CAMPO DE ESTRELLAS
Publicado: Jue, 21 Jul 2011 21:08
Infinitas gracias a Rafel Calle y J.J.M. Ferreiro, por su apoyo y anuencia a esta iniciativa, cuyo objetivo es extender los espacios de expresión de Editorial Alaire, a jóvenes comprometidos por forjar un México de Lectores y amantes de la Literatura.
CAMPO DE ESTRELLAS
A mi tierra, que en su virgina lpureza, parece
llevar la condena del olvido…
Mi tierra es blanca, caliza, casi inerte.
Las semillas compiten por las gotas de agua que emanan del rocío,
y sin embargo crecen retando la suerte del futuro.
Sus montes agrestes encierran el eco
de aquellos que osaron cultivar sus nobles sienes,
y quedaron atados a cruces de muerte.
Mi tierra es callada, serena, casi muda.
Sólo cruje cuando el viento le arranca la piel en polvaredas,
y sin embargo me escucha, me huele, me siente.
Nunca nadie puso pie por conquistarla.
No tiene dueño, ni amo, ni quien reclame su exangüe llanura,
y así permanece, envuelta en virginal pureza
Mi tierra es ejemplo de paz, de quimera,
sin huellas del humano deambular infatigable,
que hasta sus hojas secas se van al horizonte.
Las grietas ajadas de su piel,
esconden la sangre que yace en sus entrañas, palpitante,
ansiosa por verterse en cascadas azules.
Mi tierra es promesa de cultivo,
esperanza dormida que se extiende al infinito
por recibir las manos del buen hombre.
Su cara de cuarzo es tan luminiscente,
que en noche callada parece acicalarse,
semejando un campo con lluvia de estrellas.
Rosario Ferreira Piguet
Poesía Contemporánea LiteraliaMéxico
CAMPO DE ESTRELLAS
A mi tierra, que en su virgina lpureza, parece
llevar la condena del olvido…
Mi tierra es blanca, caliza, casi inerte.
Las semillas compiten por las gotas de agua que emanan del rocío,
y sin embargo crecen retando la suerte del futuro.
Sus montes agrestes encierran el eco
de aquellos que osaron cultivar sus nobles sienes,
y quedaron atados a cruces de muerte.
Mi tierra es callada, serena, casi muda.
Sólo cruje cuando el viento le arranca la piel en polvaredas,
y sin embargo me escucha, me huele, me siente.
Nunca nadie puso pie por conquistarla.
No tiene dueño, ni amo, ni quien reclame su exangüe llanura,
y así permanece, envuelta en virginal pureza
Mi tierra es ejemplo de paz, de quimera,
sin huellas del humano deambular infatigable,
que hasta sus hojas secas se van al horizonte.
Las grietas ajadas de su piel,
esconden la sangre que yace en sus entrañas, palpitante,
ansiosa por verterse en cascadas azules.
Mi tierra es promesa de cultivo,
esperanza dormida que se extiende al infinito
por recibir las manos del buen hombre.
Su cara de cuarzo es tan luminiscente,
que en noche callada parece acicalarse,
semejando un campo con lluvia de estrellas.
Rosario Ferreira Piguet
Poesía Contemporánea LiteraliaMéxico