TRAS LA COLISIÓN DEL ASTRO
Publicado: Sab, 03 Sep 2011 11:17
Cayó sin signos de vida,
justo al remontar el cauce del último de los ríos
de hidrógeno licuado y helio
que en tiempos de radiación del equinoccio humectante
fertilizaba los llanos y las vastas extensiones
de los valles interiores de Iriox
en las coordenadas cosmoquímicas de Arkö,
donde ovula, consolida y se sublima la materia.
De su herida manó luz
que irradiara hasta formar colosales turbulencias
en los sinfines abiertos donde el siempre permanece
sin principio de exclusión,
y navega libremente en lo absoluto.
Tras de la colisión del astro devino La Tempestad.
Un sismo devastador destruyó por siempre el mito,
y del arquetipo-madre surgió un nuevo paradigma,
una red descomunal de fuentes alfa-ciclónicas
arrasaron de raíz el ciclópico y remoto prisma azul
-sempiterno protector-
y lo que fueran sustentos de la sólida estructura del baluarte,
donde encontraban refugio, a la vez que inmunidad,
las larvas encapsuladas de enjambres de protoestrellas,
regentadas por nucleones sin sus masas,
en trance de concebir una ecuable progresión,
para llegar a obtener su secuencia conclusiva;
su soporte sustancial.
Después de la densa noche se extendió aquella eclosión;
una gama de aleaciones y nebulosas de gas,
fuertemente ionizadas
dieron lugar a estallidos de inusitada energía,
formando así la Gran Nube,
determinante del ciclo que redefinió el albur
para adaptarlo a su norma.
Nuevas formas conductivas
provenientes de periodos ancestrales de las latitudes "K"
acrecían en la matriz de furtivos meteoroides,
configurando así el núcleo de un grupo fermentativo,
productor de cosmo-suero, cultivos de ácido-base
y un mitótico complejo concentrado en subetapas
de endolinfa luminar.
Partículas primordiales
combinadas por compuestos que absorbían flujos de tiempo
fueron interactuando ligándose a las cadencias de escalas evolutivas;
cadenas de amino-enzimas compuestas de fuerza-espacio
que emanaban sin cesar desde aleatorios abismos
de los planos genitivos del azar.
Aquello dotó a aquél orden de una fuerza dominante
de colosal magnitud.
Termodinámicos nexos codificaron sus leyes
en un proceso invasivo
desde el centro precursor de un sistema-realidad
enmarañado y confuso,
producto de colisiones sin escala secuencial
de intensas preestructuras bio-estelares.
Un fascinante apogeo de células metaplasmáticas
causantes de conmutar continuas generaciones
de larvas encapsuladas en un incipiente espectro;
la esencia de un nuevo embrión,
como ser indisociable de su acuñada raigambre,
que incubara en la pavesa que surgiera al lixiviar
minúsculas variaciones de signos alterativos
de un latido mineral que viviera en las entrañas
de los restos oxidados del Cometa.
Nésthor Olalla
justo al remontar el cauce del último de los ríos
de hidrógeno licuado y helio
que en tiempos de radiación del equinoccio humectante
fertilizaba los llanos y las vastas extensiones
de los valles interiores de Iriox
en las coordenadas cosmoquímicas de Arkö,
donde ovula, consolida y se sublima la materia.
De su herida manó luz
que irradiara hasta formar colosales turbulencias
en los sinfines abiertos donde el siempre permanece
sin principio de exclusión,
y navega libremente en lo absoluto.
Tras de la colisión del astro devino La Tempestad.
Un sismo devastador destruyó por siempre el mito,
y del arquetipo-madre surgió un nuevo paradigma,
una red descomunal de fuentes alfa-ciclónicas
arrasaron de raíz el ciclópico y remoto prisma azul
-sempiterno protector-
y lo que fueran sustentos de la sólida estructura del baluarte,
donde encontraban refugio, a la vez que inmunidad,
las larvas encapsuladas de enjambres de protoestrellas,
regentadas por nucleones sin sus masas,
en trance de concebir una ecuable progresión,
para llegar a obtener su secuencia conclusiva;
su soporte sustancial.
Después de la densa noche se extendió aquella eclosión;
una gama de aleaciones y nebulosas de gas,
fuertemente ionizadas
dieron lugar a estallidos de inusitada energía,
formando así la Gran Nube,
determinante del ciclo que redefinió el albur
para adaptarlo a su norma.
Nuevas formas conductivas
provenientes de periodos ancestrales de las latitudes "K"
acrecían en la matriz de furtivos meteoroides,
configurando así el núcleo de un grupo fermentativo,
productor de cosmo-suero, cultivos de ácido-base
y un mitótico complejo concentrado en subetapas
de endolinfa luminar.
Partículas primordiales
combinadas por compuestos que absorbían flujos de tiempo
fueron interactuando ligándose a las cadencias de escalas evolutivas;
cadenas de amino-enzimas compuestas de fuerza-espacio
que emanaban sin cesar desde aleatorios abismos
de los planos genitivos del azar.
Aquello dotó a aquél orden de una fuerza dominante
de colosal magnitud.
Termodinámicos nexos codificaron sus leyes
en un proceso invasivo
desde el centro precursor de un sistema-realidad
enmarañado y confuso,
producto de colisiones sin escala secuencial
de intensas preestructuras bio-estelares.
Un fascinante apogeo de células metaplasmáticas
causantes de conmutar continuas generaciones
de larvas encapsuladas en un incipiente espectro;
la esencia de un nuevo embrión,
como ser indisociable de su acuñada raigambre,
que incubara en la pavesa que surgiera al lixiviar
minúsculas variaciones de signos alterativos
de un latido mineral que viviera en las entrañas
de los restos oxidados del Cometa.
Nésthor Olalla