La voz desmembrada
Publicado: Sab, 24 Sep 2011 10:32
La voz desmembrada
Van sembrando palabras los poetas
en trémulos renglones, sin acierto,
voy escrutando versos. Ya se ha muerto
la garganta que hacía las maletas
y regresa a un asfalto de chinchetas
en la autopista gris de los fracasos,
porque en la noche acabarán mis pasos
quebrando con sus huellas la belleza.
No existe corazón en la tristeza
ni adioses que se cobren con atrasos.
La voz se ha desmembrado de mi boca,
lentamente, la vida se me escapa
como la soledad. Cierro una etapa
donde el pasado nunca desemboca.
Quizá también el alma se equivoca
cuando apaga con sal una sonrisa,
cuando mira hacia atrás con tanta prisa
que enmudece un poema en las aceras.
Y temo descender las escaleras
porque sé que la muerte me improvisa.
Y soñarán teclados estos dedos
cuando asista el silencio a mi derrumbe
y viva de sentir la mansedumbre
de las letras noctámbulas sin ruedos.
Empiezan reflejándose los miedos
en los ojos abiertos de una herida,
en la autopsia fugaz de la partida
y en el espejo ciego de mi historia.
Yo sé que no soy carne de memoria
ni eterna adolescencia consumida.
Van sembrando palabras los poetas
en trémulos renglones, sin acierto,
voy escrutando versos. Ya se ha muerto
la garganta que hacía las maletas
y regresa a un asfalto de chinchetas
en la autopista gris de los fracasos,
porque en la noche acabarán mis pasos
quebrando con sus huellas la belleza.
No existe corazón en la tristeza
ni adioses que se cobren con atrasos.
La voz se ha desmembrado de mi boca,
lentamente, la vida se me escapa
como la soledad. Cierro una etapa
donde el pasado nunca desemboca.
Quizá también el alma se equivoca
cuando apaga con sal una sonrisa,
cuando mira hacia atrás con tanta prisa
que enmudece un poema en las aceras.
Y temo descender las escaleras
porque sé que la muerte me improvisa.
Y soñarán teclados estos dedos
cuando asista el silencio a mi derrumbe
y viva de sentir la mansedumbre
de las letras noctámbulas sin ruedos.
Empiezan reflejándose los miedos
en los ojos abiertos de una herida,
en la autopsia fugaz de la partida
y en el espejo ciego de mi historia.
Yo sé que no soy carne de memoria
ni eterna adolescencia consumida.