seguir escribiendo
Publicado: Vie, 12 Ago 2011 17:12
Una noche puede resumirse en veinte cigarrillos
y la angustia de que se te acabe el fuego a mitad de caja.
Puede ser la obra cumbre de la desgracia.
Un trayecto de calles y ausencias en que te esfumas fumando.
Es la búsqueda de la valentía suficiente para continuar,
alar el gatillo de forma decisiva o reunir suficientes semillas de manzana
para comprobar si él mito es cierto; apasionadamente hasta el silencio.
Una noche significa y no, la ruina, la huida,
el encuentro con perros y bares, putos más sabios que tu
y duelos que enmascaran transeúntes en que jamás podrás hallarte.
Es saber que a cada paso el desengaño labra su cosmogonía.
el viento frio en la cara y la débil corporeidad tratando de que no sea cierto.
Es andar sin la llave del jardín original o de cualquiera de las edificaciones
en que la piedad tiene precio y horarios de oficina.
Si te fijas bien los arboles y sus nidos guardan luto y pánico.
Bajo la fronda el proseguir de la vida
y las transacciones de la muerte son pura cotidianidad, son pura coincidencia.
Nada parece ser hermoso. Nada parece ser eterno.
Nada te da el alivio suficiente para respirar el aire menos contaminado
en que las gentes lloran, ríen, transan, se desnudan
y logran con agria gana la satisfacción momentánea.
Las manos en ocasiones tiemblan y en otras se ponen sudorosas.
Solo la nicotina te acompaña y es esa muerte cobarde y lenta la que te besa,
la musa más barata, la tremenda sequedad del ser
que no encuentra en el divagar un alivio definitivo de golpazo.
La noche te demuestra que saltaste a un vacio lleno de ramas, protuberancias,
honduras y salientes que no te acaban por mero humor.
Por la plena satisfacción en que la naturaleza observa
mientras encontramos las espinas del camino.
Me persigue la angustia de la muerte con sus mascaras de vida.
La sombra agazapada de mis años nutriéndose hasta adquirir la fuerza
y la estrategia necesaria para el acto definitivo.
Me persiguen Alicias apócrifas en que decidí creer
para decir que fue bueno o lo legendario lo obtenido.
Me persigue una marca de cigarrillos y un sabor del entrepierna
que noche a noche se cuela para incomodarme el sueño.
la estrategia vital de las golondrinas que van y no vuelven sino en la memoria de su descendencia.
Una dureza de canto ahogado que no me ahoga.
Un tremendo frió de carretera en que la vida se me va escarbando rostros conocidos.
Algo semejante a la crueldad.
Algo semejante a ver como las cuchillas del reloj te van cercenando el día.
Solo eso y nada. me persigue la gana de desfallecer y aun así, seguir escribiendo.
y la angustia de que se te acabe el fuego a mitad de caja.
Puede ser la obra cumbre de la desgracia.
Un trayecto de calles y ausencias en que te esfumas fumando.
Es la búsqueda de la valentía suficiente para continuar,
alar el gatillo de forma decisiva o reunir suficientes semillas de manzana
para comprobar si él mito es cierto; apasionadamente hasta el silencio.
Una noche significa y no, la ruina, la huida,
el encuentro con perros y bares, putos más sabios que tu
y duelos que enmascaran transeúntes en que jamás podrás hallarte.
Es saber que a cada paso el desengaño labra su cosmogonía.
el viento frio en la cara y la débil corporeidad tratando de que no sea cierto.
Es andar sin la llave del jardín original o de cualquiera de las edificaciones
en que la piedad tiene precio y horarios de oficina.
Si te fijas bien los arboles y sus nidos guardan luto y pánico.
Bajo la fronda el proseguir de la vida
y las transacciones de la muerte son pura cotidianidad, son pura coincidencia.
Nada parece ser hermoso. Nada parece ser eterno.
Nada te da el alivio suficiente para respirar el aire menos contaminado
en que las gentes lloran, ríen, transan, se desnudan
y logran con agria gana la satisfacción momentánea.
Las manos en ocasiones tiemblan y en otras se ponen sudorosas.
Solo la nicotina te acompaña y es esa muerte cobarde y lenta la que te besa,
la musa más barata, la tremenda sequedad del ser
que no encuentra en el divagar un alivio definitivo de golpazo.
La noche te demuestra que saltaste a un vacio lleno de ramas, protuberancias,
honduras y salientes que no te acaban por mero humor.
Por la plena satisfacción en que la naturaleza observa
mientras encontramos las espinas del camino.
Me persigue la angustia de la muerte con sus mascaras de vida.
La sombra agazapada de mis años nutriéndose hasta adquirir la fuerza
y la estrategia necesaria para el acto definitivo.
Me persiguen Alicias apócrifas en que decidí creer
para decir que fue bueno o lo legendario lo obtenido.
Me persigue una marca de cigarrillos y un sabor del entrepierna
que noche a noche se cuela para incomodarme el sueño.
la estrategia vital de las golondrinas que van y no vuelven sino en la memoria de su descendencia.
Una dureza de canto ahogado que no me ahoga.
Un tremendo frió de carretera en que la vida se me va escarbando rostros conocidos.
Algo semejante a la crueldad.
Algo semejante a ver como las cuchillas del reloj te van cercenando el día.
Solo eso y nada. me persigue la gana de desfallecer y aun así, seguir escribiendo.