Hostal
Publicado: Lun, 03 Mar 2008 16:06
Hostal
¿
¡Ábrete, vaina hermosa!, desencaja esta atmósfera
y atravesemos juntos como mariposas la pared
de verdes hojas. ¡Ábrete, diosa láctica!,
bebamos en copas de madera las cantatas
de la Diosa. Seamos, y que sea un cumplido.
¿
(noche)
La luz es lo que está y se fue. El fuego,
un conciliábulo fabuloso. Sátiros, brujas y
centauros. Bajo el árbol tenuemente iluminado
bailan entre chispas, al costado un fantasma blanco
se desprende desde el cuerpo de un ahorcado.
¡Un aquelarre, un aquelarre, un aquelarre…!
XI
(satélites)
Me firman los triángulos,
y los soles caleidoscópicos
giran , giran y me miran.
Entonces…¿a Mi?. Aha, sí.
el espacio se vuelve un garabato
y las firmas filman, desde
satélites,
cada espacio de mi vida.
X
(Pescado Pez)
Pescado, pescado, ¿pez?
Pescado. Con tu yelmo de tritón,
pescado. Pez. En un mar turbio
de bruma noctívaga, sin espuma,
espuma espuma, ¿espuma? Pez.
Pescado pescado, blandiendo tu aleta,
navegando entre estelas verdes brillantes
como el neón. Pescado pez;…
IX
El futuro es negro, el pasado amarillo.
A lo lejos, cruzando el lago, una fortaleza
de luces galácticas se vislumbra
abominable. Pero claro,
el futuro siempre fue amarillo…
I
(Tafí del Valle)
Las casas son de adobe y techo de chapa, las fortificaciones
de piedra herencia de los Quilmas, las flores rojas y abiertas
como rosas, las vacas flacas y los caballos, jamelgos.
Un valle depositado entre montañas y colinas verdes
y desgarradas, columnas apacentando como cactus; y a un costado estoy
con mi pullover mate y mi gorro rojo como un muérdago cabizbajo
pegado con cola en la foto que esta a punto de llover.
¡Ah, este lugar me resulta conocido!...quizás reflejo
de Aguas Calientes, Perú, o del camino cromático
hacia Ruta Jardín, o tal vez no…,no…,no…,o tal vez Irlanda,
aunque nunca haya estado ahí. Mirado desde las pérgolas por los bardos,
o desde el druídico altamir allí es donde he elegido sucumbir.
Una flor azul- purpúrea se pega a mi pullover
cerca, ay, tan cerca del corazón.
Del otro lado del dique, en el abismo de un galpón,
un unicornio pálido y majestuoso expele las aguas esenciales
como un heisser y brotan las mariposas del trópico
donde antes Realidad.
II
Voy a inhalar un poco la muña
desarticulada entre mis palmas._____________________________________El influjo de los espíritus y las hierbas.
…y al abrir la palma cerrada, un orbe negro
de destellos blancuzcos gira levitando en silencio.
La tierra se abre y yo caigo en su seno.
XXIV
“Pareciesen montañas de hielo”, dijo
mi abuela respecto a las nubes, y éstas
obnubiladas por la inocencia de sus palabras.
XXIII
(córdoba)
Las ruedas de las carretas recorren las estampadas
de Traslasierra
con el sol a punto de oponerse y quebrar su cintura de robot.
Welcome to the Holy Night
Entonces recuerdo la noche de la Puna y el telar, lejanas
y auríferas reposando sobre el eje blando, ¡pero ahora!.
Atisbo entre los árboles
un sonriente sol alborozado, como en la sabana, ¡pero ahora!
surgiendo desde la chimenea de mi Casa.
XXI
Entumecido como una araña atacada por un San Jorge y recordando los sonidos suspensivos de la tuba, me quito el parche de bambúla, y lo refriego hasta quitarle todos los orzuelos. –Espera,…(se acerca mientras baja desde el escabel), yo soy el duende pequeñito, y te otorgaré todo lo que tu me quieras pedir. Ok, quiero una colección de bibelots marmóreos como alabastros, millones como los bíbaros de los bosques y los róbalos de los restaurantes…Sí, eso es lo que quiero, pero antes…!quiero cruzar quiero cruzar!...
…Con la fuerte lluvia de la noche anterior el río había cambiado su curso intensificándose. Las montañas, por su parte, eran inescalables y loables ya que la pendiente era casi vertical. El fuerte torrente arrastraba por su caudal piedras que chocaban como chocan las calaveras, esos ruidos secos de cráneos compungidos. A pesar de esto…, era la única solución. Cruzamos como cruzan los burros, con los pies.
Y después…,
¡Ayyy!, algún día tendremos que volver con la cabeza gacha a la ciudad,
¡no quiero que me pisen los trastornos!, no quiero las vías del tren,
ni los hilos de los telégrafos…
¿Dónde?!, ¿dónde te encuentras murmullo de las comarcas y los cálices trashogueros?!
¡Cuando!?, ¿cuando perdidos entre las Yungas de Jujuy o en Salta,
tierras de mi Tata y las mariposas blancas,
creí volar como un coleóptero?!
Espero…
5…4…3…2…1….0.
y también un poco más
XX
(San Isidro)
La noche de desvela proterva, y yo con una locura ascendente. El generador
de luz ha dejado de funcionar ya hace más de dos años. Llueve. Hay indicios
desde la necrópolis y se insinúa un loco silencioso
merodeando con un cuchillo. y yo con una locura ascendente.
V
Atravesando los cerros camino a Cafayate
sus laderas se asean de pequeñas inflorescencias amarillas.
Las tortugas de acelga escalan las montañas otra vez, como allá,
al mando de Sayhueque.
Esta vez un ejercito de cactus nos vigilan insuflando sus corazas.
XIX
El cascabel vespertino, y las plumas de acidalia
untándole las yemas a la mañana.
Un gallo quiquiriquea, y desde su faringe irritada
se materializan atroces toques de diana
que sobrevuelan el espacio cónico del cosmo y se vuelcan,
como aguas de deshielo, en las altas cumbres de las montañas.
Los parajes se llenan poco a poco de luminiscencias, y el calor brota
desde todas las rocas más amplias y tan pequeñas.
Los rebaños pacen parsimoniosamente con las vendas alrededor de las cabezas.
XIII
Se crema un dragón blanco en la montaña. Al borde del talud
un tobogán gigante circula a los pies de las montañas.
Empieza a granizar, y los relámpagos cortan el aire y estallan
fuegos fastuosos, esplendentes y multiformes. A los pies de la montaña.
XVII
Los cóndores nos circundan las cabezas.
No se preocupen, no estamos tan cansados.
Algunos chamanes dicen que pueden ver en nuestras auras el signo
impostergable de la muerte, irremediable.
Prefiero sus alas extendidas, como dedos, que las tóxicas adormideras trepándonos
desde las zanjas y las acequias.
Los cóndores nos circundan como muerte, y desde la acrópolis
veo al mundo plegarse sobre si mismo y desaparecer entre evanescencias.
Realmente la muerte no es tan importante, sólo un tópico muy pequeño y veloz
que nos ocupa mucho tiempo.
XVI
¡Por fin llegamos a Iruya!, sobre la pendiente de la montaña enfrentada el prístino pueblo andino se cincela. Calles pedregosas finamente labradas, en subida, música de charangos y colores jubilosos. El sendero toca la catedral. ¿Pero cómo?!, como siempre, emprendemos nuestro cuerpos hacia San Isidro. El río surca entre las coyunturas de la cordillera y nos movemos, impasibles, sorteando los hilos de lava lechosa y ocre del cause. Acantilados y empinadas rojas y filosas como cuchillos, sulfuro de las aguas y badenes inmensos, oblicuos campos de flores cárdenas, blancas, amarillas y escarlata; desde la cumbre de una protuberancia se vislumbra, luego de tres horas de caminata, el cementerio y el predio escondido. Shhh, las montañas nos hablan. Los asnos y cabritos, los pequeños sembríos de maíz, los niños jugando con guijarros o enlazando bastos. Fronda hermosa y cromática, nubes cercanas e imperturbables, mujeres con los fajos de yerbajos…Shhh, hagan silencio, la Montaña es la que habla: - .:.:.:::..:::. -
XIV
Tiempo atrás, cuando Godwana y Pangea
desnudaban el mundo y el bracero incandescente
exudaba sus maravillosas energías, su ropa se mudaba entre
sismos, cataratas y pociones.
Todavía creo percibir algunas de sus improntas en la Quebrada y en los calderos
de Humahuaca. El bracero se irá enfriando…, y pronto,
carentes de gravedad, el sol nos expelerá hacia el infinito abstracto.
Soliviantando el orden cósmico.
XXIV
Al acuchillar el almohadón las plumas de gansos y cisnes saltaron de trampolines, y fue fija la idea que, si el exterior es superfluo y pintoresco el interior divisible y cuantitativo. Se vierten las aguas de Leteo….......aunque yo prefiera las del Recuerdo; las ánimas se atavían con su capelinas de hidrógeno y advienen, desde jorabas rocosas, hasta…
__________________________________________________ _____________un lugar.
VII
La sangre de los pueblos se ha derramado y ha marcado estas montañas. El hierro es sólo la alusión.
El Dios Sapo aclama la lluvia y desde los murales rojizos lloran en forma de derrubio las rúbeas impresiones de la antigua Madre hasta llenar las cuencas áridas de los cañadones.
*hierro, el mineral que da el color rojo a la tierra.
VIII
(compadrito de seis aletas, y la jeta bien curtida)
Refugiado en mi tristeza,
yo te canto celacanto,
por ser vana tu promesa, no,
al buscarte malandrín, hoy,
te has piantado de este mundo,
extinguido en un charco,
y en mi copa de vino tinto
he brindado a tu salud ¡Salud!
VI
Luego de la miseria de los Quilmes, del asedio Inca y Español,
nos alejamos de las pircas para pisar Salta “La Linda”. Por la ruta
del buen vino, el queso y el salamín.
XII
(Jujuy)(cerro de los 7 colores)
Entonces Dios, a razón del diluvio
y ante Noe, espolvoreó desde su mano
los colores 7 que volaron
hasta tocar Purmamarca. Llenó
su centro liviano, e impregno las montañas
de uvas, plátanos, arrebolada, albahaca,
rosicler, coco, kinotos.
La promesa se hizo eterna…, y desde allí,
parten los arcos hacia Irlanda.
¿Y el oro? Al final de ellos, junto a los gnomos.
XVI
(para los hombres estrella de 5 puntas)(ojos de crisoprasa)
Brinco como un saltimbanqui de montaña en montaña,
de accidente geográfico a colisión tectónica, brinco
con mi cayado de borlas rojas y chauchas sonajero
bien en lo alto, con el sol tatuado en la frente y mi amuleto doble
y pentagonal de crisoprasa.______________________________________________Dejando estelas de húmidos aljófares.
XXI
(los potenciales)
Sobre el espectro que camina torcido
tres infantes sacuden el talco de sus pelucas
y un sendero verde se enrolla y
se vuelve a desenrolar cada vez con mayor fricción.
¡Pareciese un corneta de cotillón!, pero no, es el sol
con sus ecuménicos lacayos que golpean los postigos
de un tiempo oblicuo y ascendente.
Y con cada puñetazo, las cúpulas de los temblores
prosperarán como un tambo, y nosotros como vacas,
y antes cuna, y después…y después estas vos.
XXII
Daniel Barros no me pago la renta, tampoco
yo se la pedí, estaba mirando hacia otro lado,
tal vez él me vio, pero yo no a mí.
Miraba hacia fuera, allá donde cortan las tijeras
los empapelados, y los abrojos a tientas avanzan
y suben y se lanzan y se apagan la luz.
¡Todo nuestro sistema esta emperifollado!,
y los ecos, y el eco, y el eco…también.
Ya no hay cinturones ecológicos ni sistema repetido
ido…ido…ido. Lo que busco es tan mío
como yo de él.
XV
Ahilando la curva altruista
seguimos el cause de un arroyo de briznas
verdes y terrosas. Algunos pastores
con sus ovejas en corrales de piedra y sus burros apacentado
en las laderas poco escarpadas pero constantes veían avanzar
el porfiado progreso en ruedas del autobús. Las 14 montañas
de Asterión se reproducían como conejos bajo la sequedad del sol;
entonces vi a los plumeros bordeando el agua, a las pequeñas
y a las grandes iluminadas o ensombrecidas, a las casas de adobe
y paja y alambre, a las piedras orlar como alborios
cada centímetro de linaje vetusto.
Así desplegó sus alas el sol, camino a Iruya, ¿ y la perfidia quejumbrosa?
¿y el espectro opulento? Pues, que se mueran de ansiedad.
¡Ésta es mi alma, flébil e inocente, un yacija sepultada
bajo el silencio del celaje, en la altura, y los élitros, y el vapor…
*”Las 14 montañas de Asterión” haciendo alusión a un cuento de Borges.
XIII
(salinas)
A 3400 metro de altura no hay rastros
de civilización. Franqueamos la cordillera rumbo
al desierto de sal; de las mesetas y las cimas y los cerros
fueron nubes y colores minerales.
Aquí no hay indestructiblemente nada, excepto rocas, arbustos resecos
y fantásticas soledades.
El Hombre se ha arrodillado ante las arenas del sol,
mientras por arriba de mi hombro las salinas se extienden
como una franja ilusoria y enloquecedora. Más cerca, y parece mar. Calor.
Las nubes atadas como barriletes. El carrelete se devana,
¡las nubes las nubes!, el cielo se ha despejado.
Calor. Altura. Viento. Luz. Al llegar…las salinas
levemente inundadas se abrillantaban y una muda atmósfera de sueño blanco
y animales fantásticos. Blanco.
Camino por el desierto de sal.
IV
(ballet)
Transmigrando su alma, escapa Hécate del averno,
y formula sus aves mágicas sembrando
el cielo de álamos negros. Entre tanto que Helio,
erguido en su sulki, le de rienda suelta a sus cuatro estrellas,
se lo vera al Khumpa tragarse el sol y darnos su espalda selénica.
La noche se ciñe al llegar Helio a la Isla de los Bienaventurados,
y en Tafí del Valle lloran como sauces los azotados.
Esto es, sin duda alguna, otro intento de perpetuar
la dinámica y el redondel. Cosa ingrata pero interminable.
En cambio el ballet…
el ballet es un vergel, ya en la Edad de Bronca un huerto.
Ahora, etimológicamente, Paraíso. Y las frutas…
y las uvas…y las hojas…dando pequeños tumbos
se balancean en el viento. Y los saltos…y los grillos…
y el movimiento, no hay mayor perfección que sus movimientos…
III
(Tafí del Valle) (con Agusto Pfeifer)
las ánimas escapan del purgatorio
y el pintor sonriendo las corridas de los movimientos
se enciende el arrullo en las plazas y el municipio
cuando despierto en contubernio
¿qué pensara el Soria de cada pueblo?
El cielo plúmbeo extiende su manto pluvial
en las improntas ocres y sonrosas…
¿de los ruidos dejados en cada montaña
qué habrá sido de tu vida?
Si la dinámica se detuviera por última vez
guardaría en mi relicario las pequeñas plazas de los pequeños pueblos
y ella intentando reconocerse en el carbón del otro.
Amor escondido entre dos desconocidos.
¡Cruz!, caminamos en una rayuela de Cara al cielo.
¡Basta!, y se para, y destruye a su semejante
Cielo, escóndete!
La moneda en nada nos representa.
*Soria es el apellido de un borracho conocido en el pueblo de Frías, Santiago del Estero.
¿
¡Ábrete, vaina hermosa!, desencaja esta atmósfera
y atravesemos juntos como mariposas la pared
de verdes hojas. ¡Ábrete, diosa láctica!,
bebamos en copas de madera las cantatas
de la Diosa. Seamos, y que sea un cumplido.
¿
(noche)
La luz es lo que está y se fue. El fuego,
un conciliábulo fabuloso. Sátiros, brujas y
centauros. Bajo el árbol tenuemente iluminado
bailan entre chispas, al costado un fantasma blanco
se desprende desde el cuerpo de un ahorcado.
¡Un aquelarre, un aquelarre, un aquelarre…!
XI
(satélites)
Me firman los triángulos,
y los soles caleidoscópicos
giran , giran y me miran.
Entonces…¿a Mi?. Aha, sí.
el espacio se vuelve un garabato
y las firmas filman, desde
satélites,
cada espacio de mi vida.
X
(Pescado Pez)
Pescado, pescado, ¿pez?
Pescado. Con tu yelmo de tritón,
pescado. Pez. En un mar turbio
de bruma noctívaga, sin espuma,
espuma espuma, ¿espuma? Pez.
Pescado pescado, blandiendo tu aleta,
navegando entre estelas verdes brillantes
como el neón. Pescado pez;…
IX
El futuro es negro, el pasado amarillo.
A lo lejos, cruzando el lago, una fortaleza
de luces galácticas se vislumbra
abominable. Pero claro,
el futuro siempre fue amarillo…
I
(Tafí del Valle)
Las casas son de adobe y techo de chapa, las fortificaciones
de piedra herencia de los Quilmas, las flores rojas y abiertas
como rosas, las vacas flacas y los caballos, jamelgos.
Un valle depositado entre montañas y colinas verdes
y desgarradas, columnas apacentando como cactus; y a un costado estoy
con mi pullover mate y mi gorro rojo como un muérdago cabizbajo
pegado con cola en la foto que esta a punto de llover.
¡Ah, este lugar me resulta conocido!...quizás reflejo
de Aguas Calientes, Perú, o del camino cromático
hacia Ruta Jardín, o tal vez no…,no…,no…,o tal vez Irlanda,
aunque nunca haya estado ahí. Mirado desde las pérgolas por los bardos,
o desde el druídico altamir allí es donde he elegido sucumbir.
Una flor azul- purpúrea se pega a mi pullover
cerca, ay, tan cerca del corazón.
Del otro lado del dique, en el abismo de un galpón,
un unicornio pálido y majestuoso expele las aguas esenciales
como un heisser y brotan las mariposas del trópico
donde antes Realidad.
II
Voy a inhalar un poco la muña
desarticulada entre mis palmas._____________________________________El influjo de los espíritus y las hierbas.
…y al abrir la palma cerrada, un orbe negro
de destellos blancuzcos gira levitando en silencio.
La tierra se abre y yo caigo en su seno.
XXIV
“Pareciesen montañas de hielo”, dijo
mi abuela respecto a las nubes, y éstas
obnubiladas por la inocencia de sus palabras.
XXIII
(córdoba)
Las ruedas de las carretas recorren las estampadas
de Traslasierra
con el sol a punto de oponerse y quebrar su cintura de robot.
Welcome to the Holy Night
Entonces recuerdo la noche de la Puna y el telar, lejanas
y auríferas reposando sobre el eje blando, ¡pero ahora!.
Atisbo entre los árboles
un sonriente sol alborozado, como en la sabana, ¡pero ahora!
surgiendo desde la chimenea de mi Casa.
XXI
Entumecido como una araña atacada por un San Jorge y recordando los sonidos suspensivos de la tuba, me quito el parche de bambúla, y lo refriego hasta quitarle todos los orzuelos. –Espera,…(se acerca mientras baja desde el escabel), yo soy el duende pequeñito, y te otorgaré todo lo que tu me quieras pedir. Ok, quiero una colección de bibelots marmóreos como alabastros, millones como los bíbaros de los bosques y los róbalos de los restaurantes…Sí, eso es lo que quiero, pero antes…!quiero cruzar quiero cruzar!...
…Con la fuerte lluvia de la noche anterior el río había cambiado su curso intensificándose. Las montañas, por su parte, eran inescalables y loables ya que la pendiente era casi vertical. El fuerte torrente arrastraba por su caudal piedras que chocaban como chocan las calaveras, esos ruidos secos de cráneos compungidos. A pesar de esto…, era la única solución. Cruzamos como cruzan los burros, con los pies.
Y después…,
¡Ayyy!, algún día tendremos que volver con la cabeza gacha a la ciudad,
¡no quiero que me pisen los trastornos!, no quiero las vías del tren,
ni los hilos de los telégrafos…
¿Dónde?!, ¿dónde te encuentras murmullo de las comarcas y los cálices trashogueros?!
¡Cuando!?, ¿cuando perdidos entre las Yungas de Jujuy o en Salta,
tierras de mi Tata y las mariposas blancas,
creí volar como un coleóptero?!
Espero…
5…4…3…2…1….0.
y también un poco más
XX
(San Isidro)
La noche de desvela proterva, y yo con una locura ascendente. El generador
de luz ha dejado de funcionar ya hace más de dos años. Llueve. Hay indicios
desde la necrópolis y se insinúa un loco silencioso
merodeando con un cuchillo. y yo con una locura ascendente.
V
Atravesando los cerros camino a Cafayate
sus laderas se asean de pequeñas inflorescencias amarillas.
Las tortugas de acelga escalan las montañas otra vez, como allá,
al mando de Sayhueque.
Esta vez un ejercito de cactus nos vigilan insuflando sus corazas.
XIX
El cascabel vespertino, y las plumas de acidalia
untándole las yemas a la mañana.
Un gallo quiquiriquea, y desde su faringe irritada
se materializan atroces toques de diana
que sobrevuelan el espacio cónico del cosmo y se vuelcan,
como aguas de deshielo, en las altas cumbres de las montañas.
Los parajes se llenan poco a poco de luminiscencias, y el calor brota
desde todas las rocas más amplias y tan pequeñas.
Los rebaños pacen parsimoniosamente con las vendas alrededor de las cabezas.
XIII
Se crema un dragón blanco en la montaña. Al borde del talud
un tobogán gigante circula a los pies de las montañas.
Empieza a granizar, y los relámpagos cortan el aire y estallan
fuegos fastuosos, esplendentes y multiformes. A los pies de la montaña.
XVII
Los cóndores nos circundan las cabezas.
No se preocupen, no estamos tan cansados.
Algunos chamanes dicen que pueden ver en nuestras auras el signo
impostergable de la muerte, irremediable.
Prefiero sus alas extendidas, como dedos, que las tóxicas adormideras trepándonos
desde las zanjas y las acequias.
Los cóndores nos circundan como muerte, y desde la acrópolis
veo al mundo plegarse sobre si mismo y desaparecer entre evanescencias.
Realmente la muerte no es tan importante, sólo un tópico muy pequeño y veloz
que nos ocupa mucho tiempo.
XVI
¡Por fin llegamos a Iruya!, sobre la pendiente de la montaña enfrentada el prístino pueblo andino se cincela. Calles pedregosas finamente labradas, en subida, música de charangos y colores jubilosos. El sendero toca la catedral. ¿Pero cómo?!, como siempre, emprendemos nuestro cuerpos hacia San Isidro. El río surca entre las coyunturas de la cordillera y nos movemos, impasibles, sorteando los hilos de lava lechosa y ocre del cause. Acantilados y empinadas rojas y filosas como cuchillos, sulfuro de las aguas y badenes inmensos, oblicuos campos de flores cárdenas, blancas, amarillas y escarlata; desde la cumbre de una protuberancia se vislumbra, luego de tres horas de caminata, el cementerio y el predio escondido. Shhh, las montañas nos hablan. Los asnos y cabritos, los pequeños sembríos de maíz, los niños jugando con guijarros o enlazando bastos. Fronda hermosa y cromática, nubes cercanas e imperturbables, mujeres con los fajos de yerbajos…Shhh, hagan silencio, la Montaña es la que habla: - .:.:.:::..:::. -
XIV
Tiempo atrás, cuando Godwana y Pangea
desnudaban el mundo y el bracero incandescente
exudaba sus maravillosas energías, su ropa se mudaba entre
sismos, cataratas y pociones.
Todavía creo percibir algunas de sus improntas en la Quebrada y en los calderos
de Humahuaca. El bracero se irá enfriando…, y pronto,
carentes de gravedad, el sol nos expelerá hacia el infinito abstracto.
Soliviantando el orden cósmico.
XXIV
Al acuchillar el almohadón las plumas de gansos y cisnes saltaron de trampolines, y fue fija la idea que, si el exterior es superfluo y pintoresco el interior divisible y cuantitativo. Se vierten las aguas de Leteo….......aunque yo prefiera las del Recuerdo; las ánimas se atavían con su capelinas de hidrógeno y advienen, desde jorabas rocosas, hasta…
__________________________________________________ _____________un lugar.
VII
La sangre de los pueblos se ha derramado y ha marcado estas montañas. El hierro es sólo la alusión.
El Dios Sapo aclama la lluvia y desde los murales rojizos lloran en forma de derrubio las rúbeas impresiones de la antigua Madre hasta llenar las cuencas áridas de los cañadones.
*hierro, el mineral que da el color rojo a la tierra.
VIII
(compadrito de seis aletas, y la jeta bien curtida)
Refugiado en mi tristeza,
yo te canto celacanto,
por ser vana tu promesa, no,
al buscarte malandrín, hoy,
te has piantado de este mundo,
extinguido en un charco,
y en mi copa de vino tinto
he brindado a tu salud ¡Salud!
VI
Luego de la miseria de los Quilmes, del asedio Inca y Español,
nos alejamos de las pircas para pisar Salta “La Linda”. Por la ruta
del buen vino, el queso y el salamín.
XII
(Jujuy)(cerro de los 7 colores)
Entonces Dios, a razón del diluvio
y ante Noe, espolvoreó desde su mano
los colores 7 que volaron
hasta tocar Purmamarca. Llenó
su centro liviano, e impregno las montañas
de uvas, plátanos, arrebolada, albahaca,
rosicler, coco, kinotos.
La promesa se hizo eterna…, y desde allí,
parten los arcos hacia Irlanda.
¿Y el oro? Al final de ellos, junto a los gnomos.
XVI
(para los hombres estrella de 5 puntas)(ojos de crisoprasa)
Brinco como un saltimbanqui de montaña en montaña,
de accidente geográfico a colisión tectónica, brinco
con mi cayado de borlas rojas y chauchas sonajero
bien en lo alto, con el sol tatuado en la frente y mi amuleto doble
y pentagonal de crisoprasa.______________________________________________Dejando estelas de húmidos aljófares.
XXI
(los potenciales)
Sobre el espectro que camina torcido
tres infantes sacuden el talco de sus pelucas
y un sendero verde se enrolla y
se vuelve a desenrolar cada vez con mayor fricción.
¡Pareciese un corneta de cotillón!, pero no, es el sol
con sus ecuménicos lacayos que golpean los postigos
de un tiempo oblicuo y ascendente.
Y con cada puñetazo, las cúpulas de los temblores
prosperarán como un tambo, y nosotros como vacas,
y antes cuna, y después…y después estas vos.
XXII
Daniel Barros no me pago la renta, tampoco
yo se la pedí, estaba mirando hacia otro lado,
tal vez él me vio, pero yo no a mí.
Miraba hacia fuera, allá donde cortan las tijeras
los empapelados, y los abrojos a tientas avanzan
y suben y se lanzan y se apagan la luz.
¡Todo nuestro sistema esta emperifollado!,
y los ecos, y el eco, y el eco…también.
Ya no hay cinturones ecológicos ni sistema repetido
ido…ido…ido. Lo que busco es tan mío
como yo de él.
XV
Ahilando la curva altruista
seguimos el cause de un arroyo de briznas
verdes y terrosas. Algunos pastores
con sus ovejas en corrales de piedra y sus burros apacentado
en las laderas poco escarpadas pero constantes veían avanzar
el porfiado progreso en ruedas del autobús. Las 14 montañas
de Asterión se reproducían como conejos bajo la sequedad del sol;
entonces vi a los plumeros bordeando el agua, a las pequeñas
y a las grandes iluminadas o ensombrecidas, a las casas de adobe
y paja y alambre, a las piedras orlar como alborios
cada centímetro de linaje vetusto.
Así desplegó sus alas el sol, camino a Iruya, ¿ y la perfidia quejumbrosa?
¿y el espectro opulento? Pues, que se mueran de ansiedad.
¡Ésta es mi alma, flébil e inocente, un yacija sepultada
bajo el silencio del celaje, en la altura, y los élitros, y el vapor…
*”Las 14 montañas de Asterión” haciendo alusión a un cuento de Borges.
XIII
(salinas)
A 3400 metro de altura no hay rastros
de civilización. Franqueamos la cordillera rumbo
al desierto de sal; de las mesetas y las cimas y los cerros
fueron nubes y colores minerales.
Aquí no hay indestructiblemente nada, excepto rocas, arbustos resecos
y fantásticas soledades.
El Hombre se ha arrodillado ante las arenas del sol,
mientras por arriba de mi hombro las salinas se extienden
como una franja ilusoria y enloquecedora. Más cerca, y parece mar. Calor.
Las nubes atadas como barriletes. El carrelete se devana,
¡las nubes las nubes!, el cielo se ha despejado.
Calor. Altura. Viento. Luz. Al llegar…las salinas
levemente inundadas se abrillantaban y una muda atmósfera de sueño blanco
y animales fantásticos. Blanco.
Camino por el desierto de sal.
IV
(ballet)
Transmigrando su alma, escapa Hécate del averno,
y formula sus aves mágicas sembrando
el cielo de álamos negros. Entre tanto que Helio,
erguido en su sulki, le de rienda suelta a sus cuatro estrellas,
se lo vera al Khumpa tragarse el sol y darnos su espalda selénica.
La noche se ciñe al llegar Helio a la Isla de los Bienaventurados,
y en Tafí del Valle lloran como sauces los azotados.
Esto es, sin duda alguna, otro intento de perpetuar
la dinámica y el redondel. Cosa ingrata pero interminable.
En cambio el ballet…
el ballet es un vergel, ya en la Edad de Bronca un huerto.
Ahora, etimológicamente, Paraíso. Y las frutas…
y las uvas…y las hojas…dando pequeños tumbos
se balancean en el viento. Y los saltos…y los grillos…
y el movimiento, no hay mayor perfección que sus movimientos…
III
(Tafí del Valle) (con Agusto Pfeifer)
las ánimas escapan del purgatorio
y el pintor sonriendo las corridas de los movimientos
se enciende el arrullo en las plazas y el municipio
cuando despierto en contubernio
¿qué pensara el Soria de cada pueblo?
El cielo plúmbeo extiende su manto pluvial
en las improntas ocres y sonrosas…
¿de los ruidos dejados en cada montaña
qué habrá sido de tu vida?
Si la dinámica se detuviera por última vez
guardaría en mi relicario las pequeñas plazas de los pequeños pueblos
y ella intentando reconocerse en el carbón del otro.
Amor escondido entre dos desconocidos.
¡Cruz!, caminamos en una rayuela de Cara al cielo.
¡Basta!, y se para, y destruye a su semejante
Cielo, escóndete!
La moneda en nada nos representa.
*Soria es el apellido de un borracho conocido en el pueblo de Frías, Santiago del Estero.