-Pasatiempos y escarcha-
Publicado: Dom, 12 Jun 2011 16:44
No me hacen falta enemigos para estar en guerra despiadada contra el mundo,
los animalitos que desprecian nuestras caricias son las cobayas del dios del destino,
el mismo que en huracán de lodos y metal envuelve las almas desnudas en piel.
Siembro de túneles oscuros mi alma, bombeo negra sangre por ellos, a modo de venas, de arterias, insuflando la rítmica cadencia a la parte etérea que me acerca a lo divino.
Más tarde, bañado en intención destrozo cada curva, cada recodo y dejo vaciar el contenido en las cloacas.
Y tal vez la ausencia de un templo donde reposar mis escombros señale las razones
más importantes en la debacle espiritual en la que me sumo por propia voluntad.
Sin balcones ni sueños que pasear no son mis bramidos más que espumas en la mar,
y no son mis mentiras más que remordimientos en el neocortex del mismo diablo.
Aún así, desperdicio el tiempo en pasatiempos vacíos y estúpidos, me cuelo entre versos tiznados de mierda y finjo que el mal olor no me alcanza, pero solo finjo, solo eso.
La realidad es que el centro de toda mi atención, aquello que debiera insuflar la vitalidad
y la rabia de ser, de estar, no es más que un trozo de escarcha en medio de la Antártida.
los animalitos que desprecian nuestras caricias son las cobayas del dios del destino,
el mismo que en huracán de lodos y metal envuelve las almas desnudas en piel.
Siembro de túneles oscuros mi alma, bombeo negra sangre por ellos, a modo de venas, de arterias, insuflando la rítmica cadencia a la parte etérea que me acerca a lo divino.
Más tarde, bañado en intención destrozo cada curva, cada recodo y dejo vaciar el contenido en las cloacas.
Y tal vez la ausencia de un templo donde reposar mis escombros señale las razones
más importantes en la debacle espiritual en la que me sumo por propia voluntad.
Sin balcones ni sueños que pasear no son mis bramidos más que espumas en la mar,
y no son mis mentiras más que remordimientos en el neocortex del mismo diablo.
Aún así, desperdicio el tiempo en pasatiempos vacíos y estúpidos, me cuelo entre versos tiznados de mierda y finjo que el mal olor no me alcanza, pero solo finjo, solo eso.
La realidad es que el centro de toda mi atención, aquello que debiera insuflar la vitalidad
y la rabia de ser, de estar, no es más que un trozo de escarcha en medio de la Antártida.