Ahora
Publicado: Mié, 08 Jun 2011 23:54
Ahora que mis manos
aún retienen la memoria de tu piel,
pueden hacer que las rosas
que nacen en el jardín de tu cuerpo
en húmedo tacto se conviertan
y torrenciales sus pétalos se derramen
como esta lluvia que a la nostalgia socava.
La dimensión líquida del recuerdo
emanación del océano se hace
y por la albura de tus senos fluye,
mujer que mi aliento esquivas
y provocas filigranas de fiebre
en mis glaciares, mientras, al caer la tarde
undosa tu ausencia se transforma
en incendio de caléndulas.
Acaso en plenitud vendrá tu voz de mar,
con su forma primigenia de entregarse
y tal al vez puede que seas mía...
-¿o quizá del agua cuando avariciosa te abraza?-
Soy la grave exigencia que te nombra;
la luz profusa que me aproxima a tu noche.
Entre la sombras mis labios se derrumban
y tus besos son ya legado de escombros
que la soledad hereda.
Tú, la mantis que la carne me devoras,
no habrá abdicación de ti,
aunque sólo de tu añoranza el futuro se nutra
y tu nombre se haga crónica herida
escrita sobre las páginas de ese vacío
que en la matriz del desamor arraiga.
Porque nada te deshace, siempre creí en ti,
ineluctable presencia que dragaste el curso de la sangre.
Soy viajero de tu tiempo, aferrado a una estrella de lodo,
anatema de tu ausencia irreversible
que hacia el cenit del olvido navega.
aún retienen la memoria de tu piel,
pueden hacer que las rosas
que nacen en el jardín de tu cuerpo
en húmedo tacto se conviertan
y torrenciales sus pétalos se derramen
como esta lluvia que a la nostalgia socava.
La dimensión líquida del recuerdo
emanación del océano se hace
y por la albura de tus senos fluye,
mujer que mi aliento esquivas
y provocas filigranas de fiebre
en mis glaciares, mientras, al caer la tarde
undosa tu ausencia se transforma
en incendio de caléndulas.
Acaso en plenitud vendrá tu voz de mar,
con su forma primigenia de entregarse
y tal al vez puede que seas mía...
-¿o quizá del agua cuando avariciosa te abraza?-
Soy la grave exigencia que te nombra;
la luz profusa que me aproxima a tu noche.
Entre la sombras mis labios se derrumban
y tus besos son ya legado de escombros
que la soledad hereda.
Tú, la mantis que la carne me devoras,
no habrá abdicación de ti,
aunque sólo de tu añoranza el futuro se nutra
y tu nombre se haga crónica herida
escrita sobre las páginas de ese vacío
que en la matriz del desamor arraiga.
Porque nada te deshace, siempre creí en ti,
ineluctable presencia que dragaste el curso de la sangre.
Soy viajero de tu tiempo, aferrado a una estrella de lodo,
anatema de tu ausencia irreversible
que hacia el cenit del olvido navega.