Me lo dijeron anoche... (a Josefa Sánchez)
Publicado: Dom, 28 Ago 2011 20:22
Es un poema arromanzado escrito hace años y no sé si ya publicado en el foro.
Se lo dedico a Josefa (y de paso a cuantos lo lean), por la coincidencia de intenciones con su soneto "Tus celos".
Me lo dijeron anoche...
Quiero escucharlo, quiero
de tus labios de grana
oír que no me quieres,
que se quebró la magia,
que mi futuro tiene
la puerta con aldaba.
Que me lo cuentes todo
palabra por palabra,
con esa voz de cielo
que el seso me arrebata;
dímelo sin dobleces,
sin omitirme nada,
aunque se pare el mundo,
aunque me sangre el alma,
aunque mi tibia suerte
la congele tu escarcha.
Que anoche me contaron
las lenguas afiladas,
que te vieron con otro
cuando nacía el alba,
con alguien que ha manchado
de duda mi esperanza.
Que andabais sigilosos,
furtiva la escapada,
con la sombra culpable
cubriendo las pisadas,
el rostro arrebolado,
las manos enredadas,
y un cómplice destello
de amor en la mirada.
Entrabais por el patio
trasero de tu casa,
apresurado el paso,
atolondrada el ansia,
evidencias tangibles
de una aventura en danza.
Y no quise creerlo,
no pude, precisaba
oír como lo dices,
leértelo en la cara,
creer en tus promesas,
desvanecer fantasmas.
¡Así que por Dios, dime!
Sin dilación que valga,
dime que no me quieres
o grítame con ganas
que no tienes amores
más allá de mi cama…
...Y que no es tu marido
con quien infiel me engañas.
Mario.
Se lo dedico a Josefa (y de paso a cuantos lo lean), por la coincidencia de intenciones con su soneto "Tus celos".
Me lo dijeron anoche...
Quiero escucharlo, quiero
de tus labios de grana
oír que no me quieres,
que se quebró la magia,
que mi futuro tiene
la puerta con aldaba.
Que me lo cuentes todo
palabra por palabra,
con esa voz de cielo
que el seso me arrebata;
dímelo sin dobleces,
sin omitirme nada,
aunque se pare el mundo,
aunque me sangre el alma,
aunque mi tibia suerte
la congele tu escarcha.
Que anoche me contaron
las lenguas afiladas,
que te vieron con otro
cuando nacía el alba,
con alguien que ha manchado
de duda mi esperanza.
Que andabais sigilosos,
furtiva la escapada,
con la sombra culpable
cubriendo las pisadas,
el rostro arrebolado,
las manos enredadas,
y un cómplice destello
de amor en la mirada.
Entrabais por el patio
trasero de tu casa,
apresurado el paso,
atolondrada el ansia,
evidencias tangibles
de una aventura en danza.
Y no quise creerlo,
no pude, precisaba
oír como lo dices,
leértelo en la cara,
creer en tus promesas,
desvanecer fantasmas.
¡Así que por Dios, dime!
Sin dilación que valga,
dime que no me quieres
o grítame con ganas
que no tienes amores
más allá de mi cama…
...Y que no es tu marido
con quien infiel me engañas.
Mario.