horda impertinencia:
con los ojos saltones de Calígula
con el ansia demoniaca de Nerón;
darles el portazo merecido
acompañado del puta madre
sin el mínimo rubor en mi mirada.